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Los milagros y las pseudociencias

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SE HALLAN EMPARENTADOS
SE HALLAN EMPARENTADOS

Cuando un paralítico que ha permanecido postrado durante varios años comienza a andar; cuando un mudo recupera el habla; cuando un tumor maligno entra en regresión y se produce la curación “espontánea” del mal; cuando muere un gran número de personas en un accidente salvándose sólo una o dos de ellas, entonces se habla de milagros.

 

Las más de las veces, se trata de la ignorancia que no permite evaluar los hechos para formarse un juicio acertado sobre las causas que han incidido en su producción, mientras que en otros casos se trata de coincidencias tan poco probables que se descartan como factores desencadenantes, aunque sean perfectamente posibles y se prefiere optar por la vía más corta, la más aceptable a la ligera y atribuir todo a la suspensión de las leyes naturales.

     Ignorancia, pereza mental o comodidad ante hechos complejos que requieren investigación y aguzamiento del ingenio, más las casualidades muy improbables, pero posibles después de todo, son los factores que se aúnan para generar la idea del milagro.

     Entre las capas sociales de intelecto menos cultivado, es donde más abundan las interpretaciones milagrosas de los hechos y creencias y en los trucos que nos suelen ofrecer los charlatanes de siempre, haciéndolos pasar por sorprendentes realidades.

     A medida que vamos ascendiendo en la selección intelectual de las poblaciones, vemos que los milagros y los hechos extraordinarios de los “encantadores de serpientes”, adivinanzas sobre el futuro, curaciones por ensalmos curanderiles van cediendo en su número, tanto si partimos del pasado y nos proyectamos hacia el presente como si tomamos modelos intelectuales de diversas extracciones culturales de la actualidad.

     A la par del aumento del nivel de conocimientos, van apareciendo más claras las explicaciones naturales de los hechos tenidos antaño por inexplicables y tachados de milagrosos. Este es un detalle digno de tenerse en cuenta.

     El campesino poco culto, presencia con suma frecuencia hechos tomados por milagrosos; el hombre de la ciudad más raramente.

     La antigüedad se hallaba plagada de explicaciones milagrosas y de personas santificadas ligadas a esos hechos o presuntamente promotoras de los mismos. En nuestros días los hechos milagrosos aparecen más esporádicamente debido a una visión más clara de las cosas a través de la cultura. En una congregación de sabios se hablará poco y nada de milagros de ninguna especie, pero en una reunión de rústicos campesinos podrá ser un tema intrigante y creíble.

     Esto nos induce a considerar que el milagro tiende a desaparecer, y en un futuro próximo, si se llegara a culturizar todo el género humano, el milagro pasaría a ser un mero mito. Pero en su época y aún hoy día constituyó y constituye un elemento que contribuye al nacimiento y al refuerzo de una creencia religiosa o supersticiosa.

     Tomemos en consideración, por ejemplo, el caso de los zombies paralizados por ciertos brebajes y  tomados por muertos resucitados una vez despertados de su trance; atribuido todo a la suspensión de las leyes naturales, para dar lugar a supuestos hechos que no siguen la secuencia de los fenómenos físicos, químicos, bioquímicos y biológicos.

     En una época remota en que se carecía del conocimiento de las neurosis, como la histeria con sus múltiples manifestaciones sintomáticas como la catalepsia, parálisis, mudez, etc., la recuperación del movimiento de los miembros, del habla y la salida del trance cataléptico, tenían que ser por lógica, interpretados como hechos milagrosos por las mentes supersticiosas.

     El hecho de que un sujeto recientemente fallecido, de pronto comenzara a moverse, incorporarse, hablar y caminar, tuvo que haberse sido tomado por un episodio de auténtica resurrección con una fuerza de convicción tan irrebatible, que no  podía caber ninguna otra explicación. Si en ese ínterin medió algún personaje tenido por poseedor de dones sobrenaturales, entonces la “resurrección” será un hecho provocado, un milagro en todo el sentido de la palabra. Palabra ya entonces, como concepto que encierra una explicación precientífica de todo acontecimiento incomprensible.

     Aquí se acrisolan los diversos factores que he mencionado hasta ahora y que hacen al nacimiento o fortalecimiento de una creencia religiosa a saber: la apariencia, la ignorancia, la credulidad y la coincidencia, con un resultado: el milagro, como concepto de la suspensión de las leyes naturales. Se dice que durante el hecho milagroso no se anulan las leyes naturales, sino  que sólo se suspenden para dar lugar, mientras tanto, a la intervención de un ente sobrenatural; pero sea como fuere el concepto elaborado o reelaborado acerca el milagro, lo cierto es que se trata siempre del enfrentamiento del ser ignorante con una apariencia que le hace creer en la misma por una parte, y por alguna otra posible coincidencia que se puede sumar o no, contribuyendo para formalizar fehacientemente la creencia en la interpretación sobrenatural de lo incomprensible.

     Los elementos sumados, como ignorancia, apariencia, credulidad, la posible coincidencia, se hallan siempre presentes, aunque lo último pueda ser eventual, pero que si entra en escena contribuye poderosamente para que la creencia se torne sólida.

     Cuando el hecho, muchas veces comprobado por la ciencia médica, en su rama la oncología, en que un tumor maligno entra en regresión hasta su desaparición, cuyo mecanismo es pura y exclusivamente físico a nivel subatómico y exclusivamente bioquímico a nivel de esta ciencia, ocurre en un ambiente formado por legos con la mediación eventual de algún personaje con fama de manosanta, el milagro surge como única explicación, incluso tenida por racional, sin lugar a otras posibilidades. De ahí el dicho: “creer o reventar”.

     Lo mismo si se trata de un proceso infeccioso que es dominado por los anticuerpos elaborados en la sangre de los individuos bien equipados genéticamente para contrarrestar este tipo de accidente biológico.

     El ignorante no puede pensar en antígenos, ni en anticuerpos, ni en leucocitos que entablan una lucha biológica con las bacterias, protozoarios o virus para neutralizar la infección, y la idea de lo sobrenatural, del milagro, acude de inmediato a la mente y la conforma.

     Cuando ocurre un accidente marítimo, de aviación o automovilístico de fatales consecuencias para la casi totalidad de los ocupantes, salvándose, por ejemplo, uno solo, no cabe en la mente el comprender cómo pudo haber ocurrido eso. Salvo que se trate de un físico, a nadie se le ocurre pensar que si se realizan los cálculos basados en elementos como la velocidad, masa, resistencia de materiales, ángulo de incidencia en la colisión, distribución de los compartimientos, situación de los cuerpos siniestrados, ubicación estado anímico y de alerta de la persona ilesa, etc., se arribará no a un caso excepcional producto de un prodigio, sino a un resultado lógico imposible de no haber ocurrido dadas las circunstancias y factores incidentes, y lo que es tomado por milagro para el periodismo, adquiere características de resultado ineluctable; y a la inversa, precisamente la no salvación de tal persona en tales circunstancias sería lo desconcertante, y si se repitiera el hecho como una experiencia en idénticas condiciones, se tendría que reiterar exactamente igual ese resultado tan inexplicable a primera vista.

     Así también pudieron tener, indudablemente, una explicación absolutamente todos los acontecimientos tenidos por milagrosos a lo largo de toda la historia de la humanidad. En todos los casos registrados como prodigios, si se hubiese podido realizar un peritaje minucioso e inteligente con una adecuada dosis de conocimientos científicos, sin duda se dejaría a un lado todo “posible” sobrenaturalismo.

      Ejemplos típicos de milagreríos son los que nos brindan los santuarios del mundo. Un enfermo desahuciado va a ser conducido al lugar que tiene fama de sagrado. Ya por anticipado se le prepara con la idea de su curación. Nacen así para el enfermo nuevas esperanzas de vida y los parientes y amigos se encargan de infundirle la fe necesaria.

     Cuando llega el día elegido para la visita, el ánimo del paciente ya se encuentra sobremanera predispuesto y su estado emotivo va in crescendo durante el trayecto a medida que se acerca al lugar santo. Una vez allí, el ambiente provoca sugestión La muchedumbre que acude, la fe y esperanza reflejadas en los rostros de los tullidos, enfermos graves, débiles y atribulados por las penurias de sus largas dolencias, infunde optimismo colectivo.

     Se llega al paroxismo de la experiencia cuando se está frente a la imagen adorada, que representa a algún personaje poseedor de poderes para obrar milagros.

      Entonces, entre los cientos o miles de asistentes de pronto un tullido se levanta de su silla de ruedas y comienza a caminar ante el asombro de los circunstantes. Uno entre mil…, dos mil, o diez mil…, pero es suficiente para convencer a los que se hallan a su derredor, de que se trata de un milagro. Puede ser un embustero, pero también puede tratarse de un hecho auténtico y natural.

     Días después, familiares de algún enfermo desahuciado por la ciencia médica, que había acudido también al santuario, ven asombrados que su mal entra en regresión, comienza a obrar su curación que se hace total y este caso basta para ponderar sin descanso el milagro acaecido.

     Pudo haber sido una coincidencia, un error de diagnóstico de los muchos que ocurren a diario; pudo haber comenzado a actuar algún medicamento administrado días antes de la visita y muchos otros detalles inadvertidos, y… ¿el resto de los dolientes, cientos de ellos,  que acudieron al lugar santo sin resultado alguno para su mala salud? ¡Bueno! ¡Nadie se acuerda de ellos!

     La medicina actual sabe de las mutuas influencias psicosomáticas. Las alteraciones del cuerpo obran sobre la psique y viceversa. Lo vemos en los casos de las neurosis como la histeria. Este mecanismo conforma a veces un cuadro clínico que engaña al facultativo, quien cree ver en su paciente sólo la evolución de un mal somático.

     Una emoción violenta provocada por una asistencia a un sitio tenido por milagroso obra en algunos muy pocos  casos como un psicoterapeuta sobre la mente que deja de actuar nocivamente sobre el órgano afectado y se produce la autocuración en algunos casos, pero esto no constituye en absoluto milagro alguno, sino un proceso puramente natural. Suelen ser afecciones con síntomas que se confunden con otras enfermedades; son casos muy excepcionales. Se dan en un porcentaje muy bajo, pero existen, y un solo hecho de esta naturaleza que se produzca en el seno de una población, basta para ser pregonado como milagroso aunque se hayan producido innumerables fracasos con el resto de los creyentes.

     En resumen, el milagro no existe, los prodigios son sólo interpretaciones erróneas de los hechos, si no puros inventos de la fantasía; lo lastimoso es cuando los chantas aprovechan estos pseudoprodigios para embaucar a la gente con falsas promesas de curaciones milagrosas, cobrando por supuesto por sus “servicios”.

 

Ladislao Vadas

 

5 comentarios Dejá tu comentario

  1. Sr Ladislao Vadas, he leído su farragoso y bastante soberbio artículo donde desde su profesión de ateísmo niega toda intervención divina y sobrenatural en nombre de una ignorancia vulgar a la que Ud por supuesto no pertenece.Normalmente desconfío de los artículos periodísticos sin notas (llenos de pareceres y no de saberes) y sin referencias serias. O sea que parece en principio que es un gran prestidigitador de conceptos pero de saberes, poco. Le recomiendo , si una inteligencia tan avispada como la suya le cabe que se informe sobre la conversión de Alexis Carrel o investigue el milagro de Fàtima para poner por ejemplo algo grande e incuestionable. Por lo demás Ud puede creer que las vacas vuelan , y que la ciencia es una diosa que todo lo ve. En fin, lea al menos a Chesterton, o Clive Lewis ,sin duda personalidades mas brillantes que la suya o la mia y ahi, si sin tanta perorata y mas humildad puede tratar un tema profundisimo y cierto al que mentes tan elitistas como ud no aceptan. Concuerdo con ud que hay mucho charlatán, - lejos de mi pensar que ud es uno -pero tal desprecio hacia el pasado y hacia el vulgo denota al menos pedantería peligrosa aparte de nociva para aprehender una Verdad. atte Aldo h Delorenzi

  2. Estimado Ladislao: Siempre leo sus artículos y resultan por demás interesantes. En esta etapa de la evolución que estamos viviendo los humanos es, a mi modesto entender, imperioso erradicar de una vez por todas los tabúes y creencias de todo tipo que envenenan nuestro "espiritu" (mente). Ojalá que sus artículos sean leidos por muchos argentinos. Nuestro futuro sería otro.

  3. Ladislao:coincido con sus apreciaciones y con el enfoque dado al tema.Estuve leyendo en estos días, a petición de un conocido ,el tema de la Santificación de Ceferino ,por la cantidad de milagros y curaciones ('???)que "produjo"......si bien soy agnóstica y no deseo entrar en "religión" ninguna,,,¿cómo ese evalua desde la misma religión estos eventos ,para promover su figura?¿de qué hablamos concretamente?No es mi intención molestar ni polemizar ,sólo se me dificulta la comprensión racional del tema...Muy agradecida.atte

  4. No pretendo hacer ningún planteo de tipo religioso, medicos me han referido curaciones 'quasi milagrosas' de tumores graves, asumiendo ellos en forma explicita no haber hecho absolutamente nada. Reconozcamos mas alla de los brujos, los charlatanes, los religiosos y los cientificos que lo que sabemos solo es una infima parte del total y en la gran mayoría de las veces nuestra soberbia humana nos hace ignorar lo que no podemos explicar ó lo que no conviene al poder que expliquemos (en las escuelas no se habla de la teoría de Darwin)

  5. soy su admirador, usted expone ideas exactamente como las mias, sentimientos como los mios, casi no encuento nadie que piense como usted y yo. muchos me tachan de loco, que me voya ir al infierno, pero como usted menciona,a personas como usted o yo los tachan de locos porque afectan el negocio de los charlatanes, siga así, bien por sus articulos, me gustaria de alguna manera recibirlos en mi correo, slaudos

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