
Las dietas de los senadores vuelven a estar en el centro de la controversia a medida que marzo se acerca a su fin y se avecina el levantamiento del congelamiento salarial impuesto por la vicepresidenta Victoria Villarruel durante el receso legislativo.
A menos que el cuerpo legislativo se pronuncie en contrario, los miembros de la Cámara alta podrían recibir ingresos cercanos a los 9 millones de pesos.
En contraste, la gestión de Martín Menem en la Cámara de Diputados ha dejado los salarios de los legisladores significativamente por debajo de los de sus colegas senadores.
En este contexto, los trabajadores del Congreso se perciben como la verdadera variable de ajuste en medio de un escenario laboral cada vez más tenso.
Polémica por la dieta de los Senadores
Desde abril del año pasado, la polémica en torno a las dietas de los senadores ha sido constante. En ese mes, oficialismo y oposición, de manera casi clandestina y a mano alzada, decidieron modificar el mecanismo de actualización de sus salarios, liberándose del “desenganche” que previamente habían establecido las autoridades de ambas Cámaras.
Este desenganche había surgido tras la constatación de que las paritarias, a menos que se resolviera lo contrario, afectarían directamente los ingresos de los legisladores.
Aquel día, los senadores no solo aprobaron una dieta adicional a modo de “aguinaldo”, que hasta entonces no existía para ellos ni para los diputados, sino que también establecieron que cada dieta equivaldría a 2.500 módulos, a los que se sumarían otros 1.000 por gastos de representación y 500 por desarraigo.
Esto resultó en un aumento significativo; en un abrir y cerrar de ojos, sus salarios que previamente no superaban los 2 millones de pesos se elevaron considerablemente. Los senadores que residen a menos de 100 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires vieron sus ingresos netos escalar a 4.570.488 pesos, mientras que aquellos que reciben compensación por desarraigo y gastos de representación totalizan un aumento adicional de 2.950.189 pesos.
Posteriormente, el incremento del valor de los módulos, que pasaron de 1.966 a 2.225 pesos, generó tal controversia que los mismos senadores votaron en agosto un congelamiento que se implementó hasta diciembre. Sin ese congelamiento, aquellos que no viven en el AMBA se habrían encontrado con ingresos de alrededor de 8,9 millones de pesos.
A pesar de la presión pública ejercida por Villarruel para que se prorrogara el congelamiento durante la sesión en la que se expulsó al senador Edgardo Kueider, los senadores decidieron ignorarlo. Muchos especulan que ello se debió al deseo de congraciarse con el presidente Javier Milei. Finalmente, Villarruel prorrogó el congelamiento hasta el 31 de marzo.
Que pasará con los sueldos de los Senadores desde abril
A pocos días del comienzo del mes de abril, el futuro de las dietas de los senadores es incierto. A excepción del cordobés Luis Juez, quien ha solicitado de manera simbólica que su dieta permanezca congelada durante todo 2025, el resto de los legisladores guarda silencio.
Es relevante destacar que la facultad de fijar el monto de la dieta no recae en los senadores individualmente, sino en los presidentes de las Cámaras o su aprobación por el pleno, conforme a la Ley 22.994.
El tema ha generado disparidad de opiniones en el Frente PRO, con propuestas que van desde la continuación del congelamiento hasta la posibilidad de que los futuros aumentos no sean retroactivos y se ajusten a las próximas paritarias.
La Cámara de Diputados quedó desactualizada
El panorama es muy diferente en la Cámara de Diputados, donde los legisladores han quedado desvinculados de las actualizaciones salariales desde el inicio del año pasado. A pesar de las gestiones hechas por los diputados, las actualizaciones que les fueron concedidas no han sido públicas. Actualmente, un diputado percibe aproximadamente 4.020.110 pesos, que incluye gastos de representación.
A medida que los senadores mantienen su silencio y discuten sus propias remuneraciones, los trabajadores del Congreso sienten el peso de ser considerados la “variable de ajuste”.
Desde diciembre de 2024, sus salarios han caído un 65% en términos de poder adquisitivo en relación al Índice de Precios al Consumidor (IPC), y los rumores sobre posibles nuevos ajustes no son alentadores.
El ajuste sobre los empleados del Senado
El clima de descontento es palpable en los pasillos del Congreso, donde se plantea un estricto control de presentismo y un régimen que impone 7 horas de trabajo diarias. Este nuevo control ha generado malestar entre los empleados, muchos de los cuales se ven obligados a renunciar a ciertas flexibilidades laborales que anteriormente disfrutaban, mientras que intentan lidiar con un salario que en algunos casos no supera los 800.000 pesos, una cifra que se vuelve insuficiente cuando más del 20% se destina a comida y transporte.
Con tensiones crecientes y una inminente discusión sobre sus propias dietas, tanto senadores como diputados enfrentan un panorama complicado, donde los costos, tanto económicos como sociales, continuarán generando debate en el ámbito legislativo.