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Nisman, el siempre fiel

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LAS MENTIRAS OFICIALES (AHORA RATIFICADAS POR EL KIRCHNERISMO)
LAS MENTIRAS OFICIALES (AHORA RATIFICADAS POR EL KIRCHNERISMO)

NISMAN

 

“El fiscal Alberto Nisman pidió al juez federal Rodolfo Canicoba Corral la detención del colombiano Samuel Salman El Reda. Se radicó en la Argentina siete años antes del atentado. Estaba vinculado con Moshen Rabbani, quien tiene pedido de captura de Interpol. Se trata de Samuel Salman El Reda, señalado por la investigación que lleva adelante el fiscal general Alberto Nisman como el máximo responsable de la conexión local del atentado, quien este mediodía solicitó mediante un dictamen la detención del sospechoso a la Justicia federal.

Oriundo de Colombia, El Reda habría formado parte del núcleo más radicalizado de la comunidad musulmana residente en la Argentina y se hallaba inserto en el medio local desde el año 1987, siete años antes del atentado. Una semana después del ataque terrorista, el colombiano —de 43 años— salió del país y se radicó en El Líbano, según revelaron a Infobae.com fuentes judiciales.

Casado con una ciudadana argentina desde 1989, El Reda vivió en Buenos Aires durante largos períodos en los siete años previos al atentado y está señalado en la causa como una de las personas de más confianza de Moshen Rabbani, hoy con captura internacional y circular roja de Interpol por su participación en el atentado.

Nisman presentó el dictamen ante el juez federal Rodolfo Canicoba Corral. En la actualidad, El Reda—nacido el 7 de julio de 1965 en Colombia— vive en El Lïbano.

Según confirmaron a Infobae.com desde Comodoro Py, la Fiscalía también logró determinar que entre cuatro de las camionetas Traffic individualizadas y que a la fecha no han aparecido —de un total de 8.000 analizadas— se encuentra aquella con cuya carrocería se armó el coche bomba que explotó el 18 de julio de 1994 en la sede de la mutual judía.

El Reda habría tenido activa participación en la preparación y consumación del atentado, ya que fue él —siempre según el dictamen del fiscal Nisman— quien coordinó la llegada al país, estadía y partida del grupo operativo, como así también las operaciones de logística y demás actividades que el grupo ejecutó en la fase final del atentado.

Según el dictamen al que tuvo acceso este medio, el sospechado recopiló, centralizó y transmitió toda la información necesaria para la ejecución del atentado, al coordinador del ataque que se encontraba en la Triple Frontera y a los representantes de la organización terrorista Hezbollah en El Líbano.

El día 15 de julio de 1994, tres días antes de la explosión, la Traffic utilizada como coche bomba fue estacionada, a las 18:00, en Jet Parking, a cuatro cuadras de la sede de la AMIA.

Diez minutos después, Rabbani, desde su teléfono celular, conforme al sistema de celdas que determinan la ubicación de un teléfono celular al momento en que es activado, se comunica con su mezquita desde las inmediaciones del lugar en que fue estacionada la Traffic. La llamada duró apenas 26 segundos, tiempo por demás suficiente para avisar que fue estacionada con éxito, señala el dictamen de la Fiscalía.

Según el dictamen, se pudo establecer que quien atendió ese llamado en la mezquita fue Samuel Salman El Reda, quien tras esa comunicación se dirigió a un locutorio de la calle Nazca al 1700 e informar sobre la presencia de la camioneta blanca. Luego, llamaría al militante de Hezbollah Khodor Barakat, residente en la Triple Frontera, adonde viajaría horas después en un vuelo de Austral.

La investigación realizada respecto de El Reda permitió demostrar de que manera burló varias veces los débiles controles migratorios existentes en ese momento para ingresar a nuestro país, con el propósito de no dejar rastros de su presencia en Buenos Aires para determinadas fechas, especialmente cuando mantenía estas comunicaciones tan comprometedoras para su situación procesal.”, según la información propalada por Infobae al final del miércoles 20 de mayo.

A pesar del tono tremendista de la misma, cabe destacar que su espíritu no es nada nuevo ya que continúa con el rito iniciático del cuento persa tan gastado pero inalterablemente incólume. Por eso, este dislate del inefable fiscal Alberto Nisman no sorprende a nadie, en el marco de las actuales relaciones carnales que sostiene el binomio gobernante K con Israel. Pues no les basta con reinventar el cuco antisemita, echando mano a un grupo cuasi ingnoto supuestos militantes de ultra—extrema—izquierda, que luego a pesar de las negativas oficiales resulta ser de procedencia paraestatal. Sino también continuar hasta cansar sin hesitar, con el consabido y tremebundo verso del atentado antisemita perpetrado por un comando suicida oriundo de Medio Oriente.


¿Los libros no muerden?

Pero los mismos, a veces remuerden las conciencias de quienes las tienen intranquilamente sucias. En AMIA, la gran mentira oficial (1), escrito por Christian Sanz y por este servidor, se destierra definitivamente las bravatas emitidas más arriba que hacen las delicias de los propagadores de este atentado a la razón. Pues allí se deja bien en claro que, tanto la masacre de la calle Pasteur, como su homóloga de la calle Arroyo en marzo de 1992, están estrechamente vinculadas a las promesas incumplidas que Carlos Menem hizo a Siria respecto a lavado de dinero del narcotráfico y tecnología nuclear. Promesas que, obviamente, nunca cumplió. Este es uno de los motivos en que aparecen sirios involucrados en las investigaciones de ambos atentados, los que jamás fueron molestados hasta el día de hoy. Y, demás está afirmar, ni siquiera fueron mencionados en el juicio de 2004. En 1996, el entonces jefe del Mossad, Danny Yatom, reabrió la investigación sobre el ataque a la mutual judía y la embajada israelí y se topó con “el pasado del presidente (Menem) y de la primera dama” y “descubrieron que Menem tenía vínculos cercanos con miembros de grupos terroristas dentro de la comunidad siria en Argentina”. Esto se desprende de la investigación realizada por el periodista Gordon Thomas, autor de Mossad, la historia secreta. Por lo que se puede inferir, la verdad siempre está ahí afuera aunque como en el libro de marras citado arriba, la misma siga oculta en la oscuridad de un sótano.

Una periodista israelí, Nuri Steinberg, que había hecho su propia investigación sobre el atentado y publicado sus hallazgos en el semanario Kol Hair de Jerusalén (que depende del diario Haaretz) confirmó esta declaración. Poco después de publicar su detallado informe –nunca desmentido por Menem y su gobierno— la periodista fue víctima de un incidente (…) El único objeto robado fue el disquete donde había almacenado toda la información (..)

El Ministerio de Asuntos Exteriores israelí ignoró las afirmaciones de Steinberg. Sus portavoces comenzaron a alimentar historias que acusaban a Irán de la destrucción de la embajada, perpetrada por su socio, el fanático Hezbollah.

(Pero en Buenos Aires) los investigadores del Mossad seguían encontrando pruebas preocupantes que contradecían la opinión del Ministerio de Asuntos Exteriores acerca de la culpabilidad de Irán y el Hezbollah (y puso la lupa sobre) “ Monzer Al Kassar, un veterano traficante de armas y drogas cuyo círculo de amigos abarcaba desde Oliver North hasta Abu Nidal”

Nueve meses antes del atentado, un noticiero de televisión de Damasco mostró al hermano de Carlos Menem, Munir, entonces embajador argentino en Siria, filmado conversando animadamente con el citado Al Kassar, actualmente en prisión acusado de proveer de armas a las FARC. Poco después del atentado contra la embajada israelí, Munir fue trasladado a Buenos Aires. El equipo del Mossad no había podido descubrir por qué.

Yatom reparó que en abril de 1992, su antecesor Shavit había retirado de Buenos Aires al equipo de investigadores a sus órdenes: “En realidad —escribe Thomas—, se le había ordenado a Shavit archivar el expediente, hecho notable dado lo ocurrido cuando el Mossad se retiró”.

Es que en Buenos Aires, el embajador Yizthak Shefi, cuya esposa había muerto en el ataque, insistía en que “Siria estaba implicada” en el mismo. Tácitamente, apuntaba a que Menem debía responder algunas preguntas. Pero el ex presidente elevó una protesta ante el primer ministro Shimon Peres, y Shefi fue llamado “a consulta” a Israel y no regresó a Argentina.

Respecto a la AMIA, Thomas asegura que el gobierno israelí convalidó la acusación argentina a Hezbollah y que “este grupo hizo, contra su costumbre, una declaración en Beirut negando cualquier vínculo”.

A pesar de todo esto, profusamente documentado en la obra en cuestión de los autores mencionados, se sigue mintiendo deliberadamente en aras de la prosecución del encubrimiento, teniendo al fiscal Nisman como uno de los principales bastoneros del mismo.

Fernando Paolella

(1) Descargar gratuitamente el libro AMIA, la gran mentira oficial desde aquí

 

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