Nadie puede acusar a Daniel Scioli de no medir sus palabras. Es más: muchas veces peca porque abusa de la sobriedad y la moderación, cualidades que —según varias encuestas— son aparentemente valoradas por la ciudadanía y que en el mundillo del PJ suelen ser equiparadas con la tibieza.
Por eso mismo, cuando el gobernador dejó abierta la puerta a una candidatura presidencial disparó un espiral de especulaciones.
Frase textual de Scioli, cuando en una radio le preguntaron por su futuro: "Todo llega si tiene que llegar". Interpretación en reductos peronistas: "Scioli piensa en la Casa Rosada".
Esa suposición es uno de los escenarios más temidos en el laboratorio de maniobras políticas del kirchnerismo talibán. Para decirlo sin vueltas: que Scioli, probablemente el peronista K que mejor mide en las encuestas, se anime a rebelarse contra Néstor Kirchner.
Una encuesta publicada el fin de semana en un diario porteño sumó un condimento numérico a ese análisis. Dice que el gobernador es el oficialista mejor posicionado para pelear con la oposición en un escenario de eventual ballotage.
El resto (léase Néstor y Cristina Kirchner) perdería inevitablemente frente a candidatos como Julio Cobos o Mauricio Macri. La encuesta fue realizada por la empresa Isonomía.
Una bisagra
Es notable cómo Scioli, aún sin expresar explícitamente la voluntad de querer ser Presidente y sin destilar condiciones de liderazgo como se acostumbra en el peronismo, de a poco se va convirtiendo en una alternativa potable para una parte de la dirigencia justicialista. Mucho mérito de Kirchner, digámoslo.
El ya célebre reto del santacruceño por lo de las "manos atadas" asoma como la bisagra a partir de la cual Scioli pasó de ser desdeñado por buena parte del PJ provincial a posicionarse como sujeto de solidaridad y eventual cabeza de proyecto de un posible post kirchnerismo.
Son varios los intendentes bonaerenses que se enrolan en esta tesis pero callan.
En especial, y en este caso no callan tanto, el lote de ocho jefes comunales críticos que acaso hayan encontrado un aliado impensando en la Gobernación frente al reclamo de avanzar en la creación de las policías comunales, un ítem que la administración Scioli venía resistiendo.
Postura sciolista
La línea que bajó Scioli a los suyos es, obviamente, típicamente sciolista. O sea, despojada de elementos irritantes para los Kirchner, al menos en el plano público.
"No iremos nunca contra el kirchnerismo", aseguró un funcionario de mucha confianza del gobernador, fanático del impreciso cotillón de campaña "Scioli 2011".
La frase desnuda dos definiciones no menores. Una: el sciolismo evidentemente ya no se considera parte del kirchnerismo puro. Dos: comienza a percibirse en la gobernación, aunque será negado en público, cierta sensación de inevitabilidad respecto a la proyección de Scioli.
"Voy a terminar siendo yo porque a Néstor no le va a dar", sería la decodificación de ese razonamiento. Eso implica que Kirchner, ante un escenario de derrota, optaría por jugar con Scioli como continuador.
En verdad, muchos peronistas creen que el ex presidente preferiría ver a un opositor en el sillón de Cristina antes que aceptar un nuevo jefe justicialista.
Una señal esperada
En fuentes sciolistas se aplaudió la reciente definición de Kirchner respecto a que volvería a fijar domicilio en Santa Cruz para trabajar por los intereses de aquella provincia, su tierra.
Fue, en efecto, la señal esperada para confirmar que Néstor no piensa en ser gobernador de Buenos Aires, como dejaron trascender algunos operadores de su entorno.
En varios despachos de La Plata se cree que el ex presidente deslizó con esas palabras su intención de volver a ser gobernador santacruceño, aún cuando eso supone un retroceso en su carrera política personal. Todo es posible.
Alguna vez Carlos Menem, cuando le preguntaron si se veía en otro cargo menor luego de ser jefe de Estado, dijo que "el que fue Papa no quiere volver a ser Obispo".
Y ahí está ahora, en el Senado, como un representante de La Rioja funcional a los intereses legislativos de los Kirchner, sus ex rivales en las urnas.
¿Todo el peronismo?
Pero lo que les hace ruido a los hombres de Kirchner no es sólo que Scioli pueda intentar quedarse con la candidatura presidencial del oficialismo o, como se dijo, que la ola de circunstancias lo termine coronando.
El tema es que por sus características personales y su perfil político, el gobernador bien podría intentar ser el postulante presidencial de todo el peronismo, llámese kirchnerista y disidente.
¿O el Peronismo Federal, huérfano por ahora de una carta fuerte, no encontraría en Scioli un candidato relativamente afín, como ya insinuó Eduardo Duhalde?
¿O Francisco De Narváez, aspirante opositor a la gobernación, no se sentiría cómodo con el actual gobernador en la misma boleta pero en el rubro mayor? ¿O Mauricio Macri, amigo de Scioli desde lo personal, no declinaría aspiraciones presidenciales si percibe que el bonaerense mide mejor que él y acaso confíe en que, si llega a la Rosada, será su aliado? ¿O los intendentes del PJ provincial no celebrarían si tienen un candidato presidencial que, al menos, les garantiza pelear un ballotage y encima les promete que no habrá listas colectoras en los distritos?
Enfrentadas las fuentes sciolistas a estas preguntas, las respuestas remiten al estilo contemporizador del gobernador: "Hasta marzo nada de esto estará definido", se explica. El reloj corre más rápido de lo que parece.
Mariano Pérez de Eulate
NA