Entre las “importantes y trascendentes” medidas del oficialismo del año pasado, está la restitución de los feriados por el carnaval (en realidad en nuestra querida Argentina, dos días más o menos laborables en el año, no tiene mayor importancia ni significación).
Pero lo destacable es que el carnaval se adueño del Congreso Nacional precisamente en el día de la inauguración del 129º período ordinario de sesiones. El país irreal y de fantasía del kirchnerismo fue expuesto por la Presidente en su último discurso frente la Asamblea Legislativa.
En realidad para ser más preciso, todo el periodo de los Kirchner tuvo la misma característica pese a que no existían los feriados.
El corso de unos pocos cientos de “fieles” seguidores (seguramente rentados como en otras oportunidades o desocupados adecuadamente incentivados por un tetrabrik o un “sanguche” de salame y queso), militantes de agrupaciones políticas, sociales y gremiales ocuparon parte de la Plaza de los Dos Congresos para expresar su apoyo a la Presidente.
También las “murgas” tradicionales con sus bombos y sus carteles alusivos de adhesión al corrupto régimen y el ya tradicional pingüino inflable, en homenaje al fallecido ex presidente, sin que los militantes hayan tomado conciencia aún, que el mismo ya está más que desinflado.
El discurso de la presidente despertó fuertes expectativas. No obstante como en todas sus presentaciones fue un verdadero fiasco. En vez de hablar del período que ese día comenzaba, de sus iniciativas, objetivos y sus planes para el corriente año, dedico mucho tiempo de los 105 minutos que duró su discurso, como ya es una característica registrada en ella, a exaltar su gestión, hablar del pasado y en su rol de “dueña de la verdad” reprobar y reprender lo que a ella no le convenía o con lo que no estaba de acuerdo.
También en su conocida característica personal de ver al país con su particular y deformada óptica, tan alejada de la realidad argentina, expuso varias inexactitudes, casi verdaderas falsedades, con cifras y datos estadísticos errados parcial o totalmente.
No habló una sola palabra de la inflación que es el tema que más preocupa a los argentinos y su incidencia en el cada vez mayor aumento de la pobreza e indigencia. No hubo una sola referencia al respecto, ni siquiera un atisbo de autocrítica. Tampoco se refirió a cuestiones tan candentes como el narcotráfico, la transparencia de los actos del gobierno y la corrupción.
Como siempre, buscó un chivo emisario y lo encontró en el mismísimo Congreso Nacional, endilgándole el bajo nivel de actividad (recordemos que precisamente el oficialismo fue el que generalmente no daba quórum para sesionar).
Con respecto a la seguridad recién ahora, después de más de siete años, Cristina descubrió que es un aspecto prioritario, casi acuciante para los argentinos, e hizo solamente unas referencias generales.
También insistió en sus constantes reproches al sector agropecuario, sin tener conciencia que ese sector precisamente, es el que sostiene con su esfuerzo al gobierno.
Hubo también algunos aspectos positivos en el anuncio de varias iniciativas, como la extensión de la asignación universal por hijo y la ley de adopción para ser tratadas en el Parlamento durante este período. Iniciativas largamente reclamadas por la oposición y la ciudadanía en general.
Al final de su disertación dedicó unas palabras para recordarlo a “él”. (“Él” no es una deidad, sino el perverso compañero infiel que la engaño durante décadas, así como engaño a millones de argentinos).
De las pocas palabras que cruzó con el vicepresidente Julio Cobos hubo, un reproche para “que hiciese callar a su gente” que durante unos pocos minutos lo vitoreaba. Cobos, en su tradicional mansedumbre, no le pidió lo mismo a la presidente, para que hiciera callar a sus seguidores que permanentemente vivaban a Cristina desde sus palcos y festejaban sus palabras como si fueran goles en una cancha de futbol.
Hubo ausencias notorias, entre otros, los candidatos de dos de las principales fuerzas opositoras Elisa Carrió de la Coalición Civica y Mauricio Macri del PRO. Ricardo Alfonsín precandidato de la UCR se retiró del recinto enojado por el contenido del discurso: "La presidenta tuvo actitudes intelectualmente deshonestas", manifestó después entre otras consideraciones.
En general fue un paupérrimo discurso presidencial, en el cual pese a negarlo, se mostró como candidata dando señales de buscar su continuidad en el cargo. Un desubicado y mal discurso de campaña, que por la forma, el lenguaje chabacano y vulgar, y su contenido implicó una falta de respeto y consideración hacia la oposición y a los millones de argentinos que no piensan como ella. El clima de la Asamblea fue tenso y no se tiene memoria de otro en el cual la oposición no aplaudió en ninguna oportunidad.
No obstante, el oficialismo festejó como si hubiera sido un triunfo. Cayeron desde los palcos volantes y seguramente papel picado. Solo faltaron las serpentinas y los pomos lanza-nieves.
¿Festejaban el carnaval o esa mediocridad de la presidente de los argentinos?
Alfredo Raúl Weinstabl