“Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos
Si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe,
Nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo
entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte
Mudar de tiranos, sin destruir la tiranía”. Mariano Moreno
El 7 de junio se instaura, en conmemoración a la fundación de "La Gaceta de Buenos Ayres", el "Día del Periodista". La realidad es que no es el primer periódico, ni se funda un 7 de junio, ni Mariano Moreno presenta las características del comunicador social de nuestro tiempo.
El primer periódico de Buenos Aires lo crea, en 1801, el coronel español Francisco Cabello y Mesa. La segunda publicación se edita un año después y su gestor es el criollo Hipólito Vieytes. En 1819, aparece una tercera publicación realizada por el españolísimo virrey Cisneros, con la dirección de Manuel Belgrano.
Recién el 2 de junio de 1810, los juntistas fundan “La Gaceta”. El decreto para su constitución lo firma el secretario de la Junta, el abogado porteño Mariano Moreno.
Entre sus propósitos medulares, justamente el 7 de junio de 1810, fijan: “una exacta noticia de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicación pública de las medidas que acuerde para consolidar la grande obra que se ha principiado, una sincera y franca manifestación de los estorbos que se oponen al fin de su instalación y de los medios que adopta para allanarlos (...) el pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir los delitos”. Asimismo, “anuncia al público las noticias exteriores e interiores que deban mirarse con algún interés (...) se manifestarán igualmente las discusiones oficiales de la junta con los demás jefes y gobiernos; el estado de la Real hacienda y medidas económicas, para su mejora; y una franca comunicación de los motivos que influyen en sus principales providencias”. Se incorporarán "los discursos de los hombres ilustrados que sostengan y dirijan el patriotismo y fidelidad, que tan heroicamente se ha desplegado, nunca es mayor que cuando el choque de las opiniones pudiera envolver en tinieblas aquellos principios, que los grandes talentos pueden únicamente reducir a su primitiva claridad”. Finalmente, se pretendía incitar ahora a los sabios de estas provincias, para que escriban sobre tan importantes objetos”. La secretaría agregará “las noticias oficiales, cuya publicación interesa”.
Los integrantes de la Junta esperan que el pueblo reciba con “aprecio” y “confianza” la salida semanal de “La Gaceta” y “asegure la felicidad de estas provincias”.
El material periodístico se dirigirá al cura y vocal Manuel Alberti. No hay un director como se entiende en el periodismo actual.
A simple vista, estamos ante una publicación de corte político e ideológico que busca crear un ambiente favorable al movimiento revolucionario imperante.
En ningún momento, ni la Junta ni su secretario hacen mención a la trilogía mítica clásica del periodismo que a posteriori se ancla en la sociedad: objetividad, independencia y libertad. Las tres se articulan y entremezclan con: subjetividad, dependencia y censura. Al periodista que diga lo contrario le saldrá una jorobita.
No está demás, nunca está de más, recordar a Arturo Jauretche quien con su celeridad habitual advierte que “la prensa nos dice todos los días que su libertad es imprescindible para el desarrollo de la sociedad humana, y nos propone sus beneficios por oposición a los sistemas que la restringen por medio del estatismo. Pero nos oculta la naturaleza de esa libertad, tan restrictiva como la del estado, aunque más hipócrita, porque el libre acceso a las fuentes de información no implica la libre discusión ni la honesta difusión, ya que ese libre acceso se condiciona a los intereses de los grupos dominantes que dan la versión y la difunden”.
El gran público, la pobre y manipulada “Doña Rosa” se cree el camelo de la prensa libre, objetiva e independiente. Bien lo dice don Arturo, ya en 1968, en su imprescindible “Manual de Zonceras Argentinas”: “El cuarto poder está constituido en la actualidad por las grandes empresas periodísticas que son, primero empresas, y después prensa. Se trata de un negocio como cualquier otro que para sostenerse debe ganar dinero vendiendo diarios y recibiendo avisos: pero el negocio no consiste en la venta del ejemplar, que generalmente da pérdida: consiste en la publicidad. Así, el diario es un medio y no un fin, y la llamada ‘libertad de prensa’, una manifestación de la libertad de empresa a que aquélla se subordina, porque la prensa es libre sólo en la medida que sirva a la empresa y no contraríe sus intereses”.
No somos utópicos. Sabemos que sin dinero no hay publicación.
