Quien haya estudiado verdaderamente a Keynes sabrá que uno de sus postulados era el de utilizar el gasto público como instrumento de reactivación en las crisis, esto es en los períodos de recesión económica.
Kirchner interpretó entonces que debía utilizar el gasto público, no reparando que en el renglón de abajo Keynes aclaró: “en los períodos de recesión económica”, y siguió impulsando el excesivo gasto público aún en los períodos de crecimiento.
En ese contexto Kirchner se encontró con algo que no tenía previsto, bueno claro, imprevisto para un abogado que sólo dispone de economistas obsecuentes, y pensó: “¡Ups!, ¿qué hago ahora con la inflación? Ya sé.” Y pensó estratégicamente como suele hacerlo: “la bajo a gritos e insultos, sino a garrotazos o a patadas. De última me queda el recurso de los tiros de Moreno y sus muchachos. Bien, primer problema solucionado”, se dijo, “ahora sigamos leyendo”.
Keynes había advertido que la sola adecuación de la política monetaria no era suficiente para reactivar una economía en receso porque no se incrementaba la inversión y la tasa de interés declinaba, hasta volverse en algunos casos negativa, por lo que entendió que esta herramienta debía emplearse en combinación con la política fiscal.
Kirchner entendió entonces que se estuviera en expansión o en recesión, había que aplicar una política expansiva, porque Don Néstor -que no sabe nada de economía sino que es un simple especulador-, ni estaba enterado que eso generaría inexorablemente inflación. De todos modos da igual, porque a una mente tan primitiva ¿quién puede hacerle comprender razones?
Si tratamos de interpretar el contexto histórico en el que Keynes elaboró su Teoría General es fácil entender que estaba pensando en pos de una recesión.
Muchos de sus “adeptos”, interpretaron que siendo funcional el gasto público a la aceleración de la economía mediante incremento de precios, esta receta lo mismo vale aplicarla para desacelerar los precios y la actividad económica.
En la Teoría Keynesiana la demanda es acelerada por el Estado, siendo la inversión la impulsora del producto, no el consumo como se pretende mostrar en la Argentina de nuestros días.
Keynes planteaba el problema de crecimiento y sostenimiento de la economía pero a través de la inversión, pero esos dos factores no podían tener lugar sólo con la implementación de medidas monetarias como la tasa de interés. Kirchner entendió que se trataba solamente de acelerar el consumo…. Y sí estamos.
Por último, detalles más, detalles menos que hacen a la interpretación (y sus funestas consecuencias sociales), cuentan los que han estudiado la biografía de Keynes que era un hombre pacifista, abierto al diálogo, al debate, con un profundo sentido social, tolerante, y eso deja a las claras, más allá de que uno comparta o no sus teorías económicas, que era un hombre de una amplia capacidad intelectual, que dejó un valiosísimo aporte a la humanidad.
¿Hace falta agregar algo más?
Nidia G. Osimani