Un paradójico caso típico de los vaivenes incomprensibles de la política nacional se vive éstos días en una de las fuerzas de seguridad convocadas por el Presidente de la Nación para luchar contra el crimen organizado.
Mientras Néstor Kirchner le solicitó a los jefes de la Gendarmería Nacional que se abocaran de lleno a combatir la ola de violencia que afecta principalmente el conurbano bonaerense, esa fuerza de seguridad no puede utilizar para la práctica de tiro de sus miembros un Polígono de última generación construído recientemente en el edificio Centinela, casa matríz de la Gendarmería.
El lugar está clausurado temporalmente y el ex Ministro de Justicia Gustavo Béliz fue el responsable de urdir ese cierre provisorio de sus instalaciones.
La imposibilidad de los gendarmes de disciplinarse en el uso de las armas de fuego en su propio polígono tiene como responsable al pretendido impoluto denunciante de las grandes mafias en la Argentina, y ahora sorprendido en un negociado de ribetes sorprendentes. Obviamente, el personaje central de esta historieta es el ex Ministro de Justicia Gustavo Béliz.
Todo estaba listo en el edificio Centinela para inagurar el año pasado un polígono que después de dos licitaciones desiertas, había sido concedido en explotación por la Dirección Nacional de la Gendarmería Nacional a un operador privado con experiencia internacional en el armado de polígonos. La firma se llama precisamente El Centinela S.A. y su titular un abogado, Juan Carlos Luena. La condición principal de dicha concesión era que el personal de Gendarmería tendría, obviamente, libre, preferencial y gratuito acceso a las instalaciones del polígono mientras que los visitantes tendrían que pagar un arancel por derecho de uso. En síntesis: Un buen negocio para la Gendarmería Nacional, de gran magnitud pues le permitiría a sus hombres entrenarse permanentemente en su propia sede sin tener que recurrir a instalaciones de terceros.
Un dossier comprometedor
Un oficial de alto rango de la Gendarmería Nacional redactó un informe secreto que aún no tomó estado público pues fue distribuído en forma restringida en ámbito de algunas fuerzas de seguridad, de la Justicia Federal y de unos pocos hombres de prensa que tuvieron acceso a su lectura.
El referido dossier es contundente en el sentido de señalar al ex Ministro de Justicia Gustavo Béliz como el principal operador de una maniobra urdida por otro grupo empresarial que pretendía quedarse con las instalaciones del polígono. La cabeza de ese grupo empresario que utilizó los servicios de Béliz para hacer clausurar indebidamente el polígono, es el propio suegro del ex Ministro, el teniente coronel Meritello.
Según relata el dossier confidencial, la Policía Federal Argentina verificó las condiciones de seguridad del polígono y emitió la correspondiente acta de comprobación para la práctica de armas de puño, escopeta y carabina. Los demás trámites ante el Registro Nacional de Armas y la Secretaría de Medio Ambiente y Planeamiento fueron cumplidos y tratándose de una fuerza nacional de seguridad, el ReNar le comunicó a Gendarmería Nacional el 2 de noviembre del 2003 que se estaba de acuerdo en que el contralor y la supervisión del respectivo polígono quedaran bajo la supervisión de los gendarmes.
Continúa el referido “parte de inteligencia” diciendo que hasta allí los hechos se desencadenaban por sus cauces normales, hasta que el suegro del entonces Ministro de Justicia Gustavo Béliz (en ese entonces las fuerzas de seguridad estaban bajo supervisión de su cartera) entró en acción.
El Teniente Coronel Meritello, “experimentado” militar en el arte de las contrataciones sanitarias, le solicitó junto con otro Meritello (su hijo, jefe de asesores de Béliz… nepotismo en estado de máxima pureza), que operasen a efectos de hacer clausurar el polígono sito en el edificio Centinela. Los efectos buscados eran obvios: que una posterior concesión del polígono le fuera cedida a una firma en la que estaban involucrados familiares del entonces Ministro de Justicia.
En su momento, el Secretario de Seguridad Norberto Quintín le sugirió al Ministro Béliz que no interpusiera acciones judiciales falaces para lograr la clausura provisoria del polígono El Centinela, pues Quantín observó que la maniobra de su jefe adoptaba un giro poco transparente y contrario a derecho. Béliz obviamente desoyó la advertencia de su funcionario y llevó adelante una estrategia que le marcaban desde el exterior del Ministerio los que estaban interesados en quedarse con la explotación del polígono de Gendarmería. Desde adentro, Meritillo "junior" desde la Jefatura de asesores monitoreaba la maniobra.
Zapatitos negros
El dossier continúa señalando que, quienes eran integrantes de la sociedad encabezada por Meritello y operada desde el poder por el Ministro de Justicia, pensaban quedarse con la explotación de un polígono que ya estaba en condiciones de ser puesto en uso por parte de la Gendarmería. Allí aparece en escena un armero e influyente lobbista en el negocio de armas durante el menemismo, Eduardo Sinila.
Relata el informe que Sinila fue miembro de la Comisión Directiva del Club de Tiro y