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ELECCIONES 2009

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PREPARATIVOS PARA UNA NUEVA MADRE DE LAS BATALLAS
PREPARATIVOS PARA UNA NUEVA MADRE DE LAS BATALLAS

En los últimos días tomó forma e

    En los últimos días tomó forma el escenario en el cual se desarrollará la campaña electoral para las elecciones de octubre, que amenaza con ser un punto de inflexión en los casi seis años de gestión kirchnerista.
    El anuncio de la creación de un nuevo frente electoral integrado por peronistas disidentes y el macrismo hizo sonar las alarmas en las usinas oficiales. Hasta ahora, radicales, socialistas y Elisa Carrió eran los únicos que amenazaban con formar un frente anti K. Pero la jugada de los peronistas disidentes introdujo una nueva variante.
    Su marco de acción, la provincia de Buenos Aires, es lo que más preocupa al gobierno.
    Ocurre que la clave de la renovación legislativa de octubre se producirá en ese distrito, por la cantidad de electores que tiene y las bancas que pone en juego. Los efectos negativos del modelo de gestión K, soberbio, poco afecto a los consensos y con la confrontación permanente con quienes osan disentir, se fueron acumulando en la sociedad. El desgaste producido por la pelea con el campo lo dejó mal parado en numerosos centros del interior del país, a tal punto que pocos son los funcionarios que se animan a recorrerlo sin la compañía del aparato político alimentado por el clientelismo.
    En los grandes centros urbanos, Capital, Córdoba, Rosario, las esperanzas no son muchas. Por ello, la Provincia de Buenos Aires, en especial el conurbano, es el centro de la atención oficial, y fue alimentado con millonarios aportes para disciplinar a los jefes comunales que, de otra forma, verían quebrar sus cuentas.
    La aparición de este frente "peronista disidente-macrista", entonces, ataca el corazón de esas esperanzas.
    Claro está que aún faltan ocho meses para las elecciones. Ni el oficialismo ni la oposición permanecerán estáticos.
    Pero la oposición cuenta con ventajas. Enfrenta a un modelo con seis años de vigencia, desgastado y cuestionado. La situación económica para el presente año se presenta, cuando menos, delicada. Las respuestas de la Casa Rosada no parecen ser innovadoras y se aferran a viejas recetas. La negación de la realidad no hace más que encrespar los ánimos.
    Cómo se puede afirmar que la inflación de enero fue del 0,5 por ciento cuando durante ese mes se produjo el tarifazo eléctrico y los aumentos típicos de la época. Cómo sostener sin caer en el ridículo que la canasta básica es más barata en enero del 2009 que en enero de 2008.
    Los dirigentes opositores creen ver el fin de la era Kirchner cerca. Los peronistas también. Y nada mejor que un peronista para olfatear debilidad y ubicarse a tiempo.
    En el gobierno están acostumbrados a escuchar y descalificar las críticas de Elisa Carrió y del radicalismo. Hasta asumieron las posiciones de su propio vicepresidente, Julio Cobos, totalmente volcado a la oposición. Pero cuando los propios peronistas atacan, lo hacen al corazón.
    "El problema es ella (por Cristina) y su consulta nocturna (por Néstor). Ella no se basta por sí misma", disparó Felipe Solá al anunciar el acuerdo opositor. "El peronismo no quiere votar al oficialismo"; agregó. "No hay una política nacional de seguridad y de acción social", abundó.
    "Hay que poner por delante los problemas de la gente: Pobreza, seguridad, transparencia", afirmó Mauricio Macri.
    Pero tanto Macri, como Solá y Francisco de Narváez deberán andar mucho antes de ver plasmado en la realidad su proyecto para llegar a octubre con "una propuesta seria y global" como anunciaron. Por lo pronto, deberán resolver sus disputas internas en el territorio bonaerense, donde el ex gobernador y el empresario aspiran a encabezar las listas de diputados. "Nos obligamos a resolver nuestros problemas", juran y perjuran.
    También deben explicar sus contradicciones internas, como la de Solá, que afirma que no hay una política de seguridad. El ex gobernador debería explicar a la sociedad qué hizo durante sus cinco años de gestión en la provincia, el territorio donde existen los más altos índices de inseguridad y pobreza en la Argentina.
    Los intentos por enfatizar la no injerencia de Eduardo Duhalde en este armado tampoco convencieron. El ex presidente tuvo y tiene mucho que ver. El bonaerense no terminó de digerir, aún, el haber sido el artífice de la Presidencia Kirchner. Cristina tuvo, a partir de la tragedia de Tartagal, una reacción rápida y acertada. Envió a sus ministros desde España y concurrió al lugar apenas retornó a la Argentina. Caminó con los vecinos y se mostró, al mismo tiempo que se anunciaba la alianza neoperonista, empapada y preocupada por los problemas de la gente.
    También dijo muchas verdades. "La verdadera tragedia es la pobreza estructural. Hay muchos Tartagales en la Argentina, demasiados para mi gusto...", afirmó. Lo que no se entiende es qué se hizo en seis años de gestión para revertir esa realidad. Evidentemente, no mucho.
    En el gobierno, en tanto, cuentan aún con el respaldo, en muchos casos por interés, de intendentes y gobernadores. Pero no pocos de ellos ven de reojo el nuevo armado. A algunos, sólo el dinero los contiene hoy, no un proyecto al que ven perimido. Los resentimientos por el sometimiento que sufrieron también ayudaría a mover el fiel de la balanza.
    Por lo pronto, la estrategia es clara. El matrimonio presidencial desdoblaría sus funciones. Cristina se dedicará a la gestión, donde deberá enfrentar un sinfín de problemas, y su marido se haría cargo de la política, desde su lugar de presidente del PJ, aunque con fuerte injerencia, también, en la gestión. No descartan invertir los roles del 2005, cuando se utilizó a Cristina para vencer al duhaldismo en la Provincia de Buenos Aires y poner a Néstor como cabeza de lista. A diferencia de aquella vez, en esta oportunidad hasta las encuestas encargadas por los dineros oficiales otorgan una mínima ventaja a un Néstor candidato. Es que un escenario dividido en tres no es el mejor para los deseos oficiales. Las usinas K también barajan los nombres de Sergio Mazza y José Scioli como alternativas.
    Lo cierto es que la elección de octubre es la batalla más importante a la que se enfrentará el oficialismo y marcará, con toda certeza, el rumbo de los últimos años de gestión K y el escenario de la sucesión presidencial.

 

Ernesto Behrensen

 

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