En general, tenemos la tendencia a confundir inseguridad con delincuencia y violencia; si bien estas tres cuestiones van de la mano ya que tienen muchas cosas en común, no son lo mismo.
En primer lugar, el termino inseguridad, es inmensamente amplio y abarcativo, especialmente en nuestro país.
Realizar, por ejemplo, un viaje en La Argentina, ya sea desde un ascensor hasta en avión forma parte de la inseguridad, ir a un hospital también se puede convertir en inseguro, y hasta comer en algunos lugares, ya que los controles bromatológicos se caracterizan por su escasez y precariedad.
Lógicamente, la inseguridad abarca a la delincuencia, que está instalada entre nosotros en todos los niveles y de todas las formas imaginables; desde robos de automotores, pasando por secuestros, violaciones, asesinatos y llegando hasta espectaculares asaltos a bancos con toma de rehenes y fugas cinematográficas incluidas.
La violencia, en cambio, si bien está presente en numerosos actos delictivos y de inseguridad, también la encontramos actualmente en otros hechos sociales; como ejemplos podemos citar hechos tan dispares desde los acontecimientos en el traslado de los restos del Gral. Juan Domingo Perón, enfrentamientos entre sindicalistas, en las distintas protestas y reclamos de trabajadores, en los ámbitos universitarios impidiendo realizaciones de asambleas o conferencias, y finalmente, lo podemos apreciar en el lugar mas común y representativo, como lo es el fútbol argentino.
A esta altura, podríamos denominar a estos tres problemas como “flagelo”, ya que muy por el contrario de encausarse, van en crecimiento, como símbolo emblemático del deterioro social y cultural por el que estamos atravesando.
Esta situación permite que hoy, quien quiera, pueda realizar cualquier tipo de protesta sin que intervenga la policía, y que además los jueces y fiscales también contribuyan a que la inseguridad y la delincuencia extiendan sus límites de impunidad, con el agravante de que las cárceles se encuentran saturadas, generando, asímismo, otro foco de violencia.
La situación no es fácil de resolver, ya que la venimos arrastrando desde hace más de diez años, pero lamentablemente, la falta de políticas de Estado nos hace presumir que no encontraremos la solución a corto o mediano plazo.
Aquí vemos que, dentro de la coyuntura para encontrar soluciones realmente efectivas, se deben tomar decisiones estructurales que abarquen desde la educación, el trabajo y políticas de seguridad concretas.
Sin embargo, los responsables, o sea el Estado, ya sea provincial o nacional, no sólo no toman las medidas correspondientes, sino que además ni si quiera hacen caso omiso de la situación, demostrando una total incapacidad o, en su defecto, una llamativa negligencia, tratando de disimular esta penosa situación aludiendo, como en el caso del Dr. Arslanián, a “La situación social” como factor determinante y generador de la violencia, la inseguridad o la delincuencia.
Por otro lado, en estos últimos años se están dando a conocer, según estadísticas oficiales, que los índices de pobreza descienden sustancialmente, contradiciendo al Secretario de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
Esto no hace mas que demostrar la impericia o, tal vez, la falta de decisión política de nuestros dirigentes para solucionar los problemas que hoy mas preocupan a los argentinos, inseguridad, delincuencia y violencia.
Pablo Dócimo