Hay efectos que se producen con retardo. Consecuencias que no aparecen de inmediato sino que tardan en verse. 

Algo así esta pasando en el Sur en donde una banda de delincuentes durante años apañada desde el poder kirchnerista está prendiendo fuego a decenas de hectáreas de milenarios bosques de lengas, cohiues, pinos, casuarinas, cipreses… Lo digo porque si bien los fuegos no son nuevos allí, siempre rondó la duda sobre si eran intencionales o no. Había habido versiones confusas de uno y otro lado. Este año esas dudas terminaron.

Las llamas también destruyeron 150 casas que gente honrada había construido con el fruto de su trabajo decente.

Que los incendios en El Bolsón, Bariloche, Lago Escondido y los refugios de Alta Montaña de Rio Negro y Chubut fueron causados intencionalmente es, ahora, una verdad comprobada. Ya hay detenidos in fraganti con bombas molotov, acalerantes y hasta rollos de papel higiénico con velas y combustibles colocados en lugares estratégicos para multiplicar el estrago.

La época del año también fue elegida con malicia. El verano patagónico, con temperaturas elevadas y vientos fuertes eran un aliado ideal de la maldad.

Varias organizaciones terroristas, aliadas estratégicas del kirchnerismo, se han atribuido la autoría de los atentados. Una de ellas, la trasnacional RAM, tiene como referente a un delincuente conocido en Argentina y Chile que contó y cuenta con la complicidad de politicos y jueces de ambos lados de la cordillera.

Se trata de Jones Huala, el impresentable ex-rolinga que encontró en el yeite de los mapuches un curro para vivir del delito. La va de revolucionario y pretende convertir sus fechorías en una avanzada reivindicatoria de dudosos ancestros, atacando y destruyendo la propiedad de cientos de familias argentinas; familias de trabajadores y de gente honesta que en algún momento de su vida decidió buscar su futuro en esa parte indelegable e irrenunciable del territorio argentino.

Este delincuente había sido condenado en Chile por multiples estragos contra la propiedad. Prófugo en la Argentina, fue capturado y extraditado al país trasandino del cual fue expulsado por el presidente Boric en agosto del año pasado. Desde entonces advirtió que volvería a la carga con sus ataques.

Durante la presidencia de Mauricio Macri, en acuerdo estratégico con el kirchnerismo, las huestes terroristas de Huala organizaron la parodia de Maldonado, a la que rápidamente se unió la delincuente condenada Cristina Fernández de Kirchner portando, en cuanta oportunidad tuviera, un retrato del hippie tatuador y poniendo una cara de circunstancia seguramente aprendida en sus clases de histrionismo con Andrea del Boca. 

Recordemos que Maldonado, un vago que vivía en la zona, murió ahogado cuando, en retirada, fue abandonado a su suerte por los que eran sus “compañeros” que huían de la Gendarmería luego de que esta despejara una ruta tomada por estos forajidos.

La pregunta que debemos hacernos es qué se hace con esta clase de gente. ¿Qué se supone que hay que hacer con alguien que premeditadamente van con una bomba molotov a prender fuego un bosque de 1000 años?

Lamentablemente esta mano de obra infradotada es la que enciende el fósforo, pero la mecha fue diseñada y construida por un conjunto de politicos que combinan la búsqueda irrefrenable de riqueza ilícita y un componente ideológico en donde florecen el resentimiento, la envidia y la ignorancia casi por partes iguales.

Porque el kirchnerismo es precisamente eso: una combinación malévola de odio y de una completa falta de formación intelectual que reemplazó esa incultura con un disfraz lírico que pretendidamente abreva en utopias inútiles que jamás han funcionado en ninguno de los lugares que tuvieron la malísima idea de probarlo.

Adentrados en la defensa de esa anomalía, de pronto advirtieron que, más allá del completo fracaso que la historia demostraba, esos arrogantes sinsentidos podían convertirse en una interesante vía hacia la vida cómoda y la riqueza fácil.

El tambor de la demagogia mezclado con resabios de odio social plantados hace décadas por el peronismo en el corazón de la sociedad, podia resultar una interesante estrategia apara pavimentar el camino hacia el poder y, por ende, hacia el acceso a fortunas incalculables.

Mientras encantaban idiotas con su verso mentiroso sobre la justicia social, los derechos humanos y la injusticia hacia los “débiles”, se la llevaban toda en negocios millonarios que aun no han terminado ni de investigarse ni de saberse hasta donde han llegado en su profundidad.

En ese derrotero no han dejado ficha por usar. Desde hacerle creer a la gente que eran la continuidad de la “juventud maravillosa” hasta utilizar los fondos del propio estado argentino para financiar actividades terroristas destinadas a fraccionar su territorio, no han dejado nada por hacer.

Las “tareas” de los Huala de la vida en el Sur se inscriben dentro de este último grupo de operaciones tácticas. Es hora de que estas bandas sean enfrentadas con todo el peso de la ley y que si en el camino se encuentran cómplices camuflados en los sillones de la Justicia o que ocuparon 9u ocupan) cargos en la administración del Estado, éstos sufran las mismas consecuencias que los criminales que encienden el fósforo.

La Argentina no puede respaldar más el accionar terrorista o el que toma el disfraz del terrorismo para llenarse los bolsillos. La mancomunión de los poderes locales y federales en esta tarea debe ser inquebrantable. Es el futuro no solo de la integridad nacional lo que esta en juego sino también el más simple y cercano objetivo de asegurar la libertad de decidir dónde y cómo vivir a decenas de argentinos que, algún día, alguien va a tener que defender.