En sus últimos días de vida, a Kirchner lo llamaban “Susej” (Jesús, al revés) ya que mientras el hijo de Dios se sacrificó por todos, Néstor quería que todos se sacrificaran por él. Por su propia candidatura presidencial.
También le cabe, a esta altura, luego del escándalo de Shocklender y las Madres de Plaza de Mayo, el calificativo de “Dasmi”, ya que, a diferencia del rey de Frigia Midas, que convertía en oro todo lo que tocaba, el ex presidente bañaba de estiércol con su mero contacto hasta las personas más probas y reconocidas.
Hagamos un breve repaso —con solo cuatro ejemplos— de la contaminación que produjo el kirchnerismo en sus controvertidas relaciones.
1-El ex gobernador de Santa Cruz nunca quiso ayudar a la causa de los Derechos Humanos, negándose a acompañar, por ejemplo, al ex diputado nacional Rafael Flores en plena dictadura cuando éste le pedía que no lo dejara en su travesía hasta Trelew donde debía plantear amparos a favor de los detenidos-desaparecidos, ya que el Cels porteño se los imploraba. “No te pagan un mango, Rafa”, le decía con sorna el "Lupo".
Tampoco colaboró jamás con
Sin embargo, cuando vio en 2003 que todos los candidatos se atropellaban en la centroderecha (Carlos Menem, Ricardo López Murphy y Adolfo Rodríguez Saá) o bien se colocaban en un centro moderado (Elisa Carrió y el radicalismo), él optó por inventarse una historia de militancia que nunca existió y copó la centro izquierda del electorado, polarizando ideológicamente con nada menos que su mentor riojano (ese hombre al que definió como el mejor presidente argentino desde Juan Perón).
Una vez en el poder, utilizó hasta el ridículo a Hebe de Bonafini y Estela Carlotto llevando a convertir con sus dineros dos organizaciones sin fines de lucro en empresas de construcción de viviendas y hospitales.
“Para Daniel Hadad, una pauta. Para Horacio Verbitsky, un museo”, dice siempre con inteligencia Jorge Asís, quien sostiene que el gran mérito del ausente fue encontrarle a cada argentino su precio.
2- Con los movimientos piqueteros y las organizaciones sociales pasó algo parecido.
Estas entidades de lucha, surgidas al calor de la desocupación de los noventa y la implosión del 2001, estuvieron siempre en la otra vereda del poder. Su razón de ser consistía en actuar como grupos contestatarios.
Kirchner los sedujo con dinero y con cargos hasta neutralizarlos, llegando a transformar a muchas de ellos, inclusive, en sus propios “tonton macoutes” para dispersar a "caceroleros" o manifestantes opositores.
Esa tarea quedó en manos de conversos como Luis Delia, Emilio Pérsico, Edgardo Depetri o Milagros Sala.
Barrios de Pie y Libres del Sur se volvieron críticos y volvieron a las fuentes, mientras que
Hoy los viejos luchadores lucen aburguesados y hasta se asemejan a una fuerza de choque para-estatal.
3-Los planes Jefes y Jefas de hogar que surgieron en medio de índices altísimos de desocupación, tenían como dato transparente que estaban “colgados” en internet y todos podían comprobar a quién le tocaba el beneficio. Además, no había intermediarios entre el Estado Nacional y los más desposeídos.
Para completar el cuadro, existían órganos de denuncia para que pudieran acudir quienes se sintieran “extorsionados” por una corriente polìtica determinada o bien fueran apretados para dejar parte del dinero cobrado a algún puntero.
Cuando los K llegaron al poder, todo esto cambió. Ya no hay datos en internet de los cientos de miles de planes que dan a “cooperativas”.
Para colmo, tercerizaron toda la movida asistencial, beneficiando a intendentes k y a grupos barriales y piqueteros afines para que el que quiera una ayuda tenga que “ir al pie” y humillarse ante los “gestores”.
Completa el espantoso cuadro el hecho de que ya no existen lugares donde reclamar antes los diarios abusos a que son sometidos los más humildes habitantes del país. Todo fue desactivado por Alicia Kirchner.
4-El periodismo, luego del horrendo crimen de José Luis Cabezas y la corrupción generalizada de los años noventa, pasó a convertirse en uno de los grupos sociales con mayor credibilidad de nuestro país.
Sin embargo, Néstor logró llevar a buena parte de nuestros colegas a un pantano maloliente, donde nadie quedó indemne.
Página/12, símbolo de la lucha contra el saqueo menemista, se convirtió en un pasquín impresentable y domesticado.
Canal 9, que alguna vez fue líder con Alejandro Romay, no pudo haber caído más bajo, por culpa de su hiperoficialismo K.
Lo mismo para Telefé, una propaladora del poder de turno.
Idem para el buen proyecto que alguna vez fue
Igual descripción para Diego Gvirtz, quien alguna vez fue rebelde y para todo el ejército de conversos que rifó sus últimos jirones de prestigio, credibilidad e independencia a cambio de la publicidad y los sueldos por cifras extravagantes que pagan cada mes los K.
Concluyendo: a diferencia de lo que opina el cada día más impresentable escritor José Pablo Feinmann —otro ejemplo de tipo inteligente que eligió suicidarse ante el gran público—, Néstor Kirchner no ayudó a aumentar el prestigio de Hebe de Bonafini (eso plantea este filósofo en su indigerible libro “El flaco”).
“Susej” prostituyó de tal modo a las heroínas de Plaza de Mayo que una vieja luchadora, abuela de la recuperada Ximena Vicario, llegó a decir con gran tristeza: “Estela de Carlotto lleva hoy una vida de estrella, Viaja por el mundo. Es paseado por los mejores hoteles y se menea en grandes autos con custodia especial. Toda su familia tiene cargos. Yo con ella ya no tengo nada que ver, porque mi vida sigue siendo atender la verdulería que tengo en Rosario”.
“Dasmi” aprovechó, como nadie, las debilidades de un pueblo cada vez más miedoso, debido a los aporreos salvajes soportados en el pasado reciente: la hiperviolencia setentista, la hiperinflación ochentosa, la hiperdesocupación menemista y la hiperdevaluación duhaldista.
“Susej” nos agregó una nueva mácula. Ahora sí, como decía Discepolín, estamos “en el mismo lodo, todos manoseaos”.
Marcelo López Masía