El devastador terremoto en Japón no sólo dejó miles de muertos y un desastre en el territorio sino que anexó un nuevo motivo de preocupación a la convulsionada economía mundial, que actualmente afronta un aumento imparable del petróleo y situaciones de inestabilidad en Europa y los Estados Unidos.
El desastre natural vivido por la tercera economía del mundo se produjo en un momento en que las principales potencias están preocupadas por la situación en Medio Oriente —que disparó el precio del petróleo— y las dudas en Europa.
A partir de ahora, el mundo no sólo estará inquieto por los temores por la inestabilidad en Libia, las dudas financieras de Portugal y España, la lenta recuperación económica de Estados Unidos, sino también pendiente de la reacción de Japón y del impacto que tendrá el sunami en su economía.
Japón, una de las máximas potencias industriales, es una nación de perfil exportador y por eso muchos países resultarán afectados por los faltantes para continuar la producción industrial.
El país asiático se encuentra entre los 10 principales países proveedores de la Argentina, aunque lejos de alcanzar a los tres principales que son Brasil, China y EEUU.
Las importaciones desde Japón se ubicaron en 1.200 millones de dólares el año pasado, lo que equivale a tan sólo el 2 por ciento del total que la Argentina le compra al mundo.
El motivo de preocupación es que casi el 80 por ciento, más de 900 millones de dólares, de esas compras son bienes de capital o piezas y accesorios para los mismos y bienes intermedios que utiliza la industria nacional en su proceso productivo.
Durante el año pasado, la Argentina le vendió a Japón por 858 millones de dólares, la cifra equivale a 1,3 por ciento del total de exportaciones argentinas.
El riesgo que importa la actual situación mundial es que la desconfianza se apodere de los inversores, se restrinja aún más la circulación de capitales y todo termine afectando todavía más la economía global.
El terremoto se produjo minutos antes de que cierren las operaciones en la bolsa de Tokio, donde el índice Nikkei terminó con el menor valor de las últimas cinco semanas al descender 1,7 por ciento.
Antes de este terremoto, la situación no era para nada sencilla: la economía japonesa registró una caída del 1,3 por ciento durante el último trimestre de 2010, registra altos niveles de endeudamiento y muchas fábricas importantes paralizaron la producción.
Guillermo Malisani
NA