Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte de la princesa Diana Spencer, la misma que provocó la ira de la realeza británica al plantar al anodino príncipe Charles. Aquel 31 de agosto de 1997, el auto Mercedes Benz en que viajaba con su pareja Dodi Al Fayed, un magnate egipcio con el cual según algunas versiones iba a tener un hijo, se estrelló a toda velocidad contra una de las columnas del puente del Alma, en París.
Según la versión más inocente, esto se produjo cuando Henry Paul trataba de eludir la persecución de unos paparazzi en motocicleta. Sin embargo, la más inquietante que resuena aún hoy es que ellos fueron víctimas de un complot, urdido por la despechada Isabel 2° y perpetrado por la larga mano del MI5 británico. Esto se basa, por una parte, en la carta que la misma malograda princesa dirigiera a su mayordomo Paul Burrell en octubre de 1996, en la que dice en uno de sus párrafos: “Esta etapa de mi vida es la más peligrosa. Mi marido está planeando un accidente con mi coche, algún tipo de fallo que me produzca una herida en la cabeza, para dejarle el camino libre para que se pueda casar". Cabe recordar que Charles estaba de amante de Camilla Parker-Bowles.
El ‘’accidente en mi coche’’ fue perpetrado, según esa teoría, por unos operativos serviciales que se desplazaban en un FIAT Uno blanco, apoyados por otros travestidos de paparazzi motorizados. Estos últimos serían los que quemaron la retina del chofer Henry Paul, al embocarle en los ojos un laser anteriormente usado para guiar las bombas inteligentes de origen estadounidense Pawevay. Pero lo más inquietante, dentro de la misma cuestión, es que Diana sobrevivió al encontronazo y fue asesinada posteriormente dentro de una ambulancia por sérpicos que la iban de paramédicos.
La verdad como víctima colateral
Las lagrimas de cocodrilo y el funeral a regañadientes ofrecido por la realeza no convencieron a nadie, menos al padre de Dodi, Mohammed Al Fayed, quien vanamente invirtió tiempo y dinero para demostrar que en realidad fue un asesinato a dúo y no un mero accidente de auto. El primer batacazo lo sufrió en 1999, al determinar la justicia francesa que el suceso se debió exclusivamente al estado de ebriedad de Henry Paul. Y el broche de oro tuvo lugar en 2006, cuando la Policía Metropolitana londinense determinó que la teoría del complot no tenía ninguna base de sustentación real.
Aunque, a trece años de distancia, no es fantasioso inferir que el citado Al Fayed estuviese en lo cierto, y que su hijo y nuera no se mataron en un confuso accidente al estrellarse en ese puente parisino.
Pero, como sucede en estas cosas pesadas, la verdad es la primera que matan luego de las personas, siendo esta misma la principal baja colateral en el banquete de esos tipos que no tienen ni patria, ni bandera, ni madre.