Antes de que Haití fuera ocupado y saqueado por los colonialistas franceses se conocía como la “Perla de las Antillas”. Era parte de la isla que Cristóbal Colón, allá por el año 1492 durante su primer viaje al Nuevo Mundo, había descubierto poniéndole el nombre afectuoso de Hispañola en homenaje a España. ¿Y hoy en día en qué se ha transformado?
En un infierno dantesco, en un Estado fallido, en el más pobre, no sólo de nuestro continente sino del mundo occidental. ¿Cómo se pudo llegar a esta situación, cuáles han sido los factores que han contribuído a esta extrema crisis , sin una solución a corto plazo? Los factores de esta situación son diversos y no son difíciles de identificar, pero han sido ignorados por la mayor parte de los protagonistas que han participado en este desastre, sean éstos periodistas de las grandes corporaciones mediáticas, con raras excepciones, sean éstos importantes organismos internacionales, como la ONU y sus agencias, que no han sabido interpretar la verdadera cultura haitiana, su trasfondo, aplicando y apoyando medidas intervencionistas desde sus confortables oficinas. Ninguno de estos burócratas, con pocas excepciones, ha conocido Haití en vivo y en directo; muy pocos han tenido contacto con su población desconociéndo sus lenguas, su cultura y su religión Vudú, practicada por más del 80 % de su población.
Durante muchos años, en mi calidad de corresponsal extranjero de medios de comunicación europeos, tuve oportunidad de viajar a la Isla varias veces al al año, y tuve la oportunidad de cruzar la frontera entre Haití y la República Dominicana por tierra, por aire y por mar y constatar con tristeza y amargura la decadencia visible de la República de Haiti y el visible desarrollo de la República Dominicana. Tan sólo 391 kilómetros de frontera común dividen a los dos países, y las diferencias son brutales.
Mientras República Dominicana es hoy en día un país desarrollado que acoge a un turismo internacional exclusivo en sus paradisíacas playas, contando el año pasado con diez millones de visitantes, al otro lado de la frontera, hoy cerrada con alambradas y muros defensivos para evitar una invasión masiva de haitianos, del otro lado de la frontera presenciamos bandas criminales que asesinan, saquean, imponen su ley y llegan incluso a sitiar Puerto Príncipe, la capital del país, y su barrio residencial Petionville. Hoy es todo destrucción. Cadáveres siembran la calles y las diferentes bandas se han unido para dominar férreamente el país, contando ahora además con el refuerzo de 3.000 presos de alta peligrosidad que ellas liberaron de varias cárceles del país haciendo la situación de seguridad de esta república caribeña aún más dramática.
La solución que barajan las Naciones Unidas es nuevamente una intervención militar con la anuencia de los Estados Unidos. Esta vez serían tropas de la policía de la república africana de Kenia, un contingente de 1.000 hombres que no hablan ni francés ni creole, sólo suaiili, y que de acuerdo al grupo de Human Rights Watch son conocidos en su país por las brutalidades que cometen en su propio territorio. La mayoría de los haitianos rechazan esta probable intervención militar dado las pésimas experiencias que han tenido con otras similares que les han traído más violencia, más pobreza y más enfermedades desconocidas en el azotado país.
Efectivamente, las intervenciones extranjeras en el país en épocas recientes han sido nefastas, comenzando con la ocupación militar norteamericana de la Isla entre los años 1915 al 1934 con claros propósitos colonialistas a espaldas de los intereses haitianos, y lo mismo se repetiría entre los años 1971 y 1988, con una nueva intervención militar. Más recientemente, luego del devastador terremoto del año 2010, presenciamos otra intervención, casi tan devastadora como el terremoto, aunque no de carácter militar, que consistióenuna cadena de fraudes, de enriquecimientos ilícitos, de obras no realizadas pero sí financiadas por organismos internacionales y el propio gobierno norteamericano y que aún hoy en día no han sido totalmente aclaradas. Detrás de estas irregularidades encontraremos a los Clinton, a Hillary Clinton como Ministra de Relaciones Exteriores Norteamericana y a Bill Clinton como Enviado Plenipotenciario de las Naciones Unidas para manejar enormes sumas de dinero destinadas a la reconstrucción de la devastada Haití. Gran parte de este dinero fue a parar a las arcas de la Fundación de los Clinton.
Se pagaron por hospitales que nunca se construyeron, por infraestructuras fantasmas y tantas otras irregularidades denunciadas en su oportunidad y aún hoy en día por la valiente periodista e investigadora del Wall Street Journal, Mary Anastasia O’Grady. Un verdadero escándalo a espaldas del sufrimiento del pueblo haitiano que recibiera un golpe mortal del cual aún no ha podido recuperarse. Hubo hasta un asesinato nunca aclarado con respecto a este escándalo cuando un alto funcionario haitiano se disponía a presentar ante el Senado Norteamericano documentación acusatoria contra los Clinton. Pero no llegó a hacerlo, apareció asesinado en un motel de Miami, y nunca pudo aclararse el hecho. Y ahora tenemos que soportar oír un proyecto de intervención militar de las fuerzas militares de Kenia avalado por el Secretario General de las Naciones Unidas y financiado nuevamente por los EE.UU.Hands off Haiti… por favor.
No dejemos de mencionar que las desgracias, sinsabores, dramas que ha soportado Haití, comenzaron ya en el momento mismo que se declaró como una república independiente allá por el año 1804, después que aproximadamente medio millón de esclavos traídos por Francia acabaran bajo el liderazgo de Jean Jaques Dessalines con el cruel colonialismo francés, volviéndose Haiti en la primera república en el mundo gobernada por ex esclavos. Pero los infortunios recién comenzaban porque la reciente República fue obligada a pagar por gastos de reparación a sus anteriores amos franceses la increíble suma de 100 millones de francos, que hoy en día equivaldrían a unos 22 billones de dólares norteamericanos. Esta deuda fue saldada recién un siglo más tarde, dejando las arcas de la nueva república obviamente vacías. Pero no sólo eso; Francia se encargó de intrigar para que ninguna de las grandes potencias de la época reconociera la independencia de Haití. Los EE.UU.le dieron su reconocimiento oficial recién en el año 1862.
Pero las peripecias, las vicisitudes que Haití iba a enfrentar no iban a terminar. En el siglo pasado y en éste también iban a sufrir mas peripecias porque entre los años 1957 al 1971 fueron gobernados por los corruptos tiranos Papa Doc y Baby Doc. Y en nuestros días, Ariel Henry, que fuera el sucesor del presidente Jovenel Moise, asesinado en julio del 2021 por sicarios colombianos contratados o por su propia esposa o por el propio Henry, enormemente impopular entre la población, decidió a mediados de marzo de este año no regresar más al país y refugiarse en Puerto Rico.
Como hemos visto, toda la historia de la que fuera La Perla de las Antillas a estado plagada de todo tipo de infortunios inimaginables, y no hablemos siquiera de los climáticos, como los terremotos, ciclones, huracanes, epidemias, etc., etc.. Afortunadamente a los haitianos los une como país , como comunidad algo que los extranjeros con buenas o malesintenciones nunca han entendido, el Vudu. Esta religión de sus antepasados africanos los acompaña, los apoya como comunidad, los consuela en medio de tanta adversidad. Es indispensable en su cultura y es practicada por un 80% ciento de su población. Sin entender su significado y presencia es imposible formular proyectos desde el exterior, y poco ayuda el estigmatizarlo como un rito diabólico, canibalista, primitivo, que no tiene lugar en una sociedad moderna, olvidando que es su religión vernácula. El profesor norteamericano Jake Johnston, investigador de temas haitianos en el Center for Economic and Policy Researchen Washington D.C., afirma quela situación dramática de Haiti hoy es la consecuencia de un cúmulo de intervenciones militaresy de ayuda humanitaria fallida y no de la religión vernácula, el Vudu.
Mis frecuentes viajes hacia la Isla y el estudio del Vudú me llevan a la conclusión de que es imposible formular un proyecto futuro para el desangrado país sin tener en cuenta la participación directa de sacerdotes de esta religión vernácula. Sólo en una mesa común con la participación directa del pueblo haitiano, de líderes populares, de sacerdotes vudú y también de representantes de algunas de las bandas que asolan el paísyque estén dispuestos a deponer las armas y colaborar por un mejor futuro se podrá pensar en una solución a largo plazo. Y recién después de un acuerdo común recurrir a la ayuda extranjera, pero que no interfiera con los verdaderos interesesdel sufrido pueblo haitiano. Pagen Kanaran san dezé… No hay Canaán sin desierto, una expresión que repite el pueblo haitiano de profundas creencias mágico religiosas.