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Las contradicciones entre la “ciencia de visión” y el libre albedrío

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OTRA VEZ DIOS
OTRA VEZ DIOS

La teodicea (ciencia del ser supremo) dice que su dios, al no tener pasado ni futuro, es decir que vive en un eterno presente, no sólo conoce las cosas pasadas, sino también las futuras.

 

Pero añade que, entonces las cosas, todas las cosas, deben hallarse contenidas en la propia esencia divina para que de este modo, conociéndose a si mismo, las conozca.

 Esto lo dicen para contradecir a Aristóteles según cuya reflexión, conocer implicaría algún perfeccionamiento del sujeto cognoscente respecto de la cosa conocida. Esto por lógica restaría perfección a un dios absoluto que aún no lo conociera absolutamente todo.

 Por ese motivo, la teodicea (una mera pseudociencia para mí) sale al paso para explicar que, siendo el mundo la obra de ese dios, ya fue conocido de antemano en la intemporalidad, antes de haber sido creado, hasta el último detalle, en ese presente eterno del creador, y que por tanto ese hacedor, al conocer el mundo, se conoce a sí mismo y a la inversa, conociéndose a sí mismo ya conoce su creación sin añadir nada, ningún nuevo conocimiento a su inmutabilidad.

 Pero entonces, es necesario aceptar lo que dice la teología: que las cosas deben hallarse contenidas en la esencia divina, en Dios mismo para que conociéndose, las conozca”, y agrega que: “efectivamente están en El como en su causa efectiva” (Ángel González Álvarez: Tratado de metafísica-Teología natural; Madrid, Gredos, 1968, pág. 420), sin advertir que esto contradice lo señalado en otra parte que reza: “Dios no sólo es irrecepto e irreceptible, sino también irreceptivo, por cuanto nada puede recibir, por nada ser determinado o completado”. (Texto citado, pág. 351).

 Y sin embargo, la teología nos dice que “las cosas deben estar contenidas en Dios mismo, en su esencia para que conociéndose las conozca”, estas cosas son el mundo que antes no estaba y ahora se halla materializado, se añade a la esencia divina, está contenido en ella como novedad material con historia.

 Pregunto: ¿Alguien podrá desarrebujar esta madeja?

 Menos se la podrá desenmarañar si introducimos otro enredo que se origina al afirmar que el dios creador también conoce los futuros contingentes, es decir, aquello que puede o no suceder.

 Con respecto al conocimiento de las cosas pasadas y futuras, Ángel González Álvarez es categórico al decir: “Se concluye, pues, que Dios conoce todas las cosas que son, que fueron y que serán; todo lo que acontece, aconteció y acontecerá en el universo; todo lo que los seres hacen, han hecho y harán; todo lo que los hombres piensan, han pensado y pensarán, todo lo que quieren, han querido y querrán; todo lo que hubieran pensado, proyectado y hecho si hubiesen podido, es decir, si hubiesen estado en las innumerables circunstancias posibles”.(Obra citada: pág. 419).

 Todo se complica aún más, si incluimos en los futuros contingentes al libre albedrío.

 Dice al respecto el teólogo Grison: “Hay contingencia en la naturaleza: el sembrador puede conjeturar que el grano de trigo se convertirá en espiga; sin embargo, un obstáculo fortuito puede impedir la germinación. De este modo la contingencia aparece también en el libre albedrío: el acto libre no está determinado en modo alguno por las circunstancias que lo explican o los móviles que intervienen en él. En estos casos, conocer la causa, no es jamás conocer con certeza el efecto que de ella procederá. Pero Dios no conoce los efectos en sus causas, los ve como actuales, con una sola mirada que domina todos los tiempos”. (Michel Grison: Teología natural o teodicea, Barcelona, Herder, 1968, págs. 178 y 179).

