“No vine a la política a guiar corderos, sino para despertar leones“, así inicia Javier Milei, líder de La Libertad Avanza. El polémico candidato a la presidencia propone un plan de transformación y remodelación integral de Argentina que gira alrededor de lo que para él son los “tres pilares de un país”: seguridad, economía y educación. La segunda vuelta de las elecciones tendrá lugar el próximo domingo 19 de noviembre y en ella se enfrentarán cara a cara los dos candidatos, Javier Milei y Sergio Massa.
Javier Milei coincide con el activista pacífico Nelson Mandela en que “la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo“. Por eso, propone un giro radical en el sistema educativo argentino con la implantación de los vouchers o ‘cheques educativos’. El sistema fue ideado en los años 60 por Milton Friedman, economista estadounidense, y actualmente es utilizado en países como Chile o Suecia.
La propuesta consiste en que la financiación estatal de la educación se transforme en cheques, pero no para ser utilizados por las escuelas, sino para que los alumnos elijan dónde estudiar o si quieren hacerlo. “Un voucher es un elemento por el cual cada alumno puede pagarse la educación donde le dé la gana. Solo lo pueden usar en educación para apuntarse al colegio o en la universidad que más les guste” explicó el candidato libertario.
Según el planteamiento de lógica de competencia de mercado del candidato, las instituciones educativas se convertirán en empresas que “competirán para ser las mejores y así atraer alumnos“. “Vas a tener educación pública y educación privada. La diferencia es que no vas a ser rehén del adoctrinamiento del Estado“, aseguró. Además, también prometió acabar con la obligatoriedad educativa ya que, para su partido “obligar es querer controlar a los seres humanos“.
Este sistema, aunque en el programa liberal solo ocupase un punto, fue un tema central de los debates electorales por la larga lista de inconvenientes que la oposición y especialistas en educación y economía expusieron. Según Sergio Massa, la problemática principal reside en la necesidad de modificar la Constitución argentina para que la educación dependa exclusivamente del poder ejecutivo, ya que actualmente está descentralizada y depende de las provincias.
Luces y sombras
Francisco López Rúperez, exdirector general de centros educativos del Ministerio de Educación y Cultura y exconsejero de Educación de España ante la OCDE y la Unesco, analiza la viabilidad y las consecuencias de esta medida. El especialista asegura que la eliminación de la obligatoriedad “es un peligro porque Argentina es un país muy grande, muy deslocalizado y con infinidad de tipos de circunstancias locales“.
“Si se implanta el sistema, nadie se asegurará de que las familias rurales de la Pampa apuesten porque sus hijos estudien, más allá de aprender a leer y escribir, si los necesitan para trabajar. Esta medida plantea una desescolarización masiva que haría retroceder al país un siglo y perpetuaría la desigualdad territorial” explica el profesor universitario. “Es un modelo respetable, pero también alocado, populista e insensato en la búsqueda del bien de un país, que se basa en la equidad territorial y en la preparación de su futuro capital humano” asegura el ex viceconsejero.
“Algunos pueden decir que la obligatoriedad violenta la libertad individual, pero yo la defiendo como ejemplo principal de la teoría del ‘empujoncito’: en determinadas circunstancias las instituciones están obligadas a dar ‘empujoncitos’ si con esto mejora o mantiene la situación laboral y económica del país” declara el especialista.
La otra gran crítica que recibió este modelo es la posibilidad de que se “corrompa el fin último de la educación, que es enseñar, con una inflación generalizada de notas o una escalada de facilidad en contenidos por parte de las escuelas para atraer a más alumnos“, tal y como ha comentado en varias ocasiones durante la campaña Susana Bullrich. El exconsejero se muestra crítico con estas afirmaciones y asegura que “no es oro todo lo que reluce” y que es un peligro que “la gente crea que con el cheque podrán hacer lo que quieran”. “Toda financiación pública está sometida a control, sea en forma de cheque o en la forma que sea, sea en Argentina, en Chile o en España. Es muy fácil desde el populismo simplificar los procesos legislativos y educativos” advierte el Doctor.
El exitoso caso de Chile: cuestión de prueba y error
El director del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, Juan Pablo Valenzuela, contó en diálogo con el medio 20minutos las claves que han conseguido que el sistema de vouchers en Chile haya funcionado con éxito. “Se implantó por primera vez en 1981, en mitad de la dictadura de Pinochet, pero no ha empezado a funcionar bien hasta las reformas educativas de 2008” declara el especialista.
“Es una realidad objetiva que el sistema tiende a crear inequidad, segregación y beneficia al sector privado, pero esto ocurre siempre que no se diseñe con cuidado y flexiblemente. En Chile ha funcionado después de aceptar que no todos los cheques pueden ser de la misma cantidad, obviamente los niños en situaciones vulnerables necesitan más dinero” explica el Valenzuela.
Chile cerraba el ranking de educación de casi todos los informes internacionales de evaluación de la calidad educativa hasta 2005, cuando “los dispositivos de vouchers han resuelto la problemática del déficit de escuelas de educación secundaria. A Chile le faltaban muchos colegios y la competitividad que causa la lógica de mercado ha provocado la apertura masiva y el crecimiento de la oferta” comenta el profesor.
“La clave para que haya funcionado es la prueba, error y modificación. En 2015, más de 30 años después de su implantación y tras un movimiento estudiantil masivo, se agendaron cambios estructurales como la regulación de la creación de colegios nuevos, la eliminación de los procesos de selección de entrada, el fin del ánimo de lucro y la visión de la educación como un negocio y el mecanismo de financiación compartida entre vouchers y pagos privados” narra el chileno.
“Creo que es el sistema ideal para Chile, se ha reducido la segregación, ha aumentado la oferta y el número de alumnos matriculados y hemos escalado varios puestos en el ranking PISA, pero no creo que sea el modelo ideal para Argentina. Su educación es funcional y no cuenta con los problemas con los que teníamos que luchar nosotros. Los vouchers son una medida arriesgada hecha para situaciones desesperadas por los peligrosos efectos colaterales que la evidencia demuestra”.