Kirchner se fue de boca otra vez. Esta vez descargó sus andanadas verbales sobre el arzobispo conservador de La Plata Héctor Aguer, quien opinó el fin de semana pasado que la situación social “se estaba saliendo de madre”. Como era de esperar, la polémica desatada provocó ecos inmediatos.“Pero no por ello (K) dejó de pecar de injusto. Acusó a “algún pastor” de conocer a los pobres a través de la televisión. Y reclamó la asunción de responsabilidades por un proyecto de pobreza y hambre que tiene 30 años. Por lo menos una década de ese tiempo correspondió al gobierno del PJ, al cual pertenece, por lo menos hasta ahora, el Presidente”, según puntualizó acertadamente Eduardo van der Kooy en la edición de Clarín del miércoles 7 de julio. Pues, ¿dónde estaba el pingüino Neki en la década del 90?. Aunque alegue en público que no es un vampiro como los beneficiados por la depredación menemista, no queda ninguna duda que hizo muy buenas migas con ellos. Como muestra, basta los 530 palos verdes depositados a todas luces en cuentas bancarias de Luxemburgo y Suiza.
Claro, siempre el culpable es el otro.
De todos los miedos, el espanto inventado
Todos los integrantes de la corporación mediática nacional se quejan de la violencia y el desborde que está tomando, según ellos, la protesta social. Pero ninguno se pregunta los motivos reales de la misma, que tienen que ver también con las fuertes denuncias de Elisa Carrió y los sectores piqueteros sobre la connivencia entre política, fuerzas de seguridad y delito. Por ejemplo, en el caso de Diego Lucena se sigue insistiendo en la muerte del chico como producto de una mera pelea entre patotas, mientras que en el crimen del Oso Cisneros no se tiene en cuenta que su matador, Juan Carlos Duarte,“ejercitaba una doble función –“transa” de droga y “control de casas”- en directa “conexión con la Comisaría 24”, según una nota firmada por Marcelo Ramal en Prensa Obrera. La misma dependencia policial que, en abril de 1994, según indicios produjo una zona liberada para facilitar el crimen de dos hinchas de River, perpetrado por integrantes de la barra brava de Boca Juniors, la famosa 12, disidentes con la conducción del difunto José El Abuelo Barrita.
Un claro ejemplo de este clamor fascistoide, lo constituye el matutino La Nación, diario que apoyó batiendo palmas al Proceso militar genocida, se hizo el otario con el depredador Carlos Menem y amó con furor al helicopterista De la Rúa. Recientemente le hizo soltar la lengua a Raúl Alfonsín, pidiendo a dúo que se reprima la protesta social: “El gobierno tiene que actuar. No de modo avasallador, pero sí con buenas redadas, que les caiga la pena que les corresponde. Estamos frente a la violencia del palo y a eso hay que responderle”. No hay que olvidar que este auto erigido Viejo Viscacha de la política vernácula, fue quien decretó la obediencia debida y el punto final, reprimió la huelga de la fabrica Ford en Pacheco, ordenó la masacre de la Tablada donde el ejército asesinó a militantes del MTP que se habían entregado, y propugnó el pacto de Olivos que permitió que Menem fuera reelecto en mayo de 1995.
Con todo esto, resulta casi dramático constatar que quienes fueron responsables del marasmo actual, siguen mirando para otro lado buscando entre tinieblas la aparición de algún cabeza de turco. No, no, muchachos, es inútil pues Oswald se murió hace rato.
Fernando Paolella