Viene al caso reflexionar sobre algunos negocios vergonzosos inventados por seres ambiciosos e inescrupulosos, para darnos cuenta de la alta degradación al que ha llegado la humanidad.
Del juramento hipocrático a la hipocresía en el ejercicio de la medicina hay un pequeñísimo paso. Y muchos vinculados a la profesión de curar y a la industria a ella relacionada no dudaron en dar ese salto hacia el vacío. Hoy se trafica con sustancias adulteradas y falsificadas como una manera de generar riquezas mal habidas (p.ej. causa judicial conocida como “mafia de los medicamentos”) distribuyendo y suministrando remedios carentes de los componentes adecuados y otros que funcionan como simples placebos al perder su efectividad por estar vencidos. Seguramente aparecerán los psicoanalistas que dirán que lo importante es que el ser humano muchas veces se cura aún consumiendo placebos porque puso en funcionamiento su deseo de curarse, pero lo cierto es que muchos han fallecido por cuanto el medicamento espurio no contenía los elementos necesarios para combatir la enfermedad.
Se ha ido perfeccionando de tal manera la maniobra “ardidosa” que, como en caso de la causa judicial mencionada, hasta se fraguaron expedientes sobre supuestos pacientes tan inexistentes como los remedios que se hicieran figurar como suministrados, por supuesto facturados y cobrados del sistema de salud social solventado por el estado (APE) que también eludiera a los organismos de control conniventes.
Pero lo cierto es que vale tener en cuenta que así como se cambió el concepto de “muerte” trocando la falta de funcionamiento del corazón y funciones respiratorias (muerte clínica) por el de muerte cerebral, que diera por finiquito de la vida la interrupción de la función cerebral aunque siguieran funcionando otros órganos, para “legitimar” y dar sustento al cuasimilagroso trasplante de órganos (lo cual permitiera a su vez su pernicioso tráfico), también se manipuló el concepto de medicamento al permitir la fabricación y suministro de genéricos.
¿Acaso algún órgano de control estatal verifica origen y calidad de los componentes en los medicamentos genéricos? So pretexto de abaratar costos en la adquisición de medicamentos el estado autorizó la utilización de esta clase de productos, desligando las responsabilidades de los laboratorios de reconocido prestigio en desmedro de los sufrientes y obligados consumidores. Si se piensa que ello fue en beneficio del pueblo nada más alejado de la realidad, pues se multiplicaron exponencialmente las ganancias de los grupos involucrados en tamaño despropósito a la par que se redujera la calidad de vida de los consumidores.
De sólo pensar que escasos 12 inspectores de ANMAT son los encargados de verificar y controlar la calidad de todos los productos para consumo humano que se comercializan en el país para un potencial de 44 millones de usuarios y consumidores, surge palmaria la imposibilidad de eficacia, pero todo obedece al mismo plan maestro de corrupción endémica al que estamos sometidos los habitantes por incuria de las autoridades que permiten que, en pleno Siglo XXI, sigan muriendo desnutridos decenas de niños, miles de los cuales no alcanzarán el año de vida.
Todo esto mientras se vive en constante campaña política, malgastando los dineros públicos y utilizando las herramientas del estado, materiales y humanas, con el único objetivo de perpetuarse en el poder.
Enrique Piragini