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Néstor

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AUGE Y CAÍDA EN UNA NOCHE AGITADA
AUGE Y CAÍDA EN UNA NOCHE AGITADA

No lo podía creer. La dinámica de lo impensado estaba haciendo estragos su cesarista sueño de poder absoluto, justamente en el día en que juraba como diputado nacional. Néstor Kirchner terminaba aceptando a regañadientes lo inevitable, que en la noche del jueves 3 de diciembre la oposición logró arrebatarle la mayoría a su desangelado Frente para la Victoria, con un total de 129 bancas contra 87 propias y  28 aliados.

 

Pero antes de reconocer que había perdido, intentó mediante aviesas maniobras demorar ese final. Hacia el mediodía sus emisarios intentaron comprar las voluntades adversarias con propuestas que bordeaban el dislate, tanto Eduardo Fellner y Agustín Rossi buscaron obtener la presidencia y la vice, así como el control de varias comisiones estratégicas. Pero la oposición, que no come vidrio, se negó de plano.

Obvio que detrás de esos manejos estaba el supremo pingüino, desgañitándose ante el cerrado rechazo de quienes ya lo imaginaban al borde del estallido de crispación. Ante eso, un oportuno salvavidas lanzado por el ex ARI Eduardo Macaluse le dio un poco de oxígeno a un oficialismo que no se imaginaba pasar por semejante trance.

Los dos emisarios Fellner y Rossi aceptaron un principio de acuerdo que otorgaba la presidencia para ellos y la vicepresidencia segunda, así como el control total de las comisiones por parte de la oposición. Pero en aquellas consideradas clave, el kirchnerismo se reservaría la mitad menos uno de sus miembros.

Pero esto duraría poco. Hacia las 17 hrs Néstor Kirchner no llegaba a jurar, y comenzó a correr un rumor que aducía que desconocía todos los acuerdos. Su lógica rupturista afloraba en todo su esplendor, intentando poner en un brete a la oposición. Pero le salió mal.

De nada sirvió los 10 mil militantes que pugnaban por hacerse oír en la vecina Plaza de los Dos Congresos, en su inmensa mayoría arreados en micros escolares. Esa no era la concreción de su amenaza favorita, el control de la calle por parte de sus adictos rentados. Recurso que le sirvió el año pasado, durante la contienda por la resolución 125.

En carne propia estaba sufriendo un topetazo de realismo, tan crudamente que arrasaba todas sus mentiras primordiales urdidas desde aquella otra noche aciaga, la del domingo 28 de junio.  Es que, a pesar de eso, él prefiere dejarse dominar por la ira, pegarle a la pared y proferir insultos contra una caterva conformada por oligarcas, clase media, medios, traidores y nostálgicos que siempre se conjuran para escupirle el asado.

  

Triste, solitario y final 

Viendo lo que sucedía, su esposa y presidenta Cristina Fernández optó por no aparecer mientras el canal oficial transmitía un partido de futbol en el que se enfrentaban Estudiantes vs Chacarita.

A las 22.40 hrs, a pesar de los ingentes esfuerzos por impedirlo se votó el acuerdo que él había obturado por la tarde y debió resignarse a lo inevitable. Su primera jornada como diputado culminaba con una derrota aplastante, como si la realidad en forma de Muhammad Alí le hubiera propinado una golpiza memorable. Afuera, los que batían bombos y proferían cantitos a sueldo optaron por la retirada.

Y él también. Subió a su auto, saludó casi por cortesía y confesó a La Nación que ¨reglamentariamente no estamos de acuerdo con lo que se votó, pero lo más importante era que el Congreso funcionara a partir del 10 de diciembre. Esta será una prueba muy importante para la dirigencia argentina, que tendrá que convivir en la diversidad. La gobernabilidad dependerá de los actores. La dirigencia tendrá que demostrar toda su responsabilidad¨.

¿Realmente creerá esto que le manifestó a un diario, a su juicio férreo opositor ligado según su visión a la puta oligarquía? Como parte de la dirigencia argentina, ¿realmente convivirá con la diversidad respetando acuerdos, cuando está avezado a estallarlos?

El ex presidente devenido diputado ha sufrido una derrota tras una dura batalla, pero no perdió la guerra. Todavía no.

Pues este pingüino endurecido en tantas contiendas, sobre todo luego de seis años al frente de la Nación, aún puede dar varias sorpresas a una oposición, que más parece un rejunte circunstancial de voluntades que un bloque hegemónico capaz de hacerlo temblar y arrugar.

 Fernando Paolella

 

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