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Panorama bonaerense: la siesta de oficialistas y opositores

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Oficialistas y opositores de cualquier especie finalmente han hallado una coincidencia, ya que todos admiten que "la política" se tomó desde ayer una larga licencia, con el interés de la gente —y de los dirigentes— concentrado de manera excluyente en el Mundial.

 

Sin embargo, algunos actores de la política bonaerense llegaron hasta el debut de Argentina con algunas cuestiones sin resolver que los mantendrán inquietos y ocupados, aunque más no sea durante los entretiempos de los partidos.

En ese contexto, quizá sean los intendentes los más preocupados. El gremio de los camioneros inició en estos días la embestida final por el aumento salarial para sus afiliados; un tema que desvela a los jefes comunales aunque formalmente sean las empresas de recolección de residuos las que pagan esos sueldos.

Ese servicio —tercerizado en casi todos los distritos— se lleva, en el mejor de los casos, el 30 por ciento de los presupuestos municipales, y ya "es jurisprudencia" que las empresas trasladen automáticamente el peso de los aumentos salariales de los camioneros al monto que les cobran a las administraciones comunales por el servicio.

Y al abrir el juego para su gremio, Hugo Moyano, que como titular de la CGT venía sugiriendo para todo el universo sindical que los incrementos no deberían pasar del 25 por ciento, arrancó con un planteo de aumento del 31 por ciento.

Con las cuentas de sus municipios jaqueadas por déficits estructurales y dificultades financieras crecientes, los intendentes observan esa negociación con un nivel de preocupación que ya ha llegado hasta despachos de la Gobernación, donde prevén hablar puntualmente el tema con Moyano, en una suerte de mediación de final imprevisible.

 

Una tradición menos

 

Es que, como patronal, el gobierno provincial ha comenzado a tener sus propios problemas con el líder de la CGT. Con buena parte de los gremios estatales bonaerenses enrolados en la CTA (ATE, los docentes de Suteba, Judiciales, la Cicop de los médicos de hospitales), Moyano se ha mantenido históricamente al margen de las pulseadas salariales entre la Gobernación bonaerense y sus empleados.

Pero este año Moyano viene dando señales de quiebre de esa "tradición". En las últimas semanas, por caso, Moyano comenzó a intervenir en favor de planteos del único gremio docente enrolado en la CGT, el ultraminoritario Udocba.

Primero lo respaldó en una cuestión clave para la administración y la calidad educativa: la titularización masiva y automática de miles de docentes jerárquicos provisorios que pide ese sindicato, contra la postura del Frente Gremial Docente, que reclama que se concurse la cobertura de esos cargos.

Y ahora le dijo a Udocba que cuente con su apoyo para algo que intranquiliza sobremanera al gobernador Scioli tras haber acordado un aumento del 19 por ciento en marzo pasado: la reapertura de las paritarias para discutir otra mejora salarial.

Estas "intervenciones sindicales" de Moyano sobre las administraciones públicas de la Provincia se tornan aún más complejas en la medida que el líder de la CGT es además el vicepresidente del PJ bonaerense —formalmente, con Alberto Balestrini aún en terapia intensiva, el gremialista sería hoy la máxima autoridad partidaria— y el socio político con el que mayor fidelidad han mostrado el gobierno nacional y Néstor Kirchner.

En ese marco, cerca de Scioli no creen que Moyano mantenga la aspiración de ser candidato a gobernador como alguna vez —no hace tanto— confesó. Pero sospechan que el cegetista ya puso en marcha estrategias orientadas a garantizar para dirigentes de camioneros lugares importantes en todas las listas de candidatos que se definirán para el 2011, desde las de legisladores nacionales hasta las de concejales en todos los municipios bonaerenses.

 

La seguridad siempre

 

En el gabinete de Scioli, en tanto, la seguridad sigue siendo, como siempre, un asunto prioritario. Los cambios en la conducción del área, iniciados hace dos semanas con el alejamiento de Carlos Stornelli y la asunción de Ricardo Casal como ministro de la nueva megacartera, se completaron esta semana con movimientos en la cúpula de la Policía.

En rigor, se trató de un retoque que dejó intocado el núcleo de la dura interna que desde hace tiempo anida en la conducción de la Policía, y que tiene a los comisarios generales Baratta, Matzkin y Castronuovo como ejes.

Alguna promesa del jefe máximo, Juan Carlos Paggi, de poder controlar esa situación para que no incida en el funcionamiento de la fuerza, habría convencido a Scioli y a Casal de dejar por ahora "las cosas como están".

Casal, mientras tanto, ha dedicado buena parte de este primer tramo de su gestión a reunirse con los intendentes, tanto oficialistas como opositores.

Para los jefes comunales resultó una experiencia inédita en la era Scioli poder explicarle personalmente al ministro de Seguridad los problemas que se presentan en sus distritos en la materia, tras un ciclo al que Stornelli le dejó una marca indeleble: no atender a los intendentes ni siquiera por teléfono.

Ahora esperan que, además, de atenderlos, desde el Ministerio empiecen a resolver los problemas.

 

Marisa Álvarez
NA

 

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