“El ministro del Interior, Florencio Randazzo ratificó hoy que la pensión para veteranos de Malvinas, es sólo para aquellos que entraron en combate y desestimó así el reclamo de los ex soldados movilizados en el continente que cortaron la avenida 9 de Julio. Randazzo agregó que se obtuvo el compromiso de los ex soldados para levantar el corte de la avenida 9 de Julio.
`Este Gobierno otorgó una reivindicación moral, histórica y económica para los veteranos y así se lo comunicamos a los convocados, pero también les aclaramos que sólo la reciben los que estuvieron en combate´, señaló Randazzo y agregó que se obtuvo el compromiso de los ex soldados para levantar el corte de la avenida 9 de Julio.
El ministro del Interior agregó que `repudiamos el método (del corte) pero seguiremos dialogando los temas pendientes´ pero señaló que `no se puede equiparar a quienes estaban cumpliendo el servicio militar, bajo la ley, con quienes entraron en combate´, según la info vertida por Jorge Adrián Rudi, el miércoles 11 de mayo.
Pero, ¿esto es simplemente así, los veteranos continentales movilizados, entre los cuales se encuentra el mismo Rudi, son unos “extorsionadores que se pretenden equiparar con quienes entraron en combate” en Malvinas?
No, no es del todo cierto. Pues gracias a la doble censura del tema de la guerra del Atlántico Sur operada tanto en Gran Bretaña —con la interdicción informativa dictada por el Foreign Office hasta el 14 de junio de 2082— y la desmalvinización argentina motorizada desde el Proceso a la fecha, aún no se ha develado la incógnita acerca de los enfrentamientos en territorio continental, más concretamente en las costas de la Patagonia, que produjeron unas dieciocho víctimas fatales.
A pesar de esa doble censura, se han podido filtrar algunos datos interesantes que se pueden encontrar en la web: “Durante el año 1982, en plena guerra de Malvinas, muchas unidades argentinas en el continente, como en el mar, cumplieron misiones de alto riesgo. El portaaviones ARA Veinticinco de Mayo participó en la captura de las islas y a principios de mayo estaba preparándose para un enfrentamiento con la flota británica, que no fue posible por mal tiempo. La Armada Argentina en 1994 informó que tenían derecho a considerarse veteranos de Malvinas a las tripulaciones del Portaaviones 25 de Mayo, los destructores Hércules, Santísima Trinidad, Comodoro Py, Comodoro Segui, Hipólito Bouchard y Piedrabuena, las corbetas Drummond, Guerrico y Granville, los buques Punta Médanos, Cabo San Antonio, Gurruchaga, Somellera, los petroleros Campo Durand, Puerto Rosales y Río Cincel, los transportes Mar del Norte y Córdoba y los submarinos San Luis y Santa Fe. Sin embargo, no se reconoce a los más diez mil marineros que participaron en las riesgosas misiones como veteranos. Miles de soldados que cumplieron misiones custodiando la Patagonia, así como en Tierra del Fuego, tampoco son reconocidos como veteranos y son denunciados como `falsos ex combatientes´.
No obstante, los primeros argentinos muertos después de la recuperación de las Malvinas, fueron los tripulantes de un helicóptero de Bell UH-1H, muertos posiblemente por el accionar de los comandos británicos al que fueron a interceptar en la zona de Caleta Olivia. Al anochecer del 16 de mayo, un submarino británico intentó dejar comandos en la base de Río Grande, siendo repelido por fuego del destructor ARA Bouchard.
El 20 de mayo, un helicóptero británico Sea King fue baleado al sobrevolar posiciones de los soldados del Regimiento 24 destacados en Santa Cruz y a los días siguientes afirman que se produjo un intercambio de fuego con los infiltrados de la tripulación. El incidente, que desencadenó una de las noches más movidas en Comodoro Rivadavia para las tropas argentinas, se produjo entre la noche del 22 y la madrugada del 23 de mayo de 1982. `Fue una de las alertas rojas más grandes que hubo´, recordó Marcelo Díaz, quien integraba el Regimiento de Infantería 1. `A la mañana, ya con la luz del día, se encontraron cuatro o cinco gomones en la costa. Había gente que había desembarcado. A los cinco días se encontraron cuatro o cinco personas que eran ingleses, vestidos de civil, de traje y corbata, con maletines que adentro tenían armas´, agregó. Al día siguiente, en el transcurso de un vuelo de reconocimiento ofensivo fallece, al precipitarse sobre el Golfo de San Jorge, el alférez Mario Luis Valko pilotando un avión IA-58 Pucará. También muere el subteniente Juan Omar Abraham, quien se había internado diez kilómetros al sur de Caleta Olivia con la playa bajante y desapareció. Fue encontrado ahogado, al sur de la ría, el 25 de mayo.
Hoy los ex movilizados que pelearon desde el continente exigen ser reconocidos como veteranos de guerra. La esperanza de los ex movilizados se basa en un proyecto de ley presentado por el senador nacional Miguel Ángel Pichetto, que propone reconocer como veteranos a todos los conscriptos movilizados en el sur del continente. `Sería una estafa moral equiparar a los veteranos con los movilizados´, afirmó Ernesto Alonso, presidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas de La Plata (CECIM).”
