Justo en el día de la Independencia trasciende la noticia. Los archienemigos Néstor Kirchner y Héctor Magnetto habrían pactado una tregua poniendo punto final a dos años de enfrentamiento enconado. ‘’En secreto, entre los estallidos, Néstor Kirchner recibió a Héctor Magnetto. Pero no debiera decirse -como en el film de Resnais- “La guerra ha terminado”.
Puede anticiparse que zafa la señora Ernestina Herrera de Noble. Va a quedarse en el país. En la residencia de San Isidro. En libertad.
Los que ahora “se cruzan”, con frecuencia, “por las dudas”, son Marcela y Felipe. Los “grandulones” de 34 años, aún tratados como “los chicos”.
Como si Marcela no fuera otra correcta señora divorciada.
O Felipe, un correcto padre de familia.
Desgarramientos
La visita clandestina, de Magnetto a Kirchner, transcurrió -según nuestras fuentes- dos semanas atrás.
Estragado, Magnetto llegaba a Olivos. Aplastado por la sistemática ofensiva de Kirchner, encarada desde la totalidad de los frentes simultáneos.
Por la efectiva contundencia del Frente Humanitario, Kirchner le había quebrado, a Magnetto, el frente interno.
En adelante, el Grupo Clarín debía enfrentar, entre las vulnerabilidades, el riesgo de la implosión.
La rendición de Magnetto es condicional.
Venció Kirchner, pero se queda desgarrado.
De todos modos va a proseguir, para la tribuna, la escalada mediática. El bombardeo recíproco. Persiste la persistencia judicial de los otros frentes abiertos.
Desde Clarín (con la ayuda temporaria de La Nación). Desde la abundante prensa adicta al gobierno.
Los que bombardean, de ambas partes, entregados al frenesí de la pelea, desconocen, hasta hoy, la magnitud del acuerdo. Duermen.
Quedan entonces los focos de la virulencia aceptada.
Antes de lanzarse a la gratuidad de las desmentidas, se les recomienda -sin modestia- la opción de la duda.
De manera que De Vido, alias Samoré, va a tolerar algunas semanas más de agravios. Las esquirlas bolivarianas, por Sadous, o por las estanterías que invariablemente se le derrumban.
Mayores manchas para el Tigre. Tiene De Vido espaldas para aguantar los misiles. Sobre todo porque cuenta con el respaldo de Kirchner, el vencedor de la Guerra de Convalecientes. Aunque desgarrado: Kirchner sabe que es aceptablemente indigno, a esta altura, ponerse a rebobinar. Cuesta regresar de las imposturas violentamente asumidas. Desactivar a los gurkas lanzados con la artillería del humanitarismo. Locutores entregados. Escribas utilizados. Con relativos anticuerpos como para soportar la medicina del pragmatismo.
Devaluaciones
Conste que la rendición no se logró por el avance registrado con la aprobada Ley de Medios. Tampoco, por las intromisiones en la oportunamente avalada megafusión de los cableríos (conste que hasta David Martínez pide pista, ampliaremos). Ni siquiera fue por la devastadora agresividad que contuvo el avasallamiento a destrucción en Papel Prensa. Litigio que mantiene su dinámica.
Acosos que se sumaron, en definitiva, al sustancial punto de partida. El desalojo del negocio del fútbol.
Fueron suficientes las crueldades en caravana, para devaluar al Grupo Clarín.
Aquello que valía, hasta hace un año, cuatro mil quinientos millones de dólares, hoy vale, con suerte, mil doscientos.
Para colmo, nadie va a derramar media lágrima por el Grupo Clarín.
Como señala la máxima del Portal: “Clarín tiene el Kirchner que se merece”.
De acuerdo a la interpretación, el avance demoledor del Frente Humanitario resultó decisivo.
Trascendió, desde aquí, el disgusto del grupo familiar. Se había abroquelado. Componen, el grupo de hierro, los hermanos -Marcela y Felipe-, junto a la madre adoptiva. La madre que ellos eligen. Ernestina Herrera de Noble. “La Piti Noble”, como la conocen en su circuito social.
En “Ernestina, Marcela y Felipe” (cliquear), se anunció que la Guerra de Convalecientes ingresaba en el tramo sustancial. En “la antesala del epílogo”.
Se dijo que Marcela, la voz cantante y conductora, del grupo, ”estimulaba un resquemor hacia Magnetto”. Y hacia el séquito gerencial.
