Se trata, según dicen los reencarnacionistas, de una cierta liberación de sí mismo para conectarse con su “esencia”.
A este galimatías, pocos científicos de raza podrán entenderlo, más sólo los pseudocientíficos parecen poseer el secreto o el don de comprenderlo.
Esta gente nos habla también de ciertas personas que en contacto con otras, se enferman mutuamente “neurotizándose”, sin gérmenes ni virus patógenos de por medio.
Estos pseudocientíficos inventores de toda clase de fantasías a saber: personalidades inferiores y esencias (sí, con mayúscula), de personalidad encarnada y otras cositas alejadas “años luz” de la realidad que descubre la auténtica Ciencia, sólo pretenden engatusar a la gente con fines lucrativos. (Conferencias pagas; libritos sobre el tema, articulitos, etc.).
Ante muchas cosas, como un rechazo de un bebé que se desarrolla en el útero; ante un niño quien se halla en su primera infancia y nació con un defecto congénito, que sufre una pérdida de afecto o cualquier desgracia…, se debe consultar, sin pérdida de tiempo ¡a un psicoterapeuta reencarnacionista! (así aconsejan los reencarnacionistas).
¿Qué especialidad es esta, aparte de la psicología, auténtica ciencia? ¡Pura charlatanería señores lectores! Pues “ahondando” un poco más en esta cuestión, nos encontramos con disparates en forma de interrogantes como estos:
¿Qué habrá sido fulano en otras existencias terrenas? ¿Para qué ha reencarnado? ¿Quiénes habrán sido, en su pasado, sus padres, sus hermanos; quizás su cónyuge y… sus descendientes?...
También estos señores reencarnacionistas se descuelgan con el disparate de que todo enfermo, incluso un bebé recién nacido (“o quizás también un cachorro de perrito faldero”), ¡pueden ser egocéntricos!
Pero nos aclaran que la personalidad encarnada sí es egocéntrica, pero la esencia, ¿no? ¡Quién puede entender este galimatías, que salga a la palestra! Le daré un premio.
Esta gente, los reencarnacionistas, también pretenden hacernos saber que nuestra personalidad no se forma en la infancia, sino que es congénita, pero se manifiesta en la infancia, dejando de lado lo que todo psicólogo sabe: que la personalidad se compone de dos cosas: una “personalidad” congénita aunada con la “personalidad” adquirida en las circunstancias de nuestras vivencias y estas últimas, sabemos que pueden “remodelar” al individuo e incluso eclipsar sus tendencias innatas.
Incluso, estos reencarnacionistas afirman que “lo que les faltó a Freud y sus seguidores, es la noción de los principios reencarnacionistas, y que es preciso divulgar en toda la superficie terrestre cierto concepto acerca de una `personalidad congénita´”.
Esta gente reencarnacionista, incluso niega los traumas y dramas de la infancia y durante el transcurso de la vida y tienen el coraje de desafiar a la razón y la ciencia afirmando que ¡existen unos factores antiquísimos, nada menos que de varios siglos atrás!
También se afirma que durante las “sesiones de regresión a encarnaciones lejanas en el tiempo” podemos hallarnos cara a cara nada menos que con nuestros padres, maridos, esposas, hijos, amigos y… enemigos, para entonces reconciliarnos con estos últimos. (¿Influencia de cierta religión, en el tema? ¡Puede ser!)
Y esto no es todo. Dicen también casi como tomándonos el pelo a los racionalistas que: en las reencarnaciones pasadas también nos encontramos ¡a nosotros mismos!
También nos anotician que en nuestras encarnaciones pretéritas nos hallamos frente a frente nada menos que ¡con nosotros mismos pero con diferente careta! Esto es que en el fondo seguimos siendo temerosos, murrios, amargados y otros caracteres, ya existentes en nuestras anteriores vidas.
No es raro que estos fantasiosos, los reencarnacionistas, nos quieran convencer con disparates tales como los que siguen:
En nuestras vidas pasadas hemos sido, tímidos, deprimidos, amargados… (Pregunto: ¿asesinos, borrachos, ladrones, pendencieros, orates… y otras delicias también? Bueno… estos detalles los omitieron para no quedar mal con sus afligidos clientes y tampoco nos hablan de bebés que murieron prematuramente sin saber qué es la vida a la larga.
También son capaces de informarnos con “suma sabiduría” que, ¡nuestro padre pudo haber sido nuestro hijo en vidas anteriores y… nuestra madre ¡nuestra esposa!… en otros tiempos.
¡Pero tienen una salida a las críticas! Pues nos aclaran que somos espíritus y que en cada encarnación nos vestimos con “un ropaje diferente” (sic).
Evidentemente, toda esta locura, debe ser tomada como su prima hermana, la astrología; como un mero pasatiempo para aquellos a quienes les agradan la fantasía y las ilusiones baratas. Lo único lamentable es cuando nos vemos en la obligación de aleccionar a nuestros jóvenes de que se trata tan sólo de puras invenciones fantasiosas, auténticas pseudociencias, salvo que se tomen como simples pasatiempos, simples fantasías como los cuentos de hadas, pues a veces nos cuesta convencerlos.
Hecha la aclaración esperemos que muchos que se creen mentalmente adultos pero en realidad poseen mentalidad infantil, y nuestros jóvenes, lo tomen como un simple entretenimiento literario, pura fantasía o como meras pseudociencias de “pura raza” y nada más.
Ladislao Vadas