Es sencillo observarlo en las publicaciones barriales. La desocupación descomunal en que vivimos crea necesidades impensadas. Así, gente sin vocación, ni amor por las letras, publica cualquier cosa. El periodismo es bastardeado y denigrado ya desde las bases. La gran mayoría de las publicaciones zonales actúan como soportes publicitarios. Son hojas tabloides o tipo revista que cubren el espacio en blanco con avisos y el resto, con “refritos” azarosos: recetas de cocina, astrología, poesía tomada de cualquier libro, reportajes intrascendentes, crucigramas, y alguna nota o artículo hurtada para relleno. De más está decir, que existen los periódicos barriales con contenido responsable y social, pero cada día son menos. Es lo que peyorativamente se denomina “medios alternativos de comunicación”. No son alternativos. El que alterna es el periodista que por mantener una cierta independencia o por no tener acceso a los grandes medios practica el periodismo zonal. Y aunque no lo entiendan los comerciantes y vecinos, son imprescindibles para esa microsociedad. Para ese barrio que sólo es visitado por los grandes medios cuando ocurre algo notorio: un asesinato, una violación, un secuestro o un gran robo. Para mágicamente pasar al otro día a otro barrio en que suceda lo mismo. Los distintos medios se mimetizarán dando a entender que vivimos en un caos. Claro, que si se juega un River-Boca queda menos espacio para el caos social.
Y al referirnos a los comerciantes de barrio, caemos sólo en aquellos que tratan mal al vendedor de publicidad que los visita para conformar un simple aviso. En la mayoría de los casos, es el periodista mismo quien para sobrevivir: vende, cobra, redacta, entrevista, fotografía, dibuja, diseña e imprime su publicación. Como si ese maltrato fuese poco, debe competir con la ambición desmedida y ciclópea de los grandes medios que no sólo se llevan la torta publicitaria del gobierno de turno sino que, como lobos feroces, arremeten contra las publicaciones zonales para ahogarlas en lo económico.
Por otro lado, si existiese la mentada libertad de prensa Liliana López Foresi hubiera seguido trabajando en el multimedio “Clarín”. La Foresi actuó con libertad de prensa, dijo lo que pensaba y el medio le respondió con libertad de empresa: se quedó en la calle. Entre la defensora de la libre opinión y Menem, el “gran diario” se quedó con el censor. Mientras, primero se la obliga a callar, la conductora-periodista morigeraba la censura con gestos astutos y elocuentes. Como buena profesional, sabe que lo gestual es también parte del mensaje comunicativo. Finalmente, mientras se la aleja del público, el noticiario central del canal gana el “Martín Fierro” y los propios compañeros festejaban sin siquiera recordarla. Pero, ¿cómo puede ser? ¿No son ambos noticiarios? ¡Sí!!, y ¡del mismo multimedio!!!. Pero mientras uno, zigzagueaba entre musiquitas de fondo, atrapantes ediciones de imágenes, caritas cómplices y sentimentalismo; la censurada periodista sureña, se dirigía al intelecto del televidente.
Con respecto a la gratuidad de los medios, es dable exponer que hay enormes gastos. Deben tener publicidad. Lo incorrecto es que se digite lo conveniente, lo políticamente correcto en pos de una publicidad o canjeando investigaciones comprometidas por propaganda oficial. Incluso detrás de la publicidad, hay enormes empresas que presionan sobre los medios. ¿Es casualidad que el cultivo de soja esté de moda? ¡No somos santos, Monsanto!
Es cierto. Pareciera que existe un periodismo de investigación, pero generalmente no se investiga al gran avisador. Es sospechoso que no se hayan realizado cámaras ocultas a algún supermercado que remarca precios, adultera fechas de vencimiento de productos perecederos, publicita promociones que no están en las góndolas o lo están en escasa cantidad, cortes combinados en donde se camufla carne más barata disfrazada de corte caro. Puede ser que no se haya realizado ninguna cámara oculta a algún “gran carnicero” que podría dar mejor color, olor y alargar el periodo pútrido con lavandina y algún que otro químico utilizado en la industria fotográfica. Tampoco, se le hacen camaritas a ministros.
Volvamos a Moreno. Jamás fue objetivo. Sus escritos están al servicio de la causa revolucionaria.
Se puede ser subjetivo para un lado o para el otro. En el caso de Moreno o el periodismo comprometido de Rodolfo Walsh, la subjetividad está del lado de la ideología, errada o no, al servicio de lo nacional. En el caso de otro tipo de periodistas, la subjetividad está con la patronal, con el bolsillo.
