Si de entender la situación política argentina se trata, la incomprensión ocupa todo el espacio. Hay realidades que ya forman parte del paisaje natural, pero hay otras de la que uno tan sólo no se acostumbra.
Un vicepresidente que a su vez es oposición, voto de funcionarios “en espíritu” porque sólo ocuparán su cargo “testimonialmente”, presidencia de un país como bien ganancial, gente “introducida” en la política por grandes padrinos del poder que luego también resultan siendo oposición, padrinos del poder que, como si no bastaran los personajes que trajo al escenario político, luego quieren poner otros, votar un funcionario por un discurso específico y apenas tiene la oportunidad promulga el mensaje contrario, insertar al real diccionario argentino la palabra “borocotizacion”, y como si no fuera suficientemente patético, usarla seguido, etc.
Pero es necesario referirse al último acontecimiento ¡plop! político, se trata del vuelco para nada sutil del ex mandatario Carlos Menem, quien, con su ausencia en la Cámara de Senadores, provocó la falta de quórum que aseguraba el triunfo de la oposición para dominar la mayoría de las Comisiones en la Cámara alta y benefició “involuntariamente” al oficialismo. Pero vamos por partes, a fin de cuentas apenas estamos en febrero.
Se supone que Kirchner (ella y él) y Menem son peronistas, aunque a lo largo del tiempo hemos aprendido que la distorsión de ese adjetivo debe provocar la retorcida del General en su tumba. Mientras que Menem le editó su impronta neoliberal a dicho partido, intentando al comienzo de su gestión de encubrirlo en un supuesto caudillismo nacional justicialista, la puesta sobre la mesa de la expresión “relaciones carnales” con U.S.A en su segunda gestión, echó por tierra al montado personaje. Los Kirchner redireccionaron el credo, al comienzo, hacia la izquierda con grandes avances en lo que a derechos humanos se refiere, pero últimamente algunas posturas económicas vuelcan la ideología hacia…el kirchnerismo.
Es por tales diferencias que la ausencia de Menem sorprende tanto al haber ayudado inconscientemente y a último momento, a que la oposición se viera tan ridiculizada en el Congreso. Máxime cuando se habla de previas conversaciones con personajes del radicalismo y el peronismo disidente, columna en la que él mismo estaba alistado, para asistir aquel día miércoles sin falta y votar como siempre nos tiene acostumbrados, en contra de todas las iniciativas oficiales.
Hipótesis varias
La gaffe de Carlos Menem levantó en 2 días una polvareda de rumores que explicarían el faltazo:
1-- El peronismo disidente afirma que tal acción fue “un pase de factura” para el radicalismo por permitirle a José Pampuro la presidencia provisional del Senado, ya que los disidentes proponían para el mismo cargo a Juan Carlos Romero, uno de sus legisladores. Sin el apoyo del radicalismo, la estrategia fracasó.
3- Problemas de salud.
Lo cierto es que el ex presidente ha vuelto repentinamente al centro de la escena y a recobrar protagonismo político, mientras que al mismo tiempo, es apuntado como el principal responsable del fracaso de la oposición en despojar al oficialismo del control en el Senado. Demasiada popularidad para el político con peor imagen de la Argentina, si es que no existe la mala publicidad.
Carlos Forte