Más de cien días de conflicto durante el
año pasado dejaron al campo una enseñanza formidable: devenir en estrategas toda
vez que las circunstancias lo impongan, aunque ello otorgue otra impronta a la
metodología gremial del ruralismo.
En 2008, los popes del agro recibieron asesoramiento
especializado para encarar sin quiebres la dura pelea que les esperaba para
evitar las retenciones móviles, cambiar el eje de los reclamos frente al
Gobierno al ir por más y 'aguantarse' otra difícil tarea: mantener el frente de
unidad que la dirigencia conformó por entonces. El resultado de ese aprendizaje
reapareció esta semana, cuando decidieron postergar la promocionada protesta que
hace siete días primerearon los "agraristas" que, sin vueltas, las tres
cúpulas restantes se resistían a tratar a 'libro cerrado'.
El caso es que, después de seis horas de reunión, la mesa
de enlace dio un estratégico paso al costado y desvió la pelota hacia la cancha
K. Ahora, el puntapié para retomar el juego deberá darlo el Gobierno,
convocando al diálogo. A todos los sectores, dijo la presidenta Cristina
Kirchner. Y ojala entre los 'sectores' se incluya al campo para no deteriorar
más a la actividad más dinámica de la economía nacional.
Durante la tarde del jueves florecieron especulaciones de
toda índole, casi todas con sustento sólido, de cara al feroz escenario de
descapitalización y quebranto que enfrenta el agro nacional, con eje en el
quiebre de la cadena de pagos del productor, que arrastra a pueblos enteros del
interior. Cuando se barajaba como 'casi cerrada' la decisión de desembarcar en
otra protesta del campo y afuera, en la residencia de Olivos comenzaba el
mensaje presidencial, puertas adentro de la reunión de los líderes del agro, las
posiciones estaban cada vez más alejadas. Apuntaban en la misma dirección, pero
se distanciaban en los tiempos y métodos.
Casi mágicamente, CFK laudó y dejó caer un guante que los
ruralistas recogieron rápidamente: estaban recibiendo una convocatoria
oficial y esa frase de la presidenta descomprimió el ambiente enrarecido que
ofrecía anunciar un nuevo paro rural. El convite del Gobierno, aún no
confirmado pero sugerido, llevó un soplo de aire fresco al porcentaje más
elevado de la dirigencia que, sin demoras, aceptó la elíptica convocatoria para
la cual, claro está, había que desactivar cualquier indicio de protesta.
De paso, desempolvaba las enseñanzas de Heráclito al explicar
la teoría del devenir: 'no es posible bañarse dos veces en el mismo río", prima
hermana de la criolla "segundas partes nunca fueron buenas". El país hoy no es
el que acompañó los reclamos de 2008; la dirigencia lo sabe y por si falta un
botón de muestra, está fresco el resultado del último acto que convocaron en San
Pedro hacia fines del año pasado. Allí quedó claro que debían conservar dos
postales inolvidables de la larga lucha por las retenciones: Rosario y el
monumento a los Españoles, donde la asistencia espontánea de público superó, en
cada caso, las 200 mil personas.
En el anochecer del jueves, los gremialistas del campo se
movieron con la precisión de un cirujano, mandaron la pelota al campo K,
avistaron la mejor señal política de los últimos tiempos y, de paso, detuvieron
la bronca chacarera, aunque sea mientras aguardan la convocatoria que, dicho sea
de paso, gran parte de los funcionarios de barricada ya salieron a publicitar.
Ahora es tiempo de dar cabida a la cautela, esperar la
decisión del poder político sin exigencias y prepararse para llevar a ese
ámbito, sin amenazas previas, el voluminoso paquete de reclamos que pide
respuestas desde el país rural para aceitar los engranajes que vuelvan e poner
en marcha a los mayores dinamizadores de la economía nacional: el campo y la
agroindustria.
Gladys de la Nova