Un jacobino como el lumen de mayo rechazaría a los historiadores metidos en el periodismo y a los periodistas volcados a la historia que se erigen como objetivos y neutros. Como buen observador, sospecharía e increparía a aquellos que por temor no se meten con Bartolomé Mitre y la Guerra de la Triple Alianza. El “ocultado político” Homero Manzi decía que atacan a Sarmiento y no a Mitre porque este último es “un prócer que se dejó un diario de guardaespaldas”. Sin embargo, quienes teman no ser promocionados por “La Nación” pueden defenderse con un librito editado por la “Fundación Banco de Boston” en dónde, el entonces director del diario, retoma y transcribe el pensamiento de Don Bartolo: “Soy de los que piensan que es preferible irse un poco más allá en materia de libertad, que quedarse más acá, o irse un poco más allá en materia de autoridad o despotismo. Los males que puede ocasionar la libertad se remedian por ella misma (...)”. A lo que remata el homónimo descendiente del fundador de la Historia Oficial: “Cuando Mitre pronunció las palabras que acabo de reproducir, se inscribía entre los sostenedores de la mejor tradición nacional, a la que adherían los constitucionalistas que concibieron y redactaron la ley fundamental de 1853-60. Fue la noble corriente liberal que construyó la República, la organizó definitivamente, y, con la generación del ’80, la puso en el camino de la modernidad y la prosperidad”. Si “La Nación” es una “tribuna de doctrina”. Entonces, ¡qué temer!
Bien sabe Moreno, el de la cara picada de viruela, no el gordito mofletudo de “Billiken” y “Anteojito”, lo difícil que resulta la defensa de la verdad: “Sócrates, Platón, Diágoras, Anaxágoras, Virgilio, Galileo, Descartes, y otra porción de sabios que intentaron hacer algún modo de felicidad de sus compatriotas, iniciándolos en las luces y conocimientos útiles y descubriendo sus errores, fueron víctimas del furor con que se persigue la verdad”.
Hoy, la situación empeoró. La felicidad de la gran mayoría parece estar en los programas que se ríen del otro. Da alegría quien se mofa del japonés, del negro, del viejo, del homosexual, del inocente, de la modelo, del actor que se equivoca. La laxitud es tal que el mismo medio que castiga en un noticiario a una maestra por una supuesta paidofilia o al padre Grassi, tiene un su horario central a un cómico-conductor que hace levantar la pollera a una niña. Si el conductor es un irresponsable, qué se puede decir de los padres de la criatura. Es el mismo medio que no investiga la probable ilegal adopción de los hijos de la propietaria del mismo. Con tanto poder: ¿por qué no ponerlo al servicio de la verdad y el honor de las personas y así alejar de los sospechas a Ernestina Herrera de Noble?
Y ¿por qué los periodistas investigadores de los distintos medios no informan sobre la simil denuncia cultivo de drogas (art. 5° Inc.a) –Preconización del usos de drogas (art. 12 Inc. a) Enseñanza pública sobre potenciación de drogas con elementos de uso y venta libre (art. 28) Ley Nac. 23.737, presentado al fiscal Carlos Stornelli por Luis Augusto Weckesser en el 2001, contra un ex conductor, un ex presidente y otros? Sería importante saber cómo sigue la causa, si es que sigue, o si fue cajoneada o si los desprocesaron.
Asimismo, se haría justicia al leer los escritos del Moreno de la cara picada por la viruela. No estaría de más profundizar en el Plan de Operaciones.
El lector debería comprender que la prensa del secretario de la Junta es revolucionaria, subjetiva e ideológica. La correcta para una país dependiente. Por eso, sostenía que se debía “difundir todo aquello favorable al gobierno” y en caso de que haya noticias adversas a éste, reducir la tirada.
Moreno y su grupo son defensores a ultranza de la ilustración del pueblo. Por ello, hizo reimprimir una traducción del Contrato Social de Rousseau – mutilado porque “su autor tuvo la desgracia de delirar en materias religiosas”-, y la Junta creó la Biblioteca Pública y el periódico “La Gaceta”. Y a propósito, aseguró: “Dése acceso a la verdad y a la introducción de las luces y de la ilustración no se reprima la inocente libertad de pensar en asuntos de interés universal (...)La verdad, como la virtud, tienen en sí mismas su más incontestable apología; a fuerza de discutirlas y ventilarlas aparecen en todo su esplendor y brillo; si se oponen restricciones al discurso, vegetará el espíritu como la materia; el error, la mentira, la preocupación, el fanatismo y el embrutecimiento, harán la divisa de los pueblos, y causarán para siempre su abatimiento, su ruina y su miseria”.
¡Felíz Día!!!!
Néstor Genta