De acuerdo a esto, es obvio que algo sucedió, coincidiendo con los filtrajes informativos del otro lado, que dan cuenta de la obsesión de Margaret Thatcher por destruir a los aviones Super Etendard primero, que se encontraban en Río Grande, y al resto de los integrantes del Grupo V de Caza y Ataque, que despegaban de las bases ubicadas en Chubut. Para esto, se utilizarían comandos del SAS (abreviatura en inglés de Servicio Aéreo Especial) y SBS (lo mismo, para Servicio Especial de Botes), que entrarían mediante helicópteros Sea Kings o de la frontera chilena o directamente desde el mar. Según este hilo conductor, ambos tipos de incursiones fracasaron porque fueron detectadas a tiempo, tanto por un radar de la Armada, como otro de la Fuerza Aérea.
Sangre en el sur
El lunes 21 de mayo de 2007, Alberto Amato publicó en Clarín un excelente informe que devela esta trama que sigue permaneciendo, gracias a los dilectos oficios de los que se menciona arriba, en varios mantos de neblinas, titulado “La compañía fantasma que le disparó al misterioso Sea King”, que comienza así: “La task force británica enviada a Malvinas tenía una enorme preocupación en mayo de 1982, cuando el conflicto se había convertido en guerra, los ataques de la Fuerza Aérea Argentina y los misiles Exocet que lanzaban los pilotos de la Armada desde los aviones Super Etendard.
El 14 de mayo el almirante John "Sandy" Woodward ordenó una misión ultrasecreta. Tres buques de la flota inglesa, el portaaviones Hermes y las fragatas Glamorgan y Broadsword se acercaron a la isla Pebble, al norte de la Gran Malvina y enviaron a tres helicópteros Sea King con 45 hombres de la SAS (Special Air Service). El resultado de la incursión de ese grupo operativo selecto de los británicos, fue la destrucción de seis aviones argentinos Pucará, cuatro Mentors y un Skyvan, más el combustible y las municiones almacenadas en las cercanías. Esto es lo que revela el historiador británico sir Lawrence Freedman en su obra "The Official History of the Falklands Campaign".
Freedman y documentos ingleses desclasificados recientemente también dan cuenta de otra misión británica aprobada el 23 de abril por el gabinete de guerra de Thatcher: atacar las bases argentinas en el continente. Los ingleses querían destruir la base aeronaval de Río Grande, de donde salían las principales misiones aéreas de la Argentina y los temidos Super Etendard de la Armada, cargados con los pocos Exocet con los que contaba el país: sólo seis misiles.
El 14 de mayo el gabinete de guerra inglés aprobó otra misión secreta, esta vez contra el continente argentino. El plan consistía en enviar helicópteros Sea King, con fuerzas SAS, para dejarlos `lo más cerca posible de Río Grande para retirarse después al otro lado de la frontera chilena, luego de lo cual la tripulación hundiría el helicóptero para entregarse más tarde a las autoridades chilenas´, narra Freddman.
En la tarde del 17 de mayo el portaaviones Invincible y la Broadsward se acercaron a las costas argentinas. Algunos periodistas memoriosos recuerdan un alerta roja y apagón en Comodoro Rivadavia, y testimonios posteriores sobre una espectral aparición, en la noche y en silencio, de los buques ingleses `al alcance de la mano´ de las costas argentinas”.
Un par de años después, el 31 de mayo de 2009, Diario Popular hizo otra interesante revelación. Ahí también se da cuenta que el enemigo de entonces, hacía lo imposible para infiltrarse en las costas patagónicas, con la misión relatada arriba, siendo esta frustrada gracias al coraje y determinación de los efectivos nacionales. Los mismos que ahora Randazzo, siguiendo el hilo conductor de la desmalvinización, pretende vilipendiar calificándolos de “extorsionadores”.
En abril de 1984, este escriba también fue soldado, y como se analizó en un trabajo anterior, fue destinado muy cerca de dónde ocurrieron estos sucesos. Tan curioso como ahora, como sabía de esto gracias a un amigo que dos años antes sirvió en el Ejército por allí, intentó reconstruir parte de esta apasionante historia. Dialogando con un capitán de apellido Recio, supo que estas incursiones contaban con apoyo de inteligencia desde el interior, más concretamente con un radiorreceptor proveniente de una estancia galesa denominada Monte León. Grande fue la sorpresa del conscripto clase 65 Paolella, cuando Recio alegó que, de acuerdo a órdenes superiores, sólo se les decomisó el equipo, a sabiendas que estos reales espías estaban en comunicación permanente con la Task Force, no solamente enviando coordenadas de las aeronaves argentinas que despegaban en las cercanías, sino también emitiendo información para facilitar las infiltraciones relatadas en este trabajo.
Evidentemente, estas órdenes de arriba estaban pateando en el mismo arco propio. Como ahora hace Randazzo, también haciendo la venia ante la obediencia debida.
Fernando Paolella