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Asadito

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LA COCINA DE LA PELEA SINDICAL QUE VIENE
LA COCINA DE LA PELEA SINDICAL QUE VIENE

En la última semana de 2009, la Quinta de Olivos fue nuevamente escenario de un encuentro gastronómico, en el cual esta vez el Gobierno y los sindicalistas, asado mediante, ratificaron sus impecables relaciones.

 

El dato particular en esta ocasión fue que en las mesas de los comensales gremiales estuvieron, además de Hugo Moyano y los suyos, los dirigentes del sector de los “gordos”, que tampoco, por ahora, quieren hacer olas ante la administración Kirchner. De todas maneras, ello no significa que haya vuelto la concordia al mundo sindical.

El Gobierno tendió un mantel amplio para seguir congraciado con el universo gremial ortodoxo, aunque no lo suficiente como para que también pudieran degustar el menú criollo el sector de Luis Barrionuevo y el del sindicalismo duhaldista encarnado en el rural Gerónimo Venegas. Y ni hablar de los dirigentes de la CTA, que siguen marginados de las grandes negociaciones y decisiones.

Los habitantes de la Casa Rosada necesitan mantener sus alianzas con vistas a tener un camino sin obstáculos hasta 2011 y, eventualmente, intentar permanecer al mando del timón más allá de esa fecha. Y, por supuesto, la dirigencia gremial necesita de los favores oficiales.

Hubo versiones y discrepancias sobre algunas cuestiones que se habrían comentado en el almuerzo, pero de todas formas no se abordaron los temas a fondo, más allá de alguna alusión a los puntos que sigue reclamando el sindicalismo, como por ejemplo dinero para las obras sociales.

Además de la carne servida en Olivos, lo más jugoso vino después y, como no podía ser de otra forma, a través de Moyano. El dirigente camionero y jefe de la CGT no terminó de hacer la digestión que salió a pegarle a Eduardo Duhalde y a marcar la cancha en la cuestión salarial. En su rol inequívoco de vocero de los Kirchner, Moyano recordó la gestión política pasada de Duhalde, de quien también fue firme aliado en algún momento, especialmente cuando ambos tomaron clara distancia de Carlos Menem. El objetivo del camionero es, además de pegarle al ex gobernador y ex presidente, salpicar a sus colegas rivales que ahora están jugando fuerte para Duhalde.

Pero al margen de estos escarceos políticos, lo más interesante fue la referencia de Moyano a la cuestión salarial. Llamaba la atención su silencio al respecto, cuando en años anteriores a esta altura ya había demarcado la cancha en materia de paritarias, cuando terminó, junto con el Gobierno, imponiendo pisos y techos a las negociaciones.

Ahora, apenas unas horas después del almuerzo en Olivos, saltó la liebre: el principal socio del Gobierno pateó nada menos que para mitad de 2010 la posibilidad de nuevos acuerdos salariales. Pero la intentona de Moyano seguramente tendrá corto vuelo, ya que varios de sus colegas anticiparon, algunos en público y otros en privado, su reclamo de aumento para sus respectivos sectores.

Las palabras del mandamás de la CGT sin duda no hacen ninguna gracia a los trabajadores, quienes vieron licuados los exiguos aumentos firmados el año pasado por obra y gracia de la inflación, que hacia fin de 2009 se hizo más galopante todavía.

Además, la lengua de Moyano sigue enredándose con sus propias frases y teorías pro-oficialistas, ya que volvió a hablar del Indec de la gente común y de las amas de casa, poniendo nuevamente en duda las cifras oficiales sobre el aumento del costo de vida.

De tal forma, entonces, con más razón deberá apurarse una mejora en los haberes, tanto de los trabajadores activos como de los jubilados.

Por otra parte, tras la comida en la quinta presidencial hubo otra confirmación: el pacto social está archivado. El Consejo Económico y Social ya es a esta altura un recuerdo y ni en el encuentro anterior con los empresarios ni en el más reciente con la CGT hubo siquiera un atisbo de intención para resucitarlo. Más aún, de boca del propio Gobierno salió la ratificación de que el Consejo no será convocado.

Todo esto, en definitiva, vuelve a demostrar que siguen imperando los intereses sectoriales por sobre los generales, por más que los enunciados de ocasión pretendan sugerir lo contrario. Y que hay cuestiones que continúan cocinándose a gusto y paladar de un grupo selecto, como el asadito de Olivos.

Luis Tarullo
DyN

 

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