Históricamente ha existido el rumor acerca de que en un gran numero de casos, salvo excepciones, médicos de distintas especialidades se caracterizan por acosar a las pacientes de sexo femenino que concurren de visita, y que en muchos casos no pueden elegir, sino que van por el simple hecho de estar el nombre de tal o cual especialista en la lista de la empresa de medicina prepaga que tienen como cobertura médica. Es decir, no les queda más remedio.
Estos facultativos, en su gran mayoría ginecólogos -aunque no los únicos-, perturban e incomodan a sus pacientes hasta el punto de lograr que la visita a un consultorio se transforme en un verdadero calvario. Tampoco les importa formular comentarios impropios delante de sus hijos, menores de edad, que usualmente acompañan a sus madres a tan tediosa visita haciéndolos testigos de una realidad cada día más frecuente.
Los médicos que se comportan de esta forma no sólo violan flagrantemente el Código de Ética que los rige, sino también de las instituciones a la que representan en el acto médico, lo cual hace quedar “mal parada” a la empresa de Medicina Prepaga para la cual trabajan y les paga por hacerlo. Por otra parte, el acoso sexual en estas condiciones impide una prestación médica eficaz por parte del galeno, quien en lugar de concentrarse en su tarea científica, está perdido en un pensamiento libidinoso y carnal claramente inapropiado para dicha ocasión.
Desde luego que las pacientes no son siempre las únicas víctimas, ya que se han revelado casos en que integrantes de nosocomios, hospitales, clínicas privadas y consultorios han padecido semejante tormento, lo que obviamente impide un trabajo tan noble como la medicina.
En efecto, una médica de San Salvador, Dra. Adelaida Trejo, hizo una investigación en su ensayo “Víctima de maltratos y acoso sexual en los hospitales” en el que arribó a que el acosador sexual hace un aprovechamiento de su posición de poder, donde a la estudiante/auxiliar se le encomiendan tareas en sitios, horas y medios estratégicos que le permitan a los abusadores realizar actos injuriantes. Y agrega: “Les piden sus números telefónicos innecesaria y discrecionalmente, las llaman a discutir casos clínicos a salones cerrados, las mandan a recoger exámenes en horas solitarias, les piden su ayudantía en sala de operaciones para tenerlas cerca y manosearlas, les dan asesoría de seminario y tutoría en sus clínicas privadas…”.
Esa situación pone a esas personas en condiciones de impotencia, estrés y ansiedad, con un temor permanente a ganarse malas notas, castigos y a maltrato. De igual forma ocurre con las pacientes, que se ven compelidas a concurrir a un consultorio con la finalidad de recibir una prestación médica, y en lugar de ello padecen los improperios de los groseros médicos de turno.
El acoso sexual
Acoso sexual es toda conducta reiterada de asedio u hostigamiento de naturaleza sexual o de otros comportamientos basados en el sexo, ofensiva, inaceptable, indeseada e irrazonable para quien la padece, todo contacto innecesario, comentarios, chistes, sarcasmos y observaciones no bienvenidas de contenido sexual, miradas o gestos lascivos, despliegue de literatura pornográfica, comentarios sugestivos acerca de la apariencia o cuerpo, contacto físico innecesario y asalto sexual. En otros términos acoso sexual directo es todo acto, comentario reiterado o conducta con connotación sexual, sexista u homofóbica no consentida por quien la recibe y que perjudique su cumplimiento o desempeño laboral, educativo, político o sindical, o su bienestar personal. También incluye el acoso sexual ambiental como "todo acto de naturaleza sexual, sexista u homofóbica, que sin estar dirigido a una persona en particular, cree un clima de intimidación, humillación u hostilidad."
Tiene connotación sexual si "tiene por fin inducir a la víctima a acceder a requerimientos sexuales no deseados"; sexista "cuando su contenido discrimina, excluye, subordina, subvalora o estereotipa a las personas en razón de su sexo"; u homofóbica "cuando su contenido implica rechazo o discriminación de la persona en razón de su orientación o identidad sexual".
En todos los casos hay abuso de poder, porque el agresor establece una relación de dominio-sumisión sobre la víctima”, conforme explicara María Zysman, psicopedagoga del equipo Bullying Cero Argentina.
Esta conducta repudiable por parte de un médico, que ejerce cierta relación de poder sobre sus pacientes, es reprochable desde toda perspectiva, y hace tan responsable al médico que la practica cuanto a la empresa de medicina prepaga para la cual realiza sus prestaciones, comprometiendo asimismo a las Instituciones donde las mismas tienen lugar.
El derecho a la intimidad, que aquí se trata, que halla su fundamento en el artículo 19 de
Sacando caretas
Y en este orden de ideas llegamos a una de las tantas personas que inspirara esta nota, que no es la única, a quien mencionamos por no tener ningún tipo de reparo por incomodar a muchas de sus visitantes que, se insiste, concurren con sus niños para ser tratados en la especialidad medicinal y que tienen que presenciar su charlatanería acosadora y verdosa. Se trata del Dr. Alberto Chinski, médico de especialidad otorrinolaringólogo, titular y director del Centro de Otorrinolaringología denominado CECHIN, al cual concurren diariamente miles de mujeres con sus hijos. Este instituto esta situado en calle Charcas 2777, 1ºA, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, T.E. 4821-1272 y también cuenta con una subsede en Sitio de Montevideo 15, piso 1ºA, Lanús Oeste, Provincia de Buenos Aires, tel. 4241-1241, lugar donde también hace padecer a quienes concurren por necesidad de brindarle una prestación de otorrinolaringología a sus hijos.
Dado que entre otras empresas de medicina prepaga este sujeto atiende por OSDE, una reconocida y prestigiosa institución, sería interesante que OSDE le ordene al facultativo la realización de un test psicológico o bien psiquiátrico, de manera de evitarse futuros pleitos. Es inaudito que una persona con estas características desprestigie a una institución de la manera en que lo hace a diario, y con una impunidad llamativa.
Es hora que las afectadas formulen sus quejas ante quien corresponda sin temor.
Carlos Forte