 Ahora bien. Si este dios conocía desde siempre, aun antes de haber creado el mundo, todo el futuro hasta la infinitud; si sabía desde siempre que se iban a producir la primera y segunda guerras mundiales, el empleo de la energía nuclear con fines a la destrucción de poblaciones humanas y cada destino de cada uno de los millones y millones de seres humanos que existieron, existen y existirán en la Tierra, ¿para qué creó el mundo y la Humanidad entonces? Esto es lo mismo que si un desvelado artista del dibujo planeara en su mente durante la noche una historia completa desde el principio hasta el final, para luego, al día siguiente, dibujarla en papel en tiras sin omitir ni añadir detalle alguno de lo concebido in mente.

 Para un artista así, todos los personajes de su historieta poseen ya de antemano su destino señalado. Cada personaje cumpliría allí un papel redeterminado, ningún otro rol ni acción añadidos sobre la marcha de su obra. El artista ya conoce tanto el principio, como el desarrollo y el final por haber imaginado, pensado y repensado toda la trama. La obra tendrá entonces valor como trama, como historieta, sólo para los lectores a quienes ha sido destinada. Para el artista, la única novedad que se añade, es ver plasmada en el papel su obra concebida in mente. El desarrollo y el final carecen de interés para él porque ya lo conoce todo.

 Este es un caso semejante al del dios creador y poseedor de presciencia y previsión que cita la teología. Presciencia en cuanto puede conocer lo que todavía no existe, y previsión en cuanto conoce lo que sucederá.

 Pero hay una diferencia. Esta desemejanza se halla en que mientras el artista humano del ejemplo plasma su obra para alguien, la creación del artista divino en cambio carece de destinatario.

 Este dios por supuesto que no ha creado su mundo para algún espectador (¿quizás también divino?), puesto que se lo concibe como único. Ni para sí mismo, puesto que lo conoce todo al mínimo detalle. Tampoco para sus maltratadas criaturas, porque en lugar de espectadores son verdaderos actores y víctimas a la vez. Se trataría entonces de un artista solitario, sin público; un artífice que rumiaría su propia obra, lo cual no tiene sentido. Ahora surgen las preguntas: ¿cabe aquí el libre albedrío? ¿No sería todo una farsa pretender que un autor de una historieta como el descrito, o el dios de la teodicea que ya sabe de antemano y desde siempre qué va a suceder en el año 10.000, o en el 100.000 o en el 1.000.000… en la Tierra si aún existe esta, conceda libre albedrío a sus personajes?

 El “conocer” el mundo por parte de ese dios desde siempre, aún antes de ser creado; su presciencia, y luego el advenir y devenir de tal mundo destinado a cursar un rumbo prefijado al pie de la letra, sin desvío en absoluto de lo preconcebido, ¿no se iguala a un determinismo fatal según el cual todo, absolutamente todo deberá suceder indefectiblemente?

 En el terreno dogmático, cada individuo humano de todos los tiempos y lugares de la Tierra, ya estaría condenado o salvado de antemano, aún antes de aparecer en el escenario del mundo. ¡Desde siempre! Lo mismo un supuesto ser espiritual no humano destinado a la caída (ángel malo) y al arrastre tras de sí de muchos seres humanos aún no nacidos, según se cree.

 Si ese dios es inmutable y conoce el mundo conociéndose a sí mismo desde toda la eternidad, entonces también desde siempre debe conocer todos los errores y horrores de la Humanidad; todas las injusticias; todos los premios; todos los castigos… Y si ya lo conocía todo “in mente”, ¿para qué demonios materializó el mundo entonces? ¿Para qué los actores concebidos o pensados desde siempre, ahora de carne y hueso, neuronas y nervios, susceptibles al dolor moral y físico, que padecieran “en carne propia” a sabiendas, por parte de tal divinidad, de quiénes se iban a condenar y quiénes a salvar?

 ¿Es esto ético? Sabiendo que a los seres pensados desde siempre, a multitud de ellos, les esperaba un aciago destino de injusticia y tragedia, sufrimiento, dolor moral y físico, ¿para qué demonios los lanzó a la existencia materializada?

