Existen varias ventajas con las que se
cuenta cuando uno se comunica frecuentemente por medio de sus publicaciones, por
ejemplo, el acceso directo a la opinión de la gente que a una la lee. Porque
también hay muchísimas adversidades, sobre todo cuando se comulga con el
ejercicio de la investigación y el análisis del “periodismo independiente”,
condición sine quanon presente en cada miembro del equipo de
Profesionales que conforman Tribuna de Periodistas (aunque quienes no
estén facultados para tal ejercicio ataquen sistemáticamente suponiendo que la
gente es tonta y no puede distinguir la calidad entre un servicio de información
y el otro). Y ni hablemos de los permanentes plagios que honestamente ya me
tienen hasta la coronilla, pero claro, cuando alguien no puede crear ni analizar
nada a la luz de un “foquito medianamente potente” en su interior, tiene que
plagiar para auto-engañar su pigmea autoestima…..
´ Bueno, Nidia (me digo), superemos la indignación y sigamos
adelante.
Decía entonces, nada mas gratificante que poderse contactar
con tantas personas cuyas ideas o emociones serían imposibles de conocer de otra
forma, salvando a veces distancias enormes, y teniendo acceso en cierto modo a
una porcioncita del mundo de ellas que no pueden expresarse, quizás como
quisieran por diversas circunstancias.
Este acto simple de recibir tantos mails, favorece, al menos
en mi caso, el acceso a innumerables datos que por falta de tiempo debido a mis
múltiples actividades, me sería imposible encontrar.
Tal es el caso del material que me enviara hace bastante
tiempo un lector “Marcos Andrés Nehoda” relativo a las investigaciones
realizadas por una religiosa, “la Hermana benedictina Teresa Forcades I Vila”,
quién además es Médica y Doctora en Teología.
La Hermana Forcades, realizó una exhaustiva investigación
a la que denominó “Los Crímenes de las grandes compañías farmacéuticas”, donde
encuentra innumerables ejemplos que prueban como las “mafias corporativas
vinculadas a la salud humana”, carecen por completo hasta del más ínfimo sentido
de ética a la hora de planear estratégicamente sus siderales ganancias.
Narra la religiosa que en el año 1998, la compañía
farmacéutica mas importante de los Estados Unidos, “Pfizer”, lanzó a la venta el
famoso paliativo para la disfunción sexual masculina, comercialmente conocido
como “Viagra”, lo que redundó en un éxito mundial tal que para 2001, mas de
diecisiete millones de hombres de todo el mundo lo consumía, inclusive
individuos cuyas edades no superaban los 16 años, suponiéndolo un activador de
la potencialidad funcional en términos temporales inmediatos. [Léase: prolongar
el ejercicio del “viva la Pepa” mas allá de lo que permite la naturaleza en un
adolescente, lo que también redundó en varios casos de internación urgente a
causa de trastornos cardiovasculares severos]
Pero lo mas interesante que encontró la Hermana Forcades fue
que meses antes del lanzamiento al mercado del Viagra, en Cape Cod, New York,
había tenido lugar el primer encuentro de nueve compañías farmacéuticas con
médicos especialistas en diversas disciplinas, a efectos de planificar el
hallazgo de factores determinantes de una “hipotética” disfunción sexual
femenina. Dicho en castellano, las nueve corporaciones citaron a los
Profesionales Médicos ofreciéndoles jugosas sumas y les propusieron: “pensemos
qué podemos inventar, que no suene tan descabellado, barnizado con explicaciones
científicas, para hacer creer a las mujeres que también pueden padecer el mismo
trastorno de disfunción sexual así empiezan a comprar nuestros productos y
seguimos incrementando nuestras ganancias”.
Pero encontraron un primer problema serio: tal disfunción no
existía de manera natural como es el caso de los hombres en relación a la
erección. La cuestión anatómico-fisiológica de las mujeres tiraba por tierra
toda posibilidad de sufrir de manera masiva este trastorno. Podía ser posible en
patologías individuales y muy aisladas, pero nunca en una cantidad que pudiera
redundar en extraordinarias ganancias como las Compañías deseaban.
Sin embargo, como la voracidad de estos especuladores no
tiene límites, siguieron adelante con su proyecto y en 1998 se celebró en Boston
la primera conferencia internacional para la elaboración de un consenso clínico
sobre la disfunción sexual femenina, y un año mas tarde, se publicó en la
revista “Jama” un artículo titulado: “Disfunción sexual en EE UU: prevalencia y
variables predictivas”.
En el mismo se aseveraba con “hipotética” objetividad
científica, que un 43% de la población femenina de EEUU sufría la “nueva
enfermedad”, y que el proceso que permitía su identificación consistía en
elaborar una lista de siete problemas considerados cada uno de ellos de
suficiente peso como para justificar el diagnóstico.
La muestra fue de unas mil quinientas mujeres quienes
completaron un cuestionario ad hoc, los que fueron evaluados de manera que
“correspondieran” a las respuestas que serían de utilidad a las compañías para
demostrar la necesidad de lanzar al mercado el nuevo fármaco, cuyo precio y
dosis mensuales ya había sido acordado.
Una de las tantas “características” de la encuesta era su
poco margen para aclarar aspectos relativos a la hipotética disfuncionalidad,
característica que es mucho mas frecuente de lo que se cree en este tipo de
estudios de campo.
Así por ejemplo, una encuestada solo podía responder “si” o
“no” ante la pregunta de si no había sentido deseo sexual por cerca de dos meses
en el último año, sin importar si había quedado viuda, si estaba depresiva
porque acababa de enterrar a su hijo, por estrés, por una relación de pareja
insatisfactoria, o lo que fuere que justificara su falta de deseo.
En octubre de 1999, se realizó el tercer encuentro sobre el
tema, organizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston,
promovido y financiado por dieciséis compañías farmacéuticas, del cual surgió el
Fórum para la Función Sexual Femenina.
Este Forum celebró dos conferencias en Boston en 2000 y 2001,
y para 2003 los instrumentos para la manipulación de los criterios médicos
adaptándolos a las necesidades económicas corporativas estaba ya listo.
Gracias a la indignación y consiguiente protesta realizada
en 2004 por la comunidad médica, se impidió la comercialización del primer
medicamento destinado a paliar la disfunción sexual femenina.
Los profesionales, asimismo, alertaban sobre los efectos
esperados luego de la implementación de dicho tratamiento en tanto, no solo se
trataba de una burda mentira de las compañías farmacéuticas, sino que se exponía
a la población femenina a incrementar de manera masiva el cáncer de mama y las
enfermedades cardíacas.
En fin, comparaba esto con lo ocurrido hace poco en nuestro
país sobre efedrina, medicamentos adulterados, etc. y pensaba: “al menos las
mafias farmacéuticas estadounidenses parecen ser un poco mas creativas”, digo,
su accionar resulta menos burdo y mas elaborado cuando de dinero mal habido se
trata.
Y por último me preguntaba, ¿cuántos medicamentos
innecesarios de consumo masivo, creados con los mismos fines estarán ahora
consumiendo los habitantes del planeta?
Nidia G. Osimani