No los habían “cuidado, ni protegido, ni contenido”. Durante los seis años en que el Gobierno y Clarín fueron socios. Cuando Kirchner y Magnetto, de la mano y tan juntitos, parecían conforman una armónica pareja gay.
Reprochaba Marcela. “Cuando se pelean (el Gobierno y Clarín), los que perdemos, los que quedamos desguarnecidos, somos mi hermano y yo”.
Pero estaba además La Piti. La dama novelesca que quedaba, en el patetismo de la historia, como La Apropiadora.
Mientras, entre la carnicería de la batalla, y a través de los misiles programados de la Justicia, Kirchner se proponía apresarla. Radicarla en la cárcel de Ezeiza.
Pero Marcela y Felipe -contenidos por idóneos profesionales-, se habían juramentado. No iban a permitir que Ernestina, la madre que ellos elegían, volviera a perder, otra vez, la libertad. Para evitarlo, se predisponían, incluso, como se dijo, hasta al pretexto de declararla insana.
Sin embargo no fue necesario, según nuestras fuentes, recurrir al artificio de la insanía.
Bastante sanita para sus 85 años, bastó que Ernestina asumiera el rol de directora de Clarín. Para decirle a Magnetto, como si fuera aún aquel tenedor de libros que llegaba de La Plata.
“O usted me resuelve este problema, o lo echo”.
La que estaba echada era, en realidad, la suerte de Magnetto.
Faltaba, en adelante, la bandera blanca.
Misterios
Se explica, acaso, a través del arreglo, el misterio generado en el papelón del Banco Nacional de Datos Genéticos. La cooperativa depende del Poder Ejecutivo.
Ante la desmesura bochornosa del escenario, debe aceptarse que, aquellos que desconfiaban, venían perfectamente encaminados.
La identidad de los hermanos marcaba el límite. La línea del corte.
Vísperas del final. Resta conocer, en adelante, el modo de atenuación de la virulencia aceptada.
Abundan los caballos desbocados, por abajo, que van a enterarse -a través de esta crónica-, del “arreglo”, por arriba.
La continuidad de la pólvora obedece a los otros frentes abiertos. Pero también van a disiparse. Brotan otros temas superadores.
Las organizaciones de derechos humanos, de sensibilidad selectivamente rentada, fueron instrumentadas como elementos eficaces para la disuasión.
En especial, las Abuelitas, que se merecen el Premio Nobel. Pero habrá que resignarse y aceptar la nueva realidad. La línea del corte. Sin chistar. No se va a conocer ninguna identidad. La Piti Noble continuará en San Isidro. Su lugar en el mundo.
Caso contrario -para decirlo en francés, como la Garganta- “no va a haber mangos, en adelante, para nadie”.
La política, aquí, quien la fija, es Kirchner. Si dispone que se avance con el dilema de los hijos, se avanza. Si dispone que se planche, se plancha y se acabó.
Como en aquella publicidad enternecedora del Crespi seco: “pasan cosas lindas en una familia”.
Por lo tanto Magnetto, declarado como el enemigo principal de Kirchner, también debe conformarse. Culmina sus días vibrantemente vencido. Taponado por la vulnerabilidad física, y por el desprestigio moral. En la lona, pero con alguna noticia enaltecedora. El mantenimiento, hasta la propia cesación, de la fuente de trabajo.”, según la pluma inapreciable de Jorge Asís, vistiendo el ropaje de Oberdán Rocamora.
Así, concluye un ridículo desgarramiento que nos tuvo en vilo, iniciado allá por marzo de 2008 cuando recrudecía la crisis del campo. Quienes habían sido socios en la aventura desde mayo de 2003, rompían lanzas iniciando una disputa que para muchos mal pensados era similar a dos pelados peleándose por un peine. Transcurrieron dos años de ciega, sorda y muda lucha, en la cual abundaron en uno y otro lado las chicanas, los dobles mensajes, las puteadas y todo tipo de operaciones sucias destinadas a embarrarse la cancha mutuamente.
Al fin y al cabo, como bien observa el autor más arriba, habrá quienes se sentirán usados y decepcionados al comprobar el triste papel de preservativos del poder, luego de ser desechados por quien los encumbró a legionarios rentados para una guerra estúpida en la cual los ganadores puestos son aquellos que siempre suelen caer parados.
Fernando Paolella