 El dibujante de historietas se salva en parte éticamente, porque sus personajes ficticios destinados a la tragedia y a padecer injusticias trasladados al papel, son de ficción y no sufren en la realidad. En cambio el dios de la teodicea no tiene perdón porque materializa a seres predestinados a sufrir en “carne propia”, y más vale decir que no se puede perdonar a ¡quien no existe! No puede existir, pues un ente así, sería más que misterioso e incomprensible, el colmo de la contradicción:

 Puro amor y bondad para sus criaturas pensadas desde la eternidad, y pura indiferencia luego ante sus sufrimientos sin límites una vez materializados.

 Pura justicia y verdad antes de la creación y pura apatía frente a las injusticias y los errores después de la creación que involucra precisamente a todas estas cosas.

 Pura perfección antes de aparecer el mundo pero conteniendo paradójicamente ya en sí el germen de la imperfección al pensar un mundo imperfecto, injusto, a ser plasmado en la realidad material alguna vez

 ¡Verdaderamente! En este tema relativo a la presciencia y previsión del dios de los teólogos y filósofos deístas o teístas, jamás podremos desenredar la madeja.

 El padre J. Marechal, que tanto hurgó en estos temas, confiesa modestamente: “En mi humilde opinión, el problema de la presciencia divina de los futuros contingentes – problema idéntico en el fondo al de la creación- rebasa los medios de que dispone nuestro entendimiento”. (Citado en J. Javaux: ¿Dios demostrable?, Barcelona, Editorial Herder, 1971, pág. 366).

 

Ladislao Vadas

 
 

7 comentarios Dejá tu comentario

  1. Por favor no tomemos lo que dice S. Hawkings como verdades absolutas, es un gran físico pero más apreciado por lo mediático que por sus pares científicos que no lo elevan tanto.

  2. Emanuel, La soberbia está en aquellos que afirman tener la única verdad, basándose en un libro escrito miles de años atrás.

  3. Federico, En la ciencia no hay verdades absolutas; lo que hay son modelos que se ajustan a la realidad, en mayor o menor medida. Constantemente aparecen nuevos modelos que reemplazan a los viejos. ¿Vos no estás de acuerdo con lo que dice Hawkings sobre el libre albedrío? ¿Tenés una visión diferente? ¿Cuál es esa visión y por qué Hawkings está equivocado? Dudo que tengas un argumento sólido para refutar lo que dice Hawkings y muchos otros científicos prestigiosos. Por ejemplo, Rodolfo Llinás (médico neurofisiólogo colombiano), quien explica que el libre albedrío es una ficción, explicada simplemente por la ignorancia de la dinámica cerebral. Por otro lado, en [1] se puede leer que "las últimas investigaciones sobre neurociencias confirman que [...] el libre albedrío es una ficción cerebral. [...] experimentos realizados recientemente en neurociencia que indican que la actividad cerebral previa a un movimiento, realizado por el sujeto en un tiempo por él elegido, es muy anterior (350 ms) a la impresión subjetiva del propio sujeto de que va a realizar ese movimiento (200 ms antes del movimiento)". Del artículo de Ladislao veo que surgen dos problemas: - Por un lado, la inexistencia del libre albedrío, cuya existencia es afirmada por los teólogos y negada por los últimos avances en neurociencia. - Por otro, suponiendo que existiera el libre albedrío, la incompatibilidad de éste con un dios que conoce "todo lo que los seres hacen, han hecho y harán", como afirma Ángel González Álvarez. Sería interesante leer las explicaciones que puedan aportar los religiosos sobre estas (u otras) cuestiones planteadas en el artículo. Saludos, Alejandro. [1] "La libertad es una ficción cerebral" http://www.tendencias21.net/La-libertad-es-una-ficcion-cerebral_a2785.html

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