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El absurdo del “mérito” y el “castigo” frente al mito del libre albedrío

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CONTRADICCIONES DIVINAS
CONTRADICCIONES DIVINAS

Dejando de lado toda ridícula predestinación y el supuesto atributo divino de la “ciencia de visión”, pasaremos a la “herejía” de imaginarnos a un dios que, si bien conoce el pasado y el presente de las conciencias humanas, ignora el pensamiento futuro de sus criaturas. Esta sería una situación más aceptable para considerar a las criaturas humanas como seres que se hallan “a prueba en el mundo”. En efecto, un dios a la expectativa de las decisiones buenas o malas que tomará fulano o mengano, es más aceptable por lógica Un dios espiando las conciencias humanas, intrigado por saber si el pecador empedernido alguna vez se enmendará y se acercará con devoción para darle una alegría, es más interesante que el aburrido pensamiento de un ser divino que ya lo conoce todo hasta el hartazgo gracias a su ciencia de visión, y que no hace más que rumiar siempre la misma pastura; sin intrigas, sin expectativas, sin sorpresas ante nuevos fieles convertidos, sin satisfacciones por nuevos adoradores, sin alegrías en el cielo por el arrepentimiento de los pecadores sabidos desde la eternidad de que iban a ser pecadores.

 

 ¿Acaso no leemos?: “Os digo que habrá más gozo en el cielo por un pecador solo que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento”. (Lucas, 15:7, Nuevo Testamento).

 Evidentemente, este pasaje evangélico contradice flagrantemente a la teología natural o teodicea tenida como una ciencia por los teólogos, que nos habla de un dios imperturbable y todo lo imaginado por los protestantes predestinacionistas, pues son palabras del dios hijo, cuya esencia divina pertenece nada menos que al dios único trinitario.

 Las contradicciones entre los pasajes bíblicos y la teología tanto natural como la dogmática, son legión, y no menos son las paradojas de los pasajes bíblicos entre sí.

 Pero la bomba explosiva proviene ahora del ámbito de la creencia en el propio libre albedrío. ¿Existe indiscutiblemente la libertad absoluta de pensamiento y acto? No sólo lo he puesto siempre en duda, sino que en mis libros lo he negado categóricamente esgrimiendo argumentos de fuste.

 Cuando realizamos una elección, en un acto que creemos libre si nadie nos influencia para preferir una cosa u otra, en realidad, en ese momento están incidiendo múltiples factores psíquicos de los que no tenemos conciencia. Nuestras preferencias están siendo determinadas, entre otras cosas, por nuestra predisposición genética; nuestras experiencias anteriores y las circunstancias apremiantes que muchas veces no advertimos, obligados a realizar actos contrarios a nuestra voluntad. Esto ya se evade del círculo del libre albedrío -se dirá-, porque existe una compulsión circunstancial exterior. No obstante, si desconocemos nuestras compulsiones que provienen de nuestro interior por causa de los factores ya señalados, hereditarios y frutos de las experiencias, ¿acaso es legítimo hablar de una cierta libre elección? Sacamos en conclusión, que no estamos frente a ninguna otra cosa que a una creencia infundada, o en todo caso, basada en otra creencia: la del alma espiritual que “piensa” independientemente de las moléculas del cerebro, del oxígeno del aire respirado.

 Pero… si somos un proceso psicosomático instalado entre el Sol que nos provee de energía y la Tierra que nos compone con sus elementos químicos, mal podemos pensar en espíritu alguno. Si se interrumpe por un lapso la circulación de nuestro torrente sanguíneo, cesa todo pensamiento. La falta de irrigación cerebral no permite que sigamos pensando y… ni siquiera que conservemos borrosamente nuestra conciencia. Si existiera aparte del cuerpo, un alma espiritual (e inmortal, según afirman los espiritualistas sin haberlo comprobado fehacientemente jamás), al menos deberíamos conservar la conciencia en los casos de shock o sueño profundo sin ensoñaciones. ¿O es que el alma necesita del cuerpo, del cerebro para tomar conciencia de si misma? ¿Qué haría sola entonces una vez desprendida del cuerpo tras el umbral de la muerte? ¿El funcionamiento correcto del cuerpo es una condición para la existencia del estado consciente? ¿Un cerebro en estado de shock por falta de oxígeno es un impedimento para la manifestación consciente? ¿Una vez liberada el alma del cuerpo queda destrabada la conciencia que antes necesitaba del cuerpo en estado normal, para manifestarse a sí misma? ¿En qué quedamos? ¡A ver fisiólogos, bioquímicos, psicólogos y teólogos, creyentes en el alma, digan la última palabra!

 En mi obra La esencia del universo (capítulo XIV), he explicado exhaustivamente el fenómeno del psiquismo humano, señalando que básicamente se trata de un proceso físico-químico más, instalado sobre la faz de la Tierra, presente también en todos los animales en los que se adivina en grado ascendente según el lugar que ocupa cada especie en la escala evolutiva. Es la manifestación de la esencia universal en forma de materia-energía lo que produce el fenómeno del pensamiento y no alguna misteriosa, oculta sustancia simple, imponderable, que no ocupa lugar, que entra en nuestro cuerpo cuando nacemos, para salir de él una vez acaecida la muerte y vagar luego por ahí, en el purgatorio, el cielo o el infierno, o por la Tierra según creen algunos como los espiritistas con su audaz pseudociencia sobre el espíritu. O tal vez actuar desde los seres vivos sobre el medio físico, para realizar diversas travesuras asustando a la gente, como creen los pseudocientíficos parapsicólogos (fenómeno de la psicoquinesia) o reencarnarse según creen otros.

 Todo esto no es más que un invento de nuestra mente (léase proceso físico-químico-biológico) que produce el pensamiento.

 Luego señoras y señores, el libre albedrío es una ilusión; un espejismo; un mito; y cada decisión que tomamos, es el resultado de una instantánea concurrencia de factores almacenados que provienen del inconsciente, donde se hallan acumuladas nuestras vivencias del pasado que inciden, para acrisolarse en la conciencia (algo semejante a las computadoras) y hacernos pensar y obrar como fantoches manejados por hilos invisibles. Somos títeres anticósmicos, autómatas compelidos a elegir y obrar por causas múltiples ajenas a nuestro “yo”, lejos de la soñada libertad de pensamiento y acto, que son tan sólo una expresión de deseo.

 Luego, nadie es culpable absoluto en este mundo, pero tampoco en cierto modo inocente absoluto, sino producto de “fuerzas” ciegas que compelen a pensar de cierta manera y actuar en consecuencia. Suena a absurdo entonces una condena eterna por maldad absoluta, sin arrepentimiento, tanto como un premio para toda la eternidad por mérito absoluto “obtenido libremente” en virtud del acercamiento a un cierto dios, previo acto de contrición seguido de una conducta intachable.

 Pues bien, ¿acaso no hallamos ahora una similitud entre la predestinación calvinista y de otras teologías, con esta relatividad del mérito o demérito según la conducta de la persona? ¿No es igual que seamos tanto fantoches anticósmicos frutos de circunstancias aleatorias, producto del azar sin libre albedrío, como por otra parte resultados (o víctimas) de una caprichosa predestinación que nos tiene preparada una no menos caprichosa irracional e inicua divinidad? En ambos casos, en nuestro camino por la existencia, todo dependerá de la suerte. En el caso del “libre albedrío”, tenemos algo detrás empujándonos, algo que no somos nosotros, y es lo que programaron nuestros genes (ADN), más lo que recogimos aleatoriamente a lo largo de nuestras experiencias. En el otro caso es un ilusorio dios arbitrario quien nos compele a pensar y obrar según su absurdo plan, quitándonos toda libertad de elección.

 Juan Damasceno, escritor cristiano nacido en el siglo VIII, quien combatió la herejía iconoclasta, muerto en 754, escribió en su libro De la fe ortodoxa: “Dios conoce de antemano todo cuanto está en nosotros, pero no lo predetermina”. (Libro 2, cap. 30).

 A su vez “el doctor angélico” don Tomás de Aquino, quien lo cita, añade que “esta expresión ha de entenderse en el sentido de que cuanto depende de nosotros no está sujeto a la determinación divina” (Suma contra los gentiles, libro III cap. XC).

 Sin embargo, en otra parte del mismo capítulo dice: “Siendo Dios causa de nuestras voliciones y elecciones, éstas también están sujetas a su providencia”.

 Estoy seguro de que, hasta el día de hoy, los seudocientíficos teólogos, se deben estar “devanando los sesos” para desarrebujar esta madeja.

 Si según Damasceno, su dios conoce desde siempre, por ciencia de visión, todos nuestros pensamientos, pero no es quien los determina; para ese dios da lo mismo que si interviniera en ellos y esto es lo que realmente ocurre según el pensamiento del “doctor angélico” más arriba transcripto.

 Es frecuente que los especuladores teológicos se enmarañen en sus propias ideas. Es como si una araña se enredara en su propia tela.

 Por lo tanto, la base que tiene el catolicismo para edificar sobre ella su credo, el libre arbitrio, en virtud del cual su dios obtiene a réprobos y bienaventurados, una vez desmantelada dicha base –que es lo que hemos hecho- todo el edificio dogmático se nos viene abajo verticalmente.

 No puede haber mérito o demérito absoluto alguno y esto va en contra de la religión.

 Por tanto, debemos concluir en que la teología es tan sólo una mera pseudociencia.

 

   Ladislao Vadas

 
 

84 comentarios Dejá tu comentario

  1. forista testa magnun: ¿no se dio cuenta que en el libro de las revelaciones de juan habla de una iglesia? pd:leere lo que me recomendo.saludos. pd2:¿ nunca se pregunto por que hay mucha gente que solo cree en dios pero detestan todas las iglesias?...para pensarlo.

  2. Ironics Prime, Así es, con "V", del mismo modo que "Vadas". Te comento que el tema de las creencias irracionales es objeto de estudio de las Neurociencias; se trata de un tema apasionante y en el que hay muchísimo camino por andar. Semejante tema requiere de la integración de ramas de la ciencia tales como la Psicología, Neurobiología, Sociología, y otras. Los estudios de la actividad cerebral muestran diferencias funcionales entre los cerebros de creyentes y no creyentes, de modo que no bastan para explicar el origen y la persistencia de ciertas creencias. Es un tema complicado.

  3. Entonces mi teoria "fatto in casa", de que la estructura cerebral que traemos de la cuna, condiciona la predisposicion a la credulidad o incredulidad, dicho en "terminos cientificos", no seria una "Boludez". Como la famosa "Dra Rimolo" la ex novia de Silvio Soldan, debere agregar otro titulo a mi curriculum ? Que lo pario che, ni mi vieja hubiera imaginado un hijo tan inteligente !! Me esta resultando muy divertida la metafisica, habria que agregarla a las materias de entretenimiento, entonces seria tomada mas en serio seguramente. Abrazo

  4. SI CONOCEMOS C14 H24 N04 C15 H12 I3 104 AMINOACIDO IODADOS , TENDREMOS MAS POSIBILIDAD DE INCLINAR EL CONOCIMIENTO DE LO REAL , POR CUANTO EL PACKO NO ES C14H21 N04 NI EL DIAZEPAM UN MAZINDOL AUNQUE SU FORMULA MINIMA Y MOLECULAR SEAN LAS MISMAS .... WWW.DROGAGUERRAMUNDIAL.ORG

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