Vida de Perros
“Lo mejor que puede pasarle en política, si es Perro y alcanza la presidencia, es disponer de un Perro como aliado.
Pero lo peor es tener como adversario a otro Perro. El conflicto, en efecto, es para siempre”.
A Javier Milei, Perro de Metal, le falta la meticulosamente elaborada orientación astrológica china.
Con los medulares conocimientos vibracionales de la señora Karina no es suficiente para blindar su espíritu.
El Psiquiátrico debe saber que El Indemne Martín Lousteau, Personaje de Wilde (el de “De profundis”) es Perro de Metal también.
Marca 1970. Ambos de identidad similar.
La teoría confirma que el presidente Milei contiene consistentes aliados Perros eventualmente leales como pueden ser Domingo Cavallo y Donald Trump.
Marca 1946, ambos Perros de Fuego.
Pero en simultáneo infortunadamente se le consolidan, en la impertinencia del horizonte, dos adversarios críticos que le garantizan el combate hasta la eternidad.
El Indemne Lousteau, ya citado, y el sobrio pensador Carlos Maslatón, El Doron de Fauda, Perro de Tierra.
Marca 1958 e infinitamente liberal.
La Cayetana, juego de piernas
El relativismo de permanente desdramatización del vocero Manuel Adorni complementa el mensaje cotidiano de alarma.
Adorni transporta la absoluta carencia de credibilidad que suple con sigilosa altanería.
Explicablemente, El Vocero suele confundirse con La Voz.
O con el deseo de ser verdaderamente El Psiquiátrico.
Acontece que ambos se encuentran severamente desconcertados ante el astuto juego de piernas de La Cayetana.
La señora Victoria Villarruel, La Cayetana (Álvarez de Toledo), se convirtió finalmente en otro problema.
La dama preparaba comprensiblemente sus equipos para conducir los ministerios de Seguridad y de Defensa.
Habilitada por su compañero de fórmula para lucir el juego propio de piernas.
Pero La Cayetana fue la destinataria de mensajes destructivamente crípticos, desde las poderosas redes sociales que fueron conquistadas por los recursos de Milei, sin poner monedas.
Los fervorosos crípticos, aportantes voluntarios del anarcocapitalismo, masacraron sin contemplaciones a La Cayetana.
Amagaron, incluso, con el exceso de colgarla en la Plaza de Mayo.
Después de todo fue una suerte que el perverso senador Mayans se haya esmerado explícitamente para solidarizarse.
Justamente en el discurso final en que celebraba, con jactancia anticipada, el desmoronamiento abrupto de la mascota agónica del DNU.
Selfies inmortales
El Psiquiátrico es creativamente innovador. Hasta para la derrota.
Como aquel abogado ambicioso que de pronto pierde el pleito en primera instancia, pero apela para volver a perderlo en la Cámara.
Para disponerse de inmediato a apelar y pelear la causa (orgánicamente perdida) ante la Corte.
Sin siquiera percatarse que, en cada caída, se le desperdicia paulatinamente el prestigio entre los pliegues del derrotero.
Y que, con parsimoniosa lentitud, se le puede diluir la conquistada imagen positiva que es nada desdeñable. Nunca menor del 40.
Pero los argumentos vigorosamente televisivos que le sirvieron para imponerse en las elecciones le sirven de muy poco, en efecto, para gobernar.
El Psiquiátrico conserva suficiente aire positivo para florearse entre los aeropuertos del mundo.
Y para treparse con la señora Karina, La Tarotista Iluminada, en los regulares vuelos de línea.
Para sacarse selfies inmortales con los sublimes admiradores que le exclaman melosamente «viva la libertad carajo».
Seres argentinos que no proceden exclusivamente de la clase ejecutiva.
Desde la adictiva red social se le recomendó al señor presidente que no volviera a humillarse con la tercera apelación.
El DNU ya es otra causa orgánicamente perdida que fue triturada en enero en la Pajarera de los Diputados, cuando la tergiversaron con la máscara de Ley para la Felicidad y el Confort.
Y fue también pulverizada, con enigmática crueldad, durante el corriente marzo, entre la Pajarera de los Senadores.
Pero El Psiquiátrico zafa siempre. Porque tiene razón y porque es, en definitiva, un ser superior.
Como lo sostiene con frecuencia Nicolás Caputo, El Tercer Perro (de Tierra, como El Doron de Fauda).
“Fueron los senadores rebeldes que se resisten a perder los privilegios de casta”.
Edificios de cartón teórico
El Psiquiátrico se destaca por su habilidad profesional para hacer equilibrio sobre los cables tendidos entre edificios de cartón teórico que sostienen causas orgánicamente perdidas.
Pelea por sus posiciones con la convicción de cualquier rabioso kirchnerista. El exceso está siempre fundamentado.
Al cierre del despacho trasciende la inteligente respuesta del gobernador Axel Kicillof, El Gótico.
Aporta dosis sensatas de racionalismo estético a una actualidad política signada por la algarabía del delirio.
Por el desequilibrio riesgoso y la demencia que interpela, en el fondo, hasta la unidad nacional.
Las declaraciones presidenciales, con la apelación a los bonaerenses para incorporarlos a la subversiva rebeldía fiscal, es más que una frívola invitación a quebrantar la ley.
Es un error. O mejor: es otro error imperdonable.
Típico de las chingadas extraordinarias que complementan la impertinencia del gobierno que no gobierna un pepino y que, hasta aquí, ni siquiera acierta.
En nada. Nunca. Ni una sola y miserable vez.