Según los cultores de la medicina cuántica, aplicando esta modalidad terapéutica, los individuos enfermos (no mencionan a los peces, batracios, reptiles, aves y mamíferos aparte del hombre) los procesos biológicos recuperan ciertos niveles energéticos y… ¡adiós patologías! ¡Si las he visto o padecido, no me acuerdo! ¡Así de sencillo!

     Dicen los terapeutas cuánticos, que cuando el organismo entra en desorden, es atacado por los gérmenes patógenos, sin defensas. Hasta aquí vamos bien. Pero vamos mal cuando dicen que cada persona desarrolla una enfermedad distinta, pero “por suerte” el sistema del “campo Cuántico” cual personaje justiciero, pone las cosas en orden y… ¡adiós virus y bacterias patógenos; parásitos, otras malignas criaturas de todas las especies y todas clases de neoplasias!

     Disiento. Si el tiempo es oro (como se dice) hay que aprovecharlo de inmediato. Esta es la ley primera en materia de patologías; dejemos los “campos cuánticos” para más tarde.

     La física cuántica, alias mecánica ondulatoria, es la que estudian los físicos de partículas con el fin de desentrañar este misterioso mundo en que nos hallamos introducidos y… del que formamos parte con nuestras moléculas, átomos, quarks, que, enjambrados en seres vivientes nos muestran el mundo biológico a partir de un virus, pasando por las bacterias y protozoarios, hasta un elefante o una ballena azul de más de 30 metros de longitud, y por otra parte ese mundo clorofílico que denominamos vegetales desde un musgo hasta un ombú de las pampas argentinas.

     Con el famoso físico inglés Stephen Hawking a la cabeza, esta curiosidad física, la cuántica, cambió sobremanera el concepto sobre el mundo y la vida, pasando de lo concreto: cuerpo viviente (animal, vegetal o virus), a la noción más exacta de proceso viviente, y… más atrás, en lugar de una “burda” materia con sus componentes: protón, electrón y neutrón, se pasó al misterioso quark, de lo cual todo está hecho, incluso los agentes patógenos y las alimañas.

     Soy el primero en afirmar que la materia no existe, pero, vayamos por partes, sólo hay formas de energía “empaquetada”, pero jamás se trata de esa supuesta energía de la que nos hablan los esotéricos y los charlatanes. Esto lo explico y aclaro en mis libros.

     Bien, pero… si ahora pasamos a la “misteriosa” medicina cuántica, nos encontramos cara a cara con cierta energía que nos puede enfermar, pero que también podemos dominar si nos proponemos sanar a sus víctimas. Basta para ello (según los “médicos cuánticos”) aplicar ciertos (para mí vanos) cuantos de energía, con el fin de que sea recuperada la preciada salud de muchos enfermos.

     Los procesos biológicos fallidos, dicen, retornan a su normalidad, pues las moléculas de las células de los tejidos vivientes comienzan a comportarse como un solo santo.

     Si bien según mi teoría explicada en algunos de mis libros de mi propia autoría  ¡la materia no existe!, sino distintas formas de energía “suelta” o “empaquetada” (aún en un cascote) que nos engaña, haciéndonos creer que se trata de algo sólido (véase física cuántica), me hallo a años luz de ser un espiritualista.

     Sabemos que la física cuántica, de la mano del célebre físico británico ya citado Stephen Hawking, es la que trata del comportamiento de la intimidad de la materia y hasta el día de hoy anda como identificada con los ultradiminutos quarks. Pero de aquí a suponer que de esta “tortilla” de microelementos puedan surgir como por encanto curaciones milagrosas es un despropósito. Aun falta mucho, ¡muchísimo! para decir la última palabra al respecto.

     Pero la “chantería” (valga este neologismo) anda por ahí pregonando y prometiendo curaciones cuánticas a diestra y siniestra empleando un lenguaje técnico (con el fin de “mandarse la parte” y engatusar a algún pobre diablo enfermo, prometiéndole curación exprés en lugar de enviarlo corriendo a un buen especialista de la medicina clásica.

     Los sanadores cuánticos dicen, por ejemplo, que al perder cierto organismo la capacidad para funcionar armónicamente, surge como por ensalmo la enfermedad. ¿En todos los casos? ¿Con el dengue en acecho, la fiebre palúdica, el mal de Chagas y otras “delicias” con que nos obsequia la “bonachona” naturaleza también?

     Dudo de que los microorganismos patógenos se asusten de un cierto “Campo Cuántico”; más bien se infiltran en el torrente sanguíneo plenos de energía vital, para cumplir su cometido desastroso en el organismo infectado.

     Los médicos cuánticos parecen confundir energía vital con sistema inmunológico y nos dicen que el campo cuántico se halla diseñado para el restablecimiento del organismo, como si este estuviese embrujado, víctima del “mal de ojo”, “la pata de cabra” u otros maleficios.

     Más bien me fiaría mejor en un régimen alimenticio sano, alejarme de todo estrés, realizar ejercicios físicos y tomar la vida con optimismo con el fin de mantener una existencia sana, equilibrada. Mas si por desgracia me aqueja un mal, buscar lo mejor en el ámbito de la medicina clásica y de avanzada, dejando los cuantos energéticos que cumplan su cometido biológico ayudados por una sana alimentación, apartarme de todo exceso, buen ejercicio físico optimismo en la vida y poseer fe en la sana ciencia alejada de todo canto de sirena.

     En los casos de curación cuántica, lo que salta a la vista es sólo un cierto alivio por sugestión en los casos de patologías leves, aunque, por lógica, todo depende de la sugestionabilidad de cada individuo con problemas de salud. Pero de ahí en más ¡cuidado! No juguemos con la salud con los que prometen una pseudopanacea identificada claramente como una neta pseudociencia, dejando de lado esa especie de cháchara que reza: “La medicina cuántica, debe su desarrollo a una nueva visión del hombre y del mundo, donde todo lo existente es interpretado como energía manifiesta en distintas formas”.

     Si bien en mis libros explico que, finalmente todo es energía; en los sólidos es energía “empaquetada” pero… ¡ojo! No exageremos la nota yéndonos por las ramas hasta el punto de afirmar que todas las patologías son causadas por autodeficiencias energéticas.

Ladislao Vadas