Hace apenas unos meses, muchos de nosotros no salíamos de nuestro asombro frente a la noticia —que empezó a circular por todos los medios del mundo— en torno a la supuesta intención del presidente Hugo Chávez de que sea el Estado quien asumiera la patria potestad de los niños venezolanos a partir de los tres años.
La noticia, que se conoció bajo el título “Vienen por nuestros niños”, fue con el correr del tiempo sistemáticamente desmentida a gran velocidad por fuentes oficiales del gobierno bolivariano.
Hace unos días, en la Argentina se ha echado a rodar idéntica información pero esta vez, la intencionalidad correspondería al gobierno de la Sra. Fernández.
Este tipo de versiones, que seguramente el gobierno nacional saldrá a desmentir oportunamente de manera tajante si las cosas empiezan a subir de tono, no son inocentes, sino que tiene un trasfondo de sondeo para determinar cómo reacciona la población frente a ellas.
La estrategia de estos “líderes carismáticos latinoamericanos” consiste en lanzar una versión de algo que quieren imponer, obviamente para seguir perpetuándose en el poder y analizar las repercusiones. Si advierten que no hay demasiada resistencia, la implementan, vulnerando normas y sustentando sus discursos en argumentaciones falaces. En esa tarea realizan un cúmulo de maniobras distractivas de todo tipo como acontecimientos inesperados, siniestros raros, hechos de inseguridad no muy claros, espectáculos populares que seguramente idiotizarán multitudes, etc.
En cambio, cuando la resistencia es importante y de la evaluación de costo beneficio surge con mayor porcentaje el costo, mandan a sus voceros a negarlo hasta el cansancio.
Muchos personajes afines al Gobierno no pararán de afirmar que este tipo de noticias tiene como única finalidad desestabilizar el gobierno de la sufrida y abnegada madre, viuda y presidenta, sin embargo, pocos parecen haber reparado en el rol que se ha visto obligado a reforzar el hijo de la Sra. Fernández a partir de la desaparición de su padre.
No resulta menor el dato de que uno de los consejeros más importantes de la mencionada Sra. es el mismísimo primer mandatario venezolano. Y acordemos que su idea de lo que quiere todo su pueblo es un tanto particular.
En nuestro caso quizás tengamos mas ventaja, la Sra. Fernández no es que tenga una interpretación tan particular, probablemente no la tenga. Lo qué sí queda clarísimo es que lo que pensamos y queremos la mayoría le importa un comino.
Es sabido que desde hace bastante tiempo venimos importando jóvenes latinoamericanos de diversas nacionalidades a quienes las fuerzas de choque subvencionadas por el gobierno nacional con nuestros impuestos, entrenan.
Tampoco es nuevo el episodio del reclutamiento de niños y jóvenes en los colegios y universidades por parte de las huestes K a quienes les ofrecía y ofrecen algunas cosas para poner a disposición el cerebro. Hecho que quedó por demás demostrado con la última toma de colegios en la Ciudad de Buenos Aires hace muy poco tiempo.
También incorporamos cada vez más nativos de naciones centro y sudamericanas y les damos mucho mejor tratamiento que a los propios compatriotas. Seguramente estos constituyan votos asegurados para las aspiraciones del poder político de turno. Pero el tema es que al no haber una política habitacional ni de reubicación territorial, en la Ciudad de Buenos Aires, en breve dormiremos todos parados o apilados. Encontrar un argentino en Buenos Aires casi podría resultar todo un acontecimiento porque el Plan Patria Grande nos está convirtiendo en extranjeros en nuestra propia ciudad natal.
Quizás algún distraído pudiera pensar que todo lo antedicho solo constituye hechos inconexos o disfunciones de mentes paranoides. Otro, intencionado en desviar la atención, dirá que son fabulaciones.
Finalmente muchos, hace muchísimo tiempo que se dieron cuenta. Y aunque no parezca, en medio del caos en el que transcurren nuestros días en los últimos años, resulta un enorme avance. Entender el problema es el primer paso para empezar a resolverlo.
Nidia G. Osimani