¡Feliz Día de la Patria! En medio de una fortísima recesión económica, de una aguda caída en el poder adquisitivo del salario, y para sorpresa de analistas y consultores no sospechables de simpatía o afinidad, la imagen del Presidente sigue firme, es transversal y hasta supera el porcentaje que obtuvo en el ballotage. Y en el campo internacional, que la mundialmente prestigiosa revista Time lo haya elegido para ilustrar su portada, aunque la firmante de la nota haya cuestionado su forma de hacer política cotidiana, no hace más que confirmar algo que presumíamos muchos y que, en mi caso, motivó una nota “Sólo preguntas”, del 26 de enero pasado.
Para entonces, había pasado la conferencia de los líderes mundiales en Davos, Suiza, en la cual Javier Milei había despotricado contra la social-democracia y contra el actual status quo, y había recibido una inexplicable ovación. Y yo preguntaba si, al igual de lo que había sucedido en nuestro país, donde nadie había percibido que la sociedad había cambiado, también en el mundo occidental se había producido una mutación que nuestro tan original león libertario interpretaba correctamente.
Quienes, como yo mismo, tenemos demasiadas décadas a nuestras espaldas, no hemos entendido cuánto significan hoy la tecnología comunicacional y las redes sociales y cuánto más vale una imagen que un texto, en especial en una Argentina que se ha transformado en el epítome mundial del fracaso como país, incapaz de ofrecer a sus habitantes, como antaño, una movilidad social ascendente y que, por el contrario, sólo muestra una pauperización económica y cultural en la cual los padres tienen la convicción de que sus hijos vivirán peor que ellos. Y esa es la explicación más clara del descontento social que ha permitido que Milei, como dice Jorge Ossona, se haya convertido en un fenómeno poli-clasista.
Además, el Presidente tiene una enorme suerte: enfrente no hay absolutamente nadie. Todos los partidos políticos preexistentes estallaron, sobre todo el peronismo que ha perdido ya, por su innegable complicidad con la tan extendida corrupción y su inicua protección a delincuentes de toda laya, ladrones de comida para los más necesitados y agresores sexuales incluidos, ese aura legendario que durante años conservó en el conurbano de Buenos Aires, que fuera el bastión –muy en especial, La Matanza- capaz de garantizar sus triunfos nacionales. Las monumentales derrotas a las que lo ha conducido Cristina Fernández no resultan fácilmente digeribles para un movimiento que, pese a haberse convertido hace décadas en un fenómeno mutante, nunca perdonó tantos fracasos; de allí la fuerte arremetida de su ex súbditos contra la posibilidad de entronizar a un heredero que, por lo demás, carece de toda aptitud moral o laboral para ello.
Ni Mauricio Macri, desde el PRO, o Martín Losteau, desde el radicalismo, son contendientes dignos de un Milei que es capaz de convocar a una multitud de espontáneos a la presentación de un libro que resulta indigerible para la mayoría de los argentinos y a un alucinado espectáculo de rock, y qué decir de un Axel Kiciloff que, además de conseguir el record de hundir aún más a la depauperada socialmente, pero tan rica en recursos, Provincia de Buenos Aires, amén de haber generado para el país, por impericia o complicidad con el saqueo, una impagable deuda de US$ 16.000 millones por la re-estatiza acción de YPF, de los cuales US$ 5.000 millones irán a las arcas de los Kirchner.
Aún entre quienes no comulgan con Milei y con sus extrañas y disruptivas actitudes, el profundo rechazo que generan todos aquéllos a los que hemos encomendado en épocas recientes la administración del Estado, garantiza al Presidente una paz social que, si aparecen algunos brotes verdes que permitan sostener la esperanza, llevará a La Libertad Avanza a la victoria en las elecciones legislativas de 2025, y le permitirá adquirir más espaldas para defender sus proyectos en el H° Aguantadero. Pero, aún así, el Gobierno continúa sin poder avanzar con el cambio estructural de la Argentina, plasmado en la Ley de Bases, que ha sido licuada y triturada en el Congreso por una oposición, en parte disfrazada de dialoguista, decidida a empujarnos definitivamente al precipicio. Y una actitud similar han adoptado aquéllos que reclaman una harto improbable devaluación que, de producirse, significaría tirar a la basura los enormes sacrificios que viene haciendo la sociedad desde el 10 de diciembre, y caeríamos en hiperinflación.
Mientras tanto, nos hemos pasado lo semana comentando la novela turca que tiene al Presidente y a Pedro Sánchez, Jefe de Gobierno de España, como protagonistas. Sólo diré que éste último pretende aprovechar, inútilmente a mi modo de ver, el grotesco episodio para llevar agua a su molino político para competir en mejores condiciones con el Partido Popular en las elecciones europeas que se sustanciarán entre el 6 y el 9 de junio y, cuando hayan transcurrido, dejará de importarle a nadie.
Días pasados, veinte mil ciudadanos firmamos una solicitada rechazando, con muy sólidos argumentos, la candidatura del Juez Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema, y nuevas organizaciones de la sociedad civil se expresaron en igual sentido. Espero que Javier Milei reflexione y desista de esta absurda pretensión porque, si no lo hiciera, sin duda esos brotes verdes que antes mencioné se congelarán antes de dar frutos.