Agosto se convirtió en materia financiera
en una bisagra para los activos argentinos y las perspectivas que deberá
afrontar el esquema económico vigente, resultan poco halagüeñas.
La caída de los precios y la suba del peso dejan pérdidas
ostensibles a ojos de cualquier inversor.
Pero el frío del agosto financiero se hizo sentir. Ni las
compras oficiales de títulos públicos lograron menguar la desconfianza de los
operadores. Toda esta opereta tuvo un costo altísimo: el riesgo país terminó en
671 puntos básicos —con un pico de 730 puntos básicos—, una pérdida en
promedio del 3 por ciento para los papeles de la deuda soberana y una baja en el
nivel de reservas de casi 500 millones de dólares.
Por caso, las acciones del MERVAL manifiestan ser uno de los
productos más castigados con una baja del 7,5 por ciento en el mes pero con una
caída del 17,5 por ciento en todo el año. Si se miden estos quebrantos en moneda
dura, habrá que agregarle cinco puntos más lo que transforma esos saldos
negativos en rendimientos paupérrimos.
Luego de los primeros días del mes donde las bajas fueron muy
bruscas, el clima quedó enrarecido y si bien permitió una transitoria
recuperación de precios, no alcanzó a neutralizar las pérdidas iniciales.
Pero si se toma en cuenta al panel del Merval Argentina,
es decir, aquellas compañías estrictamente de capital nacional, las pérdidas
para 2008 superan el 26 por ciento.
Sin embargo, la baja no responde a una mala perfomance
de las compañías si no a las dificultades que encuentra la actividad privada
para desarrollarse en el ambiente argentino. Una presión fiscal asfixiante,
inseguridad física y jurídica y control de presión conforman un cocktail
explosivo que impacta de manera directa y perjudica a la comunidad de negocios.
Mientras desde el gobierno se criticó de manera acérrima a la crisis financiera
de los Estados Unidos, los activos allí mostraron signos positivos y más aún, la
economía mejoró. Se recuperó la actividad económica, creció la confianza de los
consumidores, el dólar se fortaleció y se moderó la caída de sectores sensibles
como el inmobiliario y el de bienes durables.
Si como ocurrió en agosto, la actividad en los EE.UU. se
recupera y el consumo se potencia, la Reserva Federal ha dicho que deberá tomar
medidas contra la inflación como es la suba de la tasa de interés.
Si esto ocurre veremos un dólar más fuerte, una reversión del
flujo de capitales hacia Nueva York y una caída en la demanda y en el precio de
los commodities. Esta combinación sería fatal para la economía
argentina y si el gobierno no reacciona la economía entrará en un escenario
plagado de problemas, para empezar en el frente fiscal.
Miguel Angel Rouco