Cristina Kirchner llegó en el día de ayer a Mendoza a bordo del avión Tango 01 junto a los ministros de Economía, Amado Boudou; de Agricultura, Julián Domínguez; de Obras Públicas, José López; de Cultura, Jorge Coscia; y de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina; de Industria, Débora Giorgi; el secretario de Turismo de la Nación, Enrique Meyer; el titular de la ANSES, Diego Bossio y el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde.
Minutos antes de bajarse del avión la Presidenta quiso interiorizarse sobre la interna del peronismo mendocino, pero nadie supo darles los nombres de la política vernácula, es que al parecer, el gobernador mendocino Celso Jaque olvidó darle los nombres de los funcionarios que se han lanzado a la carrera electoral, incluido, ministros de su propio gabinete; le confesó el diputado kirchnerista Jorge Pampa Álvaro quien viajó en el Tango 01 con Cristina al sitio MDZ on line.
Al momento de arribar, un centenar de militantes de agrupaciones kirchneristas la esperaban desde hacía cuatro horas en la puerta del hotel Intercontinental del departamento de Guaymallén.
A penas ingresó al hotel Intercontinental, la Presidenta recibió un regalo bastante inesperado de parte de la Municipalidad de Guaymallén, un retrato de 3 metros de largo por 2 de ancho con la cara de Néstor Kirchner. La obra pintada al óleo y al malbec —una particular técnica del artista Norberto Filippo—no impresionó a la Mandataria en un primer momento, quien sólo se remitió a admirar y tocar la obra. Minutos más tarde un integrante de su comitiva le aclaró a la Presidenta que se trataba de la cara de su difunto marido. “Ay, pensé que era abstracta”, dijo sorprendida. Luego pidió el teléfono del artista, a quien le prometió llevarse el retrato a su casa de Santa Cruz.
Al caer la noche, Rafael Garfunkel, dueño del Intercontinental, la invitó a conocer el flamante hotel cinco estrellas y luego empezó una catarata de pedidos un tanto excéntricos. La Mandataria comenzó solicitando el onceavo piso completo para ella y que su seguridad tenga conocimiento de quiénes eran los huéspedes del piso 10. También requirió que montaran en su suite un gimnasio con cinta y bicicleta, pero lo más extraño de todo fue la exigencia de tener una tostadora en su habitación, ya que admitió que por muy bueno que sea el desayuno allí, prefiere hacerse sus propias tostadas al momento de levantarse. “El pedido descolocó a la gente del hotel, que no podía disponer de ninguna tostadora para que la Presidenta usara de manera exclusiva. En consecuencia, un empleado tuvo que correr al Shopping y comprar este artículo en una de las casas de electrodomésticos del mall”, relata MDZ.
A la mañana siguiente y ajustándose a la agenda, Cristina participó del desayuno con la Corporación Vitivinícola Argentina (CoViAr), donde representantes de la producción vitivinícola del país resaltaron la decisión presidencial de haber declarado la identidad del Vino Bebida Nacional y donde se firmó una serie de convenios acompañados de un agradecimiento por parte de los intendentes más alineados al gobierno nacional, y por supuesto del gobernador Celso Jaque.
Luego, llegó el turno de Cristina de presentar un discurso con algunas inexactitudes, datos un poco trillados por su uso, y por supuesto de perlitas imperdibles.
"Muy buenos días a todos y a todas", empezó Cristina como no podía ser de otra manera, y ensalzó entre otros aspectos del “modelo”, a la asignación universal por hijo, turismo y competitividad y dijo que el crecimiento económico es el más grande de los últimos 200 años. Al momento de cerrar el pequeño acto en el hotel Hyatt, Cristina difundió un dato que dejo a los presentes algo atónitos, "En el año 2050 el mundo va a tener que producir la misma cantidad de alimentos que en toda la historia junta", lanzó. Luego, al momento de dirigirse al gobernador Jaque, Cristina se confundió de nombre: “…porque Evo…, perdón `Celso´… no sé si es por la altura, o por eso del Inca, pero algo raro hice, necesito un psicólogo urgente”, dijo entre risas del público. Después, quiso recordar con gracia el episodio del regalo del artista en el hotel: "Quiero agradecerle a un pintor... su nombre… ¿cuál es?", dijo Cristina.
La Vendimia, tuvo poco de Vendimia y mucho de acto electoral. A diferencia de otros años, las únicas fotos y pancartas que abundaban en los desfiles alentando a la posible próxima candidata a reina nacional, eran las de Cristina, las cuales se confundían con banderas de la ANSES y de 6.7.8. y desfilaban más que la reinas delante del palco donde la presidenta se encontraba.
Hace mucho está insertado en el consciente colectivo mendocino, que las soberanas departamentales llegan a sus reinados depende de la conexión política que tenga la localidad que representa, si bien por supuesto, esto nunca se admite abiertamente. Sin embargo, el tinte netamente político de esta festividad —que es el orgullo del pueblo mendocino y el recuerdo al sacrificio de los viñateros y cosechadores— ha sido pocas veces visto por quien escribe estas líneas.
Eliana Toro