Cual víctimas del Síndrome de Estocolmo, quienes sufrieron el acoso y la furia del desaparecido Néstor Kirchner, no logran independizarse de su verdugo, dando muestras de su abyecta dependencia.

Desde la Presidente de la Nación, que invoca al causante para —según ella— continuar y profundizar “el modelo”, hasta el resto de los súcubos que maltratara quien fuera en vida el dueño de la cancha, de la pelota y de la tribuna, además de los equipos, que rendían culto a su personalismo avasallador, todos ellos se colocan mansamente bajo su halo.

Quien hubiese podido independizarse del cordón umbilical que lo sujeta a esa especie de atavismo autoinfligido, el medroso gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, por más que obtuvo liquidez comprometiendo aún más las exhaustas arcas del estado provincial más grande del país, lo cual le da cierto aire económico para sobrevivir en el último tramo del kirchnerato, y aún después de haber logrado —motu proprio— reunir a 90 intendentes, llevándose las palmas en el terreno político, ha sepultado una vez más, sus gestos de alejamiento de la entente KK.

Vale recordar los desplantes que sufrió el motonauta —en sus épocas de vicepresidente de la Nación y luego como gobernador— infligidos sin anestesia por “Lupín”, sumados al ninguneo permanente que le hiciera la hoy la “presidente de todos los argentinos”, todo lo cual —demostrando una vez más la validez de la Teoría de Pavlov— lo condicionaron para que se pusiera a las órdenes de la viuda. Por lo menos eso es lo que ha dicho en las últimas horas.

La claque que rodea a la presidente, desde el Jefe de Gabinete hasta el último orejón del tarro “kirchnerista”, rindieron pleitesía e hicieron votos de fidelidad, a la viuda del “mejor presidente que tuvo la democracia”, al decir de los cronistas asalariados del matrimonio cleptómano.

Los gobernadores hipotecados y los barones del Conurbano, se rinden frente al poder de la caja, por lo que —en este aspecto— todo seguirá igual: lealtad a cambio de fondos.

Quien no integre esta troupe de timoratos y colaboracionistas, está condenado al oprobio de los herederos de Lupín, habiéndosele encomendado al primogénito Máximo K la misión de sustituir al difunto.

El joven heredero se apresta a encarar tamaña empresa, sin dudar en asumir el rol de aquel que durante casi 8 años tuvo en vilo a más de 44 millones de ciudadanos.

Tamaña empresa es digna de una epopeya, la cual habrá de encarar insuflado de irresponsable soberbia, en patética parodia clonada sin importar el resultado, aún sabiendo que sus movimientos incidirán en la vida y fortuna de todo un pueblo.

Veremos, al paso de los días, cómo aparecerán iluminados que sostendrán sin ruborizarse, que eran confidentes del Gran Néstor, total él no estará para desmentirlos, en vanos intentos por colarse bajo el ala de la Reina Madre.

Será el sino de este país, condenado a ser el mejor del mundo, ¡según un ex presidente!

Enrique Piragini