A poco de abandonar el gobierno y colocar
a Cristina como su “Chirolita” en la Casa de Gobierno, Néstor Kirchner comenzó
los trámites para obtener la ciudadanía alemana, un proceso ya concluido y que
hace al primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires
como un hombre con doble ciudadanía, su originaria argentina y su adoptiva
alemana.
Hijo de un descendiente de alemanes —Néstor Carlos, ex
funcionario de Correos y conocido como el gran usurero de Santa Cruz—, la
ascendencia paterna le confiere el derecho de adoptar la ciudadanía de sus
ancestros y así poder ser miembro de la Comunidad Europea.
El detalle no es anecdótico ni un reconocimiento del ex
Presidente a la tierra de su familia paterna. La ciudadanía alemana la usaría
para refugiarse en ese país, al igual que hizo Fujimori en Japón cuando
destituido del gobierno, fue acusado por múltiples casos de corrupción. Es
cierto que ahora que Fujimori fue condenado en Perú a unas cuántas décadas de
cárcel después que Japón desistiera de proteger a uno de sus súbditos
múltiplemente acusado en los juzgados de Lima, es lógico suponer que la
ciudadanía alemana sólo le permitiría a Néstor Kirchner dilatar su extradición
en el momento que un futuro gobierno lo lleve a la Justicia acusado de
innumerables casos de corrupción y hasta narcotráfico, si avanza en el futuro la
investigación de la causa de la aerolínea Southern Winds, transportadora
oficial de cocaína del entonces Presidente y su séquito.
Y si también se insiste en la Justicia en el homicidio del
empresario pesquero de Santa Cruz Raúl “Cacho” Espinosa, muerto por un sicario
presuntamente de la ETA protegido por Néstor K., la situación se tornaría mas
grave aún y difícilmente el gobierno alemán se atreva a proteger a un ex
Presidente que adoptó la ciudadanía germana no por amor a sus antepasados sino
para defenderse del “Nunca mas” a que se deberá atener el kirchnerismo cuando
abandone el gobierno.
La tramitación del Néstor K de la ciudadanía alemana no fue
un rumor surgido de cualquier usina informativa o desinformativa. Se la contó
a su séquito de amigos y subordinados Rudy Igor Ulloa cuando hace un tiempo
entró en cortocicuito con su viejo jefe y amigo, a raíz de un dinero que el ex
Presidente no le autorizaba retirar de algunas de las muchas cajas negras que
maneja el gobierno. Ulloa se alteró en demasía por los compromisos asumidos
con terceros y en una rueda de amigos confió una discusión muy fuerte que habría
mantenido con el ex Presidente, a quien le habría reprochado que mientras él
pensaba refugiarse en Alemania cuando le llegase la hora final, el resto de su
cofradía presentaba un destino incierto, aunque muchos terminaran de una u otra
forma en la cárcel.
En ese entonces (mediados del año pasado), Rudy Ulloa produjo
algunos movimientos sospechosos. Se mudó a un country de Pilar, vendió muchas de
sus propiedades y envió pertenencias valiosas a Punta Arenas, Chile, su lugar de
origen.
Ulloa argumentó entonces que se estaba divorciando, pero su
movimiento sonaba más a una huída anticipada que a evitar un reparto de bienes
en plena disolución conyugal. Ya finalizada la crisis del campo con la derrota
del kirchnerismo en el Congreso por la Ley de Retenciones, Ulloa avizoró que
la caída del gobierno era inminente y quienes estuviesen involucrado en causas
que pudieran llevarse a la justicia tenían que preparar la retirada con el mejor
orden posible.
Alguien le preguntó entonces si “Cristina también se
refugiaría en Alemania”, y Ulloa respondió que no, pese a ser una incógnita el
futuro de la actual Presidenta cuando abandone su mandato. Desde ya, se sabe que
odiaría vivir en Cuba, y que tampoco la Venezuela de Chávez le viene bien. “Pero
Alemania, nunca”, habrían sido entonces las palabras de Cristina frente a la
posible radicación con su marido en el país germano.
En aquellos días —vale recordar que el deterioro de los K aún
no había avanzado a niveles tan pronunciados como ahora—, después de la derrota
frente a “La 125”, se hablaba de un plan de fuga frente a la crisis
institucional más o menos programado.
Mientras Néstor K preferiría sembrar un caos institucional y
retirarse al estilo De la Rúa, pero victimizándose de la misma crisis que él
pergeño, algunos a su alrededor prefirieron aconsejar una movida de piezas menos
traumática.
Por caso, una renuncia conjunta de Cristina pero también
de Julio Cobos, una asunción provisoria del gobierno de José Pampuro, un retiro
de la Gobernación de la Provincia de Daniel Scioli para que tome su lugar
Alberto Balestrini.
En el kircherismo suelen definir la confianza que le
tienen al gobernador motonauta de la siguiente forma: “No hay que perder de
vista que Daniel Scioli es tanto un genuflexo serial, como un traidor
compulsivo... así que dejarlo con poder en la provincia no es para nada seguro
para los K.”
Las próximas elecciones —si se llegan a realizar— definirán
mucho el futuro de ese plan de fuga de los pingüinos para el tiempo que les
llegue a ellos también el “Nunca Mas”.
Lo cierto e indubitable es que ya Néstor Kirchner pronostica
un sombrío futuro, que hasta tanto le llegue la extradición, la pasará
seguramente en las cervecerías alemanas haciendo uso de la ciudadanía que
recientemente adquirió.
Lo decía Jorge Porcel: ¿No es fino?
Jorge D. Boimvaser
Especial para Tribuna de periodistas