En buena parte del peronismo bonaerense subyace una mezcla de bronca e incertidumbre. También, un pizca de resignación.
Es que si faltaba alguna confirmación de que la Casa Rosada está decidida a bancar una candidatura a gobernador de Martín Sabbatella, las señales y las conversaciones privadas de los últimos días ya no parecen dejar resquicios para la duda.
Los barones del Conurbano, con todo, no están dispuestos a bajar la guardia. Pero habría que poner las cosas en su justo término: no son todos los intendentes del Gran Buenos Aires los que se muestran refractarios a la idea oficial.
El kirchnerismo ha logrado meter cuña en ese vasto territorio con dirigentes que reportan a los designios y caprichos que brotan desde el pináculo del poder.
El prudente silencio de varios de ellos en la discusión por las colectoras o el entusiasta apoyo de otros al proyecto oficial, son señales de que no puede hablarse de una postura monolítica.
Es, además, un debate que ven lejano los muchos intendentes oficialistas del interior. El pragmatismo más puro puede ayudar a comprender esa postura: Sabbatella tiene escasa o directamente nula presencia en los distritos más alejados al conglomerado del Gran Buenos Aires y una colectora con su nombre, estiman, no les generaría perjuicio alguno.
Debajo de la superficie
Aún así, existe una tensión evidente en el peronismo provincial. La puesta en escena a la que se apostó en la última reunión de la conducción partidaria en Sierra de los Padres, no alcanzó a disimular el malestar de varios peso pesados del Conurbano.
Eludir el debate de las polémicas colectoras que pretende reinstalar el kirchnerismo para juntar votos por dos canastas para la candidatura presidencial de Cristina Fernández, fue apenas un recurso para dilatar una definición que puede ser traumática.
Estos intendentes refractarios a compartir lista presidencial con Sabbatella, vienen pidiendo definiciones al gobernador Daniel Scioli. Pretenden que el mandatario salga al cruce de la estrategia K; que asuma, dicen, el liderazgo peronista provincial que no le reconocen a Hugo Moyano.
El sciolismo pareció por un momento caminar por ese sendero. La pelea que amagó dispararse sin freno con la Rosada hizo emerger incluso alguna línea talibán en el Ejecutivo provincial. Pero Scioli, más allá de algunos gestos de contención a los intendentes y mensajes enviados al corazón K, parece haber optado por no cruzar la línea roja.
A principios de la semana pasada un alto funcionario sciolista admitía que la movida kirchnerista de habilitar una lista a Sabbatella estaba permitida por la ley nacional electoral. "Es una adhesión, no un colectora", señalaba. Fue, en rigor, la misma explicación que el ministro del Interior, Florencio Randazzo, llevó a la previa de la cumbre peronista del viernes.
Gesto a los intendentes
Procurando evitar chisporroteos, Scioli conjugó esa concesión con gestos para contener a los intendentes más enojados: le dio vía libre a un proyecto para modificar la ley de internas bonaerense que beneficia claramente a los jefes locales, al elevar considerablemente el piso de votos que deben obtener las minorías para colocar representantes en las listas.
Ese proyecto esconde una señal a la Rosada. No es un inocente mecanismo para complicar a los posibles rivales internos que suelen florecer en los distritos peronistas, sino que implica una forma de minar los armados contra esos intendentes que vienen con el aliento de sectores K. No resulta casual que dos hiperkircheristas como Emilio Pérsico y Edgardo Depetris, salieran a cruzar esa jugada en ciernes.
Ese es otro de los motivos por los que esa iniciativa finalmente no fue llevada a la reunión del PJ, pero no el único: hasta pocas horas antes de ese cónclave, el sciolismo y los legisladores e intendentes que la impulsan, no tenían la certeza de qué postura tendrían los consejeros K frente a esa embestida.
Existían dudas acerca de si lo expresado por Pérsico y De Petris era la traducción literal del pensamiento de la Rosada o una interesada opinión más en este mar de conjeturas y sospechas que es hoy el oficialismo.
Existió, finalmente, la señal, dicen cerca de los legisladores que reman el proyecto. "No se trató en el partido para evitar conflictos, pero está el OK para avanzar en la Legislatura", aseguran. En ese ámbito, el PJ ahora deberá sudar para conseguir el apoyo de sectores opositores.
Seguridad y otras movidas
En ese equilibrio inestable, Scioli marcó algunos gestos de autonomía y malhumor. El medio centenar de intendentes que llevó a la reinauguración del Estadio platense, fue leído como una demostración de fuerza frente a la Presidenta.
Mientras tanto, el gobernador sigue resistiendo el embate K que tiene como blanco su política de seguridad. Los cambios en la cúpula policial son, en rigor, una ratificación del eje que componen su ministro Ricardo Casal y el jefe de la fuerza, Juan Carlos Paggi.
Si fue un gesto ante la embestida de la Rosada que pide más resultados frente al delito, pareció demasiado poco. Quienes conocen la entretela de la Policía, prefieren interpretar que se trató de saldar una vieja interna entre el desplazado superintendente Salvador Baratta y el ratificado y ascendido Hugo Mazkin.
Casi sin tregua, en las últimas horas llegó otra señal del malestar nacional: la ministra Nilda Garré escuchó las quejas que le llevó la Comisión por la Memoria y sus estiletazos contra "el autogobierno de la policía" bonaerense.
En medio de ese lodazal, Scioli terminó la semana dejando algunas referencias sobre su futuro.
En la comentada reunión del PJ, afirmó que seguirá formando parte del proyecto nacional. Así, parece encaminado a competir bajo el mismo paraguas con Sabbatella, que por estas horas viene cosechando adhesiones de los intelectuales K de Carta Abierta y actores embanderados con el gobierno nacional. Otra señal inequívoca de que irá a la cancha.
Pero el Gobernador tiene aún la bala de plata en la cartuchera. Esa que le piden que use, por distintos motivos, Francisco De Narváez y varios de los enojados intendentes del Conurbano: la decisión de desdoblar las elecciones.
Una medida de esas características desbarataría la estrategia K y al mismo tiempo desataría una tormenta de final imprevisible.
Scioli no parecería, por ahora, dispuesto a desenfundar.
José Picón
NA
pero lleguemos a un acuerdo, estamos siempre en lo mismo, nadie hace nada por el pais, solo llegan al poder por ambiciones personales, acuerdense que Scioli era Menemista, ahora progresista, un tortilla barbaro, que se joda, total a nosotros que estamos jodidos, no nos hace ni mella eso, vaya saber en manos de quien caeremos esta vez
Así es Tomás Alberto...no hiciste un proyecto de nación...ni de comunidad...Solo hay intereses personales o grupales...preocupados por enquistarse en el poder...para de esa forma disponer de bienes y vidas...Los que estamos jodidos somos nosotros...el ciudadano de a pie...
El sciolismo ha echado a rodar la versión que desdoblaría las elecciones ..un comentasrioal respecto: Scioli no puede desdoblar las elecciones por decreto porque el occiso le ató las manos cuando se sancionó la nueva ley a fines de 2009 y no tiene mayoría propia en la legislatura....