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El Baile de la Victoria

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"EL MELODRAMA DEL JINETE ENAMORADO TRASANDINO"
“EL MELODRAMA DEL JINETE ENAMORADO TRASANDINO”

Ficha técnica:

 

Título para Latinoamérica: El baile de la Victoria

Título original: El baile de la Victoria

Dirección: Fernando Trueba

Guión: Antonio Skármeta, Fernando Trueba y Jonás Trueba. Basado en la novela homónima de Antonio Skármeta. Ganadora del Premio Planeta

Género: Drama – Solo apta mayores de 13 años.

Reparto: Ricardo Darín (Vergara Grey), Abel Ayala (Ángel Santiago), Miranda Bodenhöfer (Victoria Ponce), Ariadna Gil (Teresa Capriatti), Luis Dubó (Marín), Mario Guerra (Wilson), Mariana Loyola (Lili).

Fotografía: Julián Ledesma

Producción: Cristina Huete — Dirección Artística: Verónica Astudillo

Distribución: Buena Vista International

País: España, Chile, Argentina — Año: 2010 — Duración: 126 min.— Estreno Argentina: 9 Septiembre 2010

Una interesante historia, basada en la novela homónima de Antonio Skármeta. Que a poco de rodar vislumbra su problemática central: una disyunción libro —guión cinematográfico— excesivo metraje; pese a todo la construcción del melodrama ha sido exitoso.

 Ambientada en la República de Chile, la película narra la historia de dos ex presidiarios que son beneficiados con una amnistía presidencial que los deja en libertad. Por un lado Ricardo Darín (Vergara Grey) un famoso ladrón de bancos que huye de su reputación, al tiempo que desea fervorosamente recuperar a su familia perdida. Por otro, Abel Ayala (Ángel Santiago), un impresentable ladronzuelo un “perejil” que quedó pegado por quedarse con un caballo de famoso empresario. Que por su insistencia convenció a Vergara para dar un golpe definitivo para su retiro seguro. En medio de este gran robo, aparecen intercaladas las historias de contrapunto: una joven bailarina muda Miranda Bodenhöfer (Victoria Ponce) que enamorará a Ángel Santiago y Ariadna Gil (Teresa Capriatti) la ex pareja de Vergara que rehizo su vida con una persona adinerada.

  La excusa del director (Fernando Trueba) es contar una historia de amor bifrontal y en paralelo. Piedra de Sísifo si las hay, ya que al hacerlo se corre el peligro de subalterar una a otra y en consecuencia eclipsarla. Y es lo que ocurrió al fin de cuentas. A través de una yuxtaposición de relatos que asedian al núcleo central Trueba (Belle Époque 1992) hurga –producto de un guión menor— y recae en compartimientos estancos en los que queda atrapado. No obstante, las excelentes actuaciones de los protagónicos elevan la narración a puertos más sólidos. Transformando la cinta en una muy buena propuesta cinematográfica para ver.

 
Abel Ayala (Ángel Santiago): montado en su caballo como un desprendimiento de su personalidad actoral. Notable perfomance en un rol de difícil composición melodramática.

 Ricardo Darín, con la solvencia a que nos tiene acostumbrados, curiosamente su papel es más corto en duración que el de su ladero Abel Ayala. Este último en su rol consagratorio. Si algo le faltaba a Darín era esta conducta amplia y democrática de hacer lucir a su segundo por encima de su protagónico. Ambos deambulan por el país trasandino, y su química envuelve e impacta al espectador. Todo lo hacen fácil. Y el producto final es ese convencimiento que lo que vemos en la pantalla (la ficción); es real. Un gran logro por cierto.

 El punto de inflexión –al menos en emotividad— está dado por la mágica presencia de Victoria (Miranda Bodenhöfer), una misteriosa adolescente cuyos padres fueron asesinados durante la dictadura de Pinochet y cuya única manera de expresarse es el baile ya que perdió el habla como consecuencia del psicotrauma. Ese es “el baile de la Victoria” (y de ahí el nombre del film) como mediación de una trama que dispara varios frentes y contrafrentes. Al caer en lugares comunes como la vuelta inexorable a las dictaduras militares para crear tensión y conflictos manifiestos. El hecho de buscar incesantemente esa inspiración o lirismo (tanto cine como teatro) ha sido criticado lúcidamente por el maestro de la dramaturgia nacional el escritor Roberto “Tito” Cossa. Cuando juzga a los perezosos escritores/directores por no tener ideas relevantes y nuevas. En otros términos: ¡señores las dictaduras ya pasaron y Uds. siguen con la misma historia! Brillante alegato para tener en cuenta a la hora de vislumbrar dramaturgia en el séptimo arte.

El baile de la Victoria es un ejemplo de larga e innecesaria duración fílmica. Media hora de sobra que aletarga un final premonitorio. Que al estilizar su estructura nos damos cuenta de esa superabundancia temporal. La inconsistencia del guión queda expresa.

Quizá, como un defecto recurrente de las películas españolas donde el montaje y el texto entran en colisión. El significado de los tiempos con relación a lo que se quiere mostrar, no han sido articulados con éxito. Lo más importante (lo cognitivo) lleva más tiempo en el metraje y lo aleatorio menos. Esta verdad de Perogrullo —como regla mnemotécnica— no se cumple.

 Un hecho no menor que pasa desapercibido —no para la crítica— es esa afectación (¿de una mala lectura de nuestra historia?) donde ese mal entendido “latinoamericanismo” – donde todos somos hermanos y nos queremos mucho— convierten al protagónico en “El melodrama del jinete enamorado trasandino”. Como si no hubiese otro medio de locomoción en Santiago de Chile. Ficción sí estupidez no. La construcción de poética latinoamericanista debe tener coherencia para tener sustento emotivo. A eso nos referíamos al signar las inconsistencias del guión que no se reescribió con las luces que ameritan la narración.

¿Ausencias elipsis en el texto? No, sólo mala redacción.

 

 Y si de Chile se yergue la crítica parafraseando al gran estadista el Dr. Salvador Allende: “más temprano que tarde se abrirán las alamedas donde pase el hombre libre”; para ver una interesante historia emotiva y muy bien interpretada pero mal escrita. 


Ricardo Darín (Vergara Grey) y Ariadna Gil (Teresa Capriatti). El multipremiado actor argentino con autoridad cumplió el papel de partenaire y co—protagónico (con Abel Ayala). Esta ética democrática trascendió en la pantalla. 

 Gustavo Contarelli

Puntaje del film: 4Tribunas.
Puntaje actor protagónico: Abel Ayala (Ángel Santiago) 5 Tribunas.

Referencias:
5 Tribunas: excelente/imperdible
4 Tribunas: muy buena
3 Tribunas: correcta — buena
2 Tribunas: regular
1 Tribuna: mala/pésima

 

2 comentarios Dejá tu comentario

  1. Gustavo ¡Hermosa tu crítica! No me dí cuenta eso que comentás del tema "jinete" No sabía que era tan bueno el actor Abel Ayala, fue un descubrimiento para mí. María Violeta

  2. Gustavo, por fin veo que hacés críticas de películas argentinas, era hora!! Espero que sigas así y quedo con ganas de la crítica de "El Rati Horror Show", película del Michael Moore argentino, léase Enrique Piñeyro. Salute!

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