Con el freno al comercio exterior y aún a costa de seguir perdiendo plazas en el mundo, el Gobierno volvió a castigar a los frigoríficos por convalidar el alza en el valor de la hacienda y, de paso, les marcó el límite de sus dominios, determinados hasta hace poco por las fenomenales reservas de intervención que tenían en cámaras.
Ahora, esos stocks comenzaron a recortarse peligrosamente por el drenaje semanal que los tiene como protagonistas de las “baratas” que acordaron los principales supermercados del país, por iniciativa del siempre creativo Guillermo Moreno.
El eje del debate, entonces, pasa por analizar cómo se repondrán los stocks perdidos, algo que por el momento las plantas de faena no pueden resolver. Falta oferta, a pesar de los muy buenos precios que logró la hacienda en las últimas cinco semanas, superando en más del 20 por ciento a los valores que se pagaban hacia fines de diciembre.
Esos excelentes valores no alcanzan para despejar las dudas de los ganaderos, que siguen temiendo la intervención oficial pese a la tendencia firme que muestran las cotizaciones y aseguran que no tienen “espaldas” para aguantar el peso actual de la demanda. Prefieren ir con pie de plomo sobre un terreno en el cual el Gobierno aún mantiene su dominio a través de las intervenciones.
Siguen faltando políticas estructurales en el negocio de ganados y carnes pues con estadísticas oficiales y anuncios no alcanza para recomponer reservas.
Con eslabones jaqueados en la cadena comercial (productores y frigoríficos) y sin planes a la vista para recuperar la ganadería argentina, el Gobierno se encierra en un callejón sin salida mostrando intranquilidad y nerviosismo por el traslado inmediato de las subas al consumidor final. Ya en ese punto y lejos de buscar soluciones estructurales a la crisis sectorial, como respuesta inmediata se decidió hace un par de semanas frenar todas las exportaciones de carne, trabando la entrega de los ROE, con excepción de los que flexibilizan pocos permisos para exportar cupo Hilton a Europa.
Entre tanto, los ganaderos siguen con sigilo las señales que mandan los mercados y los invernadores que tienen pasto fresco, bendecido por las lluvias de este verano extremo, además de baja carga animal en los campos, comenzaron a retener novillos para darles más kilos.
Un importante volumen de Hilton espera y los plazos para cumplir con el cupo se acortan peligrosamente: en menos de seis meses las plantas habilitadas deberán cumplir con los embarques de cerca de 20.000 toneladas... Si se considera que para obtener una tonelada de la valiosa cuota cárnica que se exporta a Europa se necesitan unos 50 novillos, el negocio que nadie quiere perderse representa la demanda de un millón de novillos.
En un escenario ganadero sin futuro aparente, los precios de la carne al consumidor comenzaron a escalar hasta transformarse en estampida, mientras todas las voces de la cadena comercial de la carne coinciden en que es poco lo que podrá hacerse desde ahora en más para sujetar los precios de la carne. Aseguran que el Gobierno está recibiendo el bumerán que lanzó con su política regulatoria.
Ésta es la cruda realidad provocada por una serie de políticas intervencionistas que lo único que lograron fue deprimir la producción y no consiguieron el objetivo fijado de bajar el costo de la mesa de los argentinos.
Siguen faltando políticas estructurales en el negocio de ganados y carnes pues con estadísticas oficiales y anuncios no alcanza para recomponer reservas.
Además, el ruido que se intentó provocar con datos referidos a fuertes aumentos en las exportaciones del año pasado desapareció rápidamente cuando, desde el llano, la cadena salió a aclarar que ese logro fue el resultado de una descomunal liquidación de vientres, de genuinas fábricas de terneros, así como que se trató de cortes de baja calidad y valor que se vendieron a plazas como Rusia, Medio Oriente y África del Norte.
Para los actores del sector, la preocupación y la incertidumbre siguen instaladas en el mediano plazo. De movida, este año faltarán entre 2,5 y 3 millones de terneros en la oferta otoñal y, ante la presión de una demanda firme, será inevitable que el valor de la hacienda siga subiendo y se traslade a la mesa de los argentinos, la misma que el Gobierno dice defender contra viento y marea.
Gladys de la Nova
DyN