La noticia, aparentemente intrascendente e inocente, (Perfil.com del 3/11/2010) es la siguiente:
“El Gobierno importará billetes de $100 hechos en Brasil. Lo acordó el Banco Central con su par del país vecino para afrontar la mayor demanda de fin de año y evitar faltantes.
Made in Brasil. Se imprimirán allí billetes de $ 100. El Banco Central (BCRA) resolvió importar billetes de $ 100 impresos en Brasil. Es para evitar que falte dinero antes de fin de año.
La decisión fue tomada por el directorio de esa entidad luego de no haber encontrado otro tipo de paliativos que hasta incluyeron la posibilidad de contratar directamente un proveedor privado que reemplace a
Según fuentes del BCRA, los brasileños quedaron a cargo de la impresión de los nuevos billetes, mientras que a
El economista Jorge Avila aseguró a
Luego de la sorpresa que me causara la lectura de esa novedad, sobrevino una gran indignación acompañada de una sensación de impotencia.
¿Hasta dónde habrán de llegar quienes dirigen y comandan el destino de este país?
Agotadas las reservas virtuales, ante la necesidad imperiosa de más Caja, se ha llegado a la más burda maniobra: imprimir moneda sin respaldo legal, pero lo peor es sin control alguno, y ahora, agotada la capacidad de producción de la aniquilada Casa de
De más está decir que si no se puede controlar la producción de moneda en nuestro país, hacerlo en el extranjero resulta imposible. Sólo un irresponsable gobierno puede delegar esta sensible producción del signo monetario nacional, uno de los elementos que integran el ejercicio de la soberanía nacional.
Se supo de remesas de monedas procedentes de Chile, cuando existía el equivalente un peso un dólar, que se perdieron en el camino. También naufragaron mis denuncias por la emisión de doble y triple juego de billetes, al extremo que desapareció el expediente, los ejemplares de billetes de la misma serie y número, y hasta se borró el número del sumario en el sistema informático de
La destrucción de nuestro signo monetario, además del fraude que ello implica, reviste calidad de crimen de lesa patria, convirtiendo esa criminal conducta en sabotaje a las instituciones, aniquilando la confianza en nuestra moneda y generando más inflación al carecer del respaldo correspondiente.
Hace años que se imprimen billetes de banco sin la mención “convertibles de curso legal”, ya que el Banco Central de
Vergüenza es el sentimiento que aflora después de tomar conocimiento de tamaño despropósito.
Esperemos que los funcionarios y políticos de la oposición salgan al cruce e impidan tamaño fraude a la fe pública, y oportunamente se reclame a sus responsables la consiguiente rendición de cuentas por su gestión.
Enrique Piragini