En varias oportunidades he escrito en este medio independiente y valiente acerca de la dramática y triste realidad que vive Haití y que se ha empeorado drásticamente en los últimos meses . Recordemos entre otros títulos a “Haiti ayer la perla de las Antillas, hoy un infierno dantesco” o este otro titulo “Haiti, la maldición del caos”.
Durante los últimos años como corresponsal extranjero tuve la oportunidad de interactuar con su población y con sus líderes culturales y políticos por hablar francés y esforzarme a aprender algo de creole. Todo esto viene al caso porque muchos de los periodistas que escriben hoy en día, como así muchos altos funcionarios internacionales que toman decisiones sobre el país, o bien nunca han visitado el país y si lo han hecho han residido en hoteles exclusivos del barrio Petionville sin haber tenido el mínimo contacto con la realidad del país y sus pobladores. De allí la incomprensión de la realidad que vive el país y las desastrosas políticas que se han implementado y que llevaron a este terrible caos.
Tenemos entonces por un lado las raíces históricas del mal en el inhumano colonialismo francés que asoló y saqueó a la primera república negra, no sólo de nuestra América sino del mundo. La carga financiera impuesta por Francia colonialista, a cambio de ser reconocida como república independiente por los países europeos de esos tiempos, fue ya un golpe mortal para su futura economía. Estamos hablando de los años posteriores del levantamiento negro en Haití contra el cruel colonialismo francés .
La deuda por los gastos de reparación a sus anteriores amos y por el reconocimiento internacional ascendió a la increíble suma de unos 22 billones de dólares norteamericanos, traducidos al valor de hoy en día, que se pagó totalmente a la metrópoli francesa hasta el año 1947. Algo realmente insólito para llamarlo de alguna manera. Y hoy en día Francia se desentiende por completo de la crisis haitiana. Mira para otro lado y se atreve de hablar de derechos humanos olvidando a su ex colonia que se ha transformado en el país más pobre de nuestra América y uno de los más pobres del mundo.
El otro decisivo aspecto que contribuyó a la desesperada y caótica situación que enfrenta Haití hoy debemos atribuirlo sin dudas, y lo anunciamos ya en el título de este artículo, al imperialismo norteamericano presente a través de tantas incursiones militares, ocupaciones y saqueos indiscriminados del país. La primera ocupación militar norteamericana, la primera de otras, presentes aún hoy en día, comenzó en el año 1914 y se extendió hasta el año 1934. En aquel entonces los invasores pertenecientes a la marina norteamericana desembarcaron en la Isla y se dirigieron directamente a la sede del Banco Nacional de Haití y salieron con 500.000 dólares en oro empacados en cajas de madera. La carga fue llevada hasta la costa custodiada por fuerzas del ejército norteamericano, de allí a una lancha rápida en dirección a la no tan lejana costa de Miami. Luego las cajas robadas del tesoro haitiano fueron trasladadas directamente a un banco del Wall Street.
Esta información, ocultada durante años, pudo ser confirmada, seguramente filtrada por equivocación al periódico The New York Times en un articulo del año 2022. Incluso después de la retirada oficial de las tropas de ocupación norteamericanas en el 1934, cuando ya no había mucho más que saquear, Haití siguió bajo el control de las autoridades financieras estadounidenses que movieron los hilos durante otros 13 años más, siendo responsables de que Haití viva hoy en día de la limosna internacional.
Otro golpe mortal para su economía y un mejor futuro, perpetrado por el imperialismo del norte, luego de las catástrofes naturales que recibiera el país con terremotos, huracanes que devastaron aún mas la Isla, lo representó la lamentable y corrupta Administración de los Clinton, tanto Bill como Hillary, que dilapidaron, corrompieron y canalizaron para sus fundaciones privadas gran parte del generoso dinero que el pueblo norteamericano había asignado para reconstruir el devastado país. Más que una vergüenza , que hasta hoy en día los Tribunales Federales no han podido o no han querido investigar. Puentes, caminos, escuelas, hospitales que no fueron construidos, aunque los medios correspondientes fueron asignados.
Por último mencionemos el nefasto rol desempeñado en Haití por los Organismos Internacionales, sus Agencias y por muchas de las ONGs que han estado trabajando en la Isla, que antes que llegaran los depredadores era conocida como la Perla de las Antillas. Una de las figuras más importantes de la Isla, que aún vive allí, con sus 86 años barricado como en una pequeña fortaleza, uno de los referentes culturales, políticos, prolífico escritor y pintor al que siempre he consultado en mis estadías en el país, Franketienne, me señaló en una oportunidad que en el país actúan unas 1000 organizaciones no gubernamentales, de las cuales algunas cumplen con una loable labor, pero que la mayoría se dedica al propio enriquecimiento y que se han constituido en verdaderas mafias que manejan millones y millones de dólares de gobiernos y entidades extranjeras.
Nefasto ha sido y es el rol de las Naciones Unidas con sus múltiples agencias en el correr de los últimos decenios. Sus programas fallidos, sus repetidas y desastrosas intervenciones militares, financiadas en muchos casos por los gobiernos de turno de los EEUU, han hecho de Haití no sólo un país fallido, sino lo han transformado en el mendigo de nuestra América. Los altos funcionarios, enviados regularmente a la Isla para planear proyectos futuros de mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo, diseñaban proyectos, invirtieron billones de dólares sin reconocer las raíces de la cultura y de la estructura social del pueblo haitiano. No tenían contacto con su población, no hablaban su idioma, no conocían su idiosincrasia ni reconocían el sincretismo religioso del catolicismo y el vudú que es la base para la comprensión de formular proyectos a futuro. Estos altos funcionarios se alojaban en el barrio exclusivo de Petionville y cobraban jugosas primas por “visitar un país peligroso”. La receta siempre terminaba siendo la misma: intervenciones militares internacionales que trajeron más caos al país. Estas tropas provenientes de culturas bien distintas fueron responsables de la muerte de cientos de civiles haitianos, de la violación de un sinúmero de niñas y otras atrocidades, y de haber traído a la Isla epidemias hasta ahora desconocidas, como el cólera.
Y hoy en día asistimos a la misma receta fracasada una y otra vez. El actual Secretario General de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterrez, ex destacado miembro del partido socialista de su país y muy desprestigiado mundialmente por sus fracasos internacionales, intenta implementar actualmente el envío a la Isla de un nuevo contingente militar internacional compuesto exclusivamente por personal negro, principalmente de Kenia que es denunciado por la organización Human Rights Watch por sus abusos a los derechos humanos de la población civil en su propio país. Este contingente deberá luchar contra las bandas criminales haitianos que asolan el país, provocando así muy probablemente una verdadera guerra civil. No se ha consultado al pueblo haitiano al respecto, no se ha intentado buscar un diálogo con algunos de los líderes de las bandas que podrían estar dispuestos a colaborar, tratando de evitar una masacre aún mayor. Uno de los líderes de estas bandas criminales, Cherizon estaría dispuesto a dialogar en una Asamblea General de haitianos para tratar de pacificar al país. En casos similares en nuestro continente, como en Colombia, en Centroamérica, este tipo de iniciativas ha tenido cierto éxito en la pacificación de los países. Esto se debería intentar antes de enviar fuerzas de ocupación a un país empobrecido y desangrado.
El gran intelectual haitiano Franketienne se considera a sí mismo como un “Maitre du Chaos” en su propio país por haber transcurrido toda su vida en su patria, rodeado de este caos que ha sido también irónicamente una fuente de inspiración para él. Pero hoy en día ya no es más el caos lo que caracteriza al país sino un infierno dantesco. Ojalá Dios ayude a este sufrido pueblo y que el vudú los consuele en sus penurias.
Hasta el apellido de zurdo tenes, Zapata.
Antes de poner en marcha cualquier estrategia escape road o intervención, es imprescindible escuchar y comprender las demandas y la realidad del pueblo haitiano. La historia ha demostrado que las soluciones impuestas desde el exterior que carecen de una comunicación genuina y de sensibilidad cultural no sólo fracasan, sino que empeoran las cosas.