No pueden haber términos medios para condenar a la prensa amarilla, patología, aberración, del periodismo. Usura, corrupción, un mundillo de espanto, detrás de cada línea de una crónica amarilla. Ahí está el gusano comiéndose el cadáver públicamente, devorándose a la víctima en vista y paciencia de la sociedad. No sólo hablamos de los medios escritos, específicamente los tabloides que se dedican a comerciar con la muerte, la honra, el escándalo, sino a grandes cadenas de televisión, saturadas de morbo.
Jorobados comparten con proxenetas, rufianes, ejércitos de malandrines, despojos de basurales, la infancia violada, golpeada, humillada, el escándalo y el sobrino, las institutrices del morbo sonríen en la pantalla pintarrajeadas de oreja a oreja.
Periodismo de alcantarilla, en redacciones de cloacas, un mundo así no requiere de morteros ni misiles, las zanjas están abiertas para convertirlas en fosas comunes de la palabra. Del fraude a la miseria humana, hay un periodismo de pasarelas macabras.
El mundo se sostiene con clavos como en los días del viejo madero, sangrante, y el periodismo, juega a la gallinita ciega en el Monte de los Olivos. Tiempos maniqueos, perversos, charlatanes, huérfanos, pero doctos en patologías. Ya el siglo tiene sus cinco jinetes y a galopar. Luego no habrá nada nuevo bajo el sol o nada de nada definitivamente.
No hay fronteras para la miseria humana, se globaliza la audacia, anda descalza o con medias, zapatitos rojos, no importa, sólo que camina a paso de ganso.
Los Papparazzi hacen su trabajo en al vida moderna y van detrás de la foto comprometedora. El hecho existe. El riesgo también. Es un “acuerdo mutuo”, podríamos decir, entre el trasgresor y el Paparazo. Ya se conocen y saben a lo que van. Gato y ratón.
Es un tipo de periodismo de alto riesgo, criticado, pero admitido en distintos países.Pertenece a una clase social. Todos lo saben, que detrás de una Reina, una princesa, una estrella, alguien importante, está un Paparazo. Las reglas están ahí, la convención es escapar del flash, o ser atrapado.
Si la estrella no fuera tan fugaz y viviera una vida en equilibrio, los Paparazzi no existirían, y todo sería más aburridos.Si las reinas, la realeza fuera igualmente discreta con su vida, llevaran días más o menos normales, los paparazos brillarían por su ausencia, morirían de asco, languidecerían, se les vería como maceteros arrugados con flores podridas.
La CBS, poderosa cadena norteamericana, ha ido más lejos. Acaba de divulgar unas fotografías en blanco y negro, tomas muy cercanas, de la princesa Diana de Gales, cuando agonizaba. Patéticas, siniestras fotos, con la princesa botando sangres, un amasijo de vida agonizante. Un morbo viejo además, de un hecho aún no aclarado que le costó la vida en un supuesto accidente en Francia. ¿Qué motiva esta puesta en escena de dolor, desprecio,?. ¿La otra d?, dinero. Quizás hay algo más en esta repugnante patología periodística, que un simple pasado convertido en algo nuevamente noticioso.
Los medios británicos, entre los cuales se encuentran algunos crueles perseguidores de Diana, mostraron su malestar por el mal gusto de la CBS.
Espeluznante, devastador, fueron las palabras para la CBS, de periodistas británicos, allegados a Diana y de su hermano Lord Spencer como el papá de su novio muerto en el supuesto accidente, Mohammed Al Fayed.
Rolando Gabrielli