Un grupo religioso autodenominado “El Altar” —también conocido como “Los prisioneros de Jesucristo”— en el Partido de Ituzaingó, fue denunciado por destruir familias y causar severos daños psicológicos a menores. Otra vez en el tapete el tema de la impunidad con que funcionan las sectas fundamentalistas bíblicas en el país. Informe exclusivo.
En la clandestinidad casera, cautivos de un psicópata
El pseudo pastor Eduardo Cabrera realiza diariamente “reuniones de oración” en su domicilio de Aquino 1537, Ituzaingó; las actividades de este grupúsculo incluyen la obligatoriedad de que las mujeres usen mantillas o velos sobre la cabeza, visitas misioneras al hogar de ancianos o viajes solidarios a los indígenas de Chaco. Cabrera manipula la vida y conducta de sus fieles exigiendo un riguroso estándar de pureza y sumisión absoluta, con una visón maniquea, inhibe el pensamiento individual, la expresión creativa y el desarrollo cultural al mejor estilo oscurantista o talibán.
Según esta investigación, “El Altar” cumple cabalmente las características de una secta destructiva: control de asociación de sus miembros, tiempo comprometido alto, control sobre el uso de vestido y modo de peinado, alto nivel de supervisión e información interna, distorsión y manipulación de la realidad y su percepción, lenguaje religioso cargado, ninguna autocrítica, miedo y culpa para controlar las conductas.
El pastor Eliseo Fernández, de
La fiscalización sagrada de los matrimonios y la demonización del otro
Cabrera coaccionó a una adepta a separarse de su marido aprovechando sus problemas conyugales, le dijo que su pareja “tenía al diablo adentro y estaba fuera de la palabra de Dios” ,ella por supuesta conminación divina intimó a su pareja a que se arrepienta o se tendría que ir de la casa determinada fecha, cuando se cumplió el día, cambió la cerradura y le prohibió el ingreso a la vivienda, lo que motivó que el damnificado realizara dos exposiciones civiles el 7 y 8 de enero en
Desde el 22 de enero en adelante, la adepta , por instigación de Cabrera, prohibió el contacto de sus dos hijos con el progenitor en reiteradas oportunidades, lo que motivó a éste a realizar varias denuncias penales en
También se solicitó al Juzgado la intervención de un defensor de menores para que evalúe los riesgos que corren los chicos de 11 y 13 años en ese marco y se le otorgue al padre un régimen de visitas.
La distorsión de la realidad en menores y la intervención de
Un menor que asiste al culto obligado por su madre aseguró, que Cabrera le dijo que su papá “tenía demonios y espíritus inmundos” y que en realidad él mismo, era su papá espiritual. El niño tuvo repetidos ataques de pánico en la escuela N 17 de Ituzaingó donde cursa 6to. grado, y según la directora Paula Pizarro, atemorizado por la supuesta presencia de demonios en el lugar.
La titular del colegio recomendó la intervención inmediata de un psicólogo para apoyar al menor, cosa que su madre, adepta a la secta, se niega a hacer a pesar de haber firmado una acta escolar. El chico, como consecuencia de las presiones ejercidas por la secta a lo largo del año, repitió el ciclo lectivo. El mismo joven fue coaccionado a bautizarse en enero” para perdón de sus pecados” y se le dijo que con ese ritual “se encaminaba en el camino del deber”, también se lo coacciona para que atienda ancianos y les cambie los pañales en el Hogar de ancianos Martin Rodriguez de Ituzaingó en supuestas visitas de caridad de parte de la secta. Cabrera exige los diezmos de sus fieles con el propósito de comprarse una camioneta para supuestos viajes misioneros, que son en realidad viajes de turismo personal.
El libertinaje de los cultos pseudocristianos como depredadores sociales
Este y muchos casos ocurren diariamente en nuestro país, pero particularmente en la zona oeste de Buenos Aires, donde las sectas crecen y se multiplican como hongos, grupos como “Iglesia Nuestro Señor Jesucristo” del “apostol “ Daniel Gallo o “El Altar” son auténticos terroristas espirituales;
Aprovechando las crisis familiares y con Dios como pretexto, “El Altar” coacciona para dividir familias, causar severos daños a menores y reducir a servidumbre a sus adeptos; Cabrera no puede pasar airoso ningún exämen psicológico o psiquiático, en la medida que
Recordemos un viejo refrán: “no hay peor diablo que el que reza”.
Carlos Forte