Entre 1930 y 1975 en nuestro país se aplicó un sistema económico conocido como “economía cerrada”, al que se llamó ISI – Industrialización Sustitutiva de Importaciones.
Hacia 1976, comenzando el gobierno de facto, la Argentina ingresa a un sistema de permanente endeudamiento externo, con apertura de la economía y desregulación de los mercados, destacándose tres etapas que fueron:
- Entre 1976-1981 cuando irrumpe el modelo,
- Entre 1982-1988 cuando se reacomoda y dura hasta 1999, alcanzando su punto crítico en la crisis de 2001-2002.
Dado que tanto un sistema como el otro, presentaron diferentes ciclos de crecimiento y crisis, se llegaba en algunos casos al “Stop and go” cuando el mismo crecimiento era el causante de la crisis, y “Go and crash“cuando el propio desarrollo del modelo genera una crisis que hacía necesario un cambio de rumbo drástico con efectos devastadores en términos sociales, claro está.
Un modelo macroeconómico, como todo modelo, es una simplificación o representación de la realidad que intenta explicarla.
Este tipo de modelos se desarrollan y estudian mediante herramientas matemáticas, decidiendo qué variables macroeconómicas se aislarán para su mejor análisis.
Las variables a considerar en un modelo macro son: el PBI, tributos, nivel de precios, gasto público, importaciones, exportaciones, subsidios, tasas de interés, oferta y demanda monetaria, transferencias, inversión privada, entre otras.
Asimismo, las relaciones entre variables, están determinadas por los llamados parámetros que es otro elemento fundamental a considerar en un modelo.
Para comprobar, lo más aproximado a la realidad, hasta qué punto un modelo puede ajustarse a la misma, se utiliza un técnica estadística a la que llamamos “econometría”, por la cual se ingresan al modelo los valores reales de las variables y compara el resultado obtenido con las estadísticas vigentes (bueno, obviemos ciertos detalles menores…).
Pero retomando el tema del “Stop an go” y “Go and crash”, encontramos que en el ajuste de las crisis por “Stop and go”, como los déficits comerciales no pueden financiarse, cae la actividad y se contraen las importaciones hasta llegar a equilibrar la balanza comercial.
Actualmente, ese esquema, que será detallado en una parte posterior, se ha roto dado que la expansión continúa hasta mucho más allá del normal desequilibrio externo, sin generar un superávit capaz de permitir solventar diferentes obligaciones como el pago de la deuda externa y sus siderales intereses, lo que redunda aún más en costos sociales que se pretenden tapar con índices falsificados, reemplazando el “Stop and go” por el peor “Go and crash”.
Este último concepto (que significa algo así como avanzar y chocar, o avanzar y estrellarse), es hacia donde nos estamos dirigiendo en estos momentos.
Estamos en un período muy complicado a nivel nacional, mucho más de lo que se evidencia por la alarmante “sensación” que tenemos de que todo está al revés y por supuesto, mucho más terrible de lo que nos quieren hacer creer.
Hemos llegado a un punto en que se están saqueando las reservas del BCRA y más allá de que un ex Presidente de dicha institución promueva su nuevo libro al grito de “gracias a nuestra brillante gestión podemos soportar la que se viene a causa de las serias perturbaciones mentales del matrimonio gobernante”, la historia está plagada de ejemplos de gobiernos que, cuando pegan el último manotazo a las reservas, es un indicador más que confiable para saber que estamos muy cercanos a revivir la misma escena final de Titanic.
Si claro, luego algunos resurgen como el Ave Fénix, pero en cada hundimiento, se mueren millones, el tema es que nunca sabemos si en esa ocasión, como en la ruleta rusa, nos va a tocar a nosotros.
Seguimos en la próxima, con mucho mayor detalle.
Nidia G. Osimani