El “modelo K” y su programa financiero muestran cada vez mayor dependencia de la utilización de las reservas del BCRA.
Durante el período comprendido entre 2004 y 2009 el balance del Central presentaba un aspecto más alentador en tanto la política de expansión monetaria se focalizó en intervenir en el sistema cambiario.
A partir de 2010, se siguió con el mismo criterio expansionista pero con el único objetivo de financiar el excesivo gasto público, y esto lo que hace precisamente es empeorar el aspecto del balance del BCRA ya que deteriora el nivel de reservas en comparación con los pasivos monetarios.
Para este año, la emisión del Central, gracias a la política llevada adelante por el oficialismo, rondará los casi 80 mil millones, de los cuales solo un 23 % aproximadamente tendría como destino la intervención cambiaria y el resto sería destinado para financiar al Tesoro Nacional, es decir, el exorbitante gasto del sector público.
El desequilibrio de la balanza comercial —esto es: más importaciones que exportaciones—, lo que genera es una menor oferta de dólares, que deben necesariamente ser cubiertos por los préstamos que el BCRA le hace al Tesoro Nacional.
Entre 2004 y 2009 hubo exceso de reservas por encima de la base monetaria como consecuencia de que con la emisión se compraba la oferta excedente de dólares. De este modo se acumularon reservas. Sin embargo, paralelamente, por el lado del pasivo, crecían las LEBACs y NOBACs.
Resulta muy importante destacar que el mayor volumen del incremento de las reservas del BCRA tuvo lugar gracias a la depreciación del tipo de cambio, ya que de este modo se licuan los pasivos monetarios. Sin dicha depreciación, la relación entre éstas y los pasivos, se hubiera deteriorado sensiblemente entre 2007 y 2009.
Para el corriente 2011, lo único esperable es la profundización del empeoramiento en la relación base monetaria y pasivos, ya que el financiamiento que el Central hace al Tesoro Nacional es aún mayor en tanto no hay superávit comercial.
La mencionada autoridad monetaria deberá dilapidar más reservas para sostener este “modelo” nacional y popular, luego del cual probablemente no quede ninguna razón en el futuro para describirlo como de “exitoso”, sino que por el contrario, muy por el contrario, volverá a arrasar con los sectores más vulnerables de la sociedad, dejando más pobreza por un lado y muchísima más concentración de la riqueza por el otro, en contadas manos.
Aunque esta vez la miseria, no solo se reflejará en el plano económico.
Nidia G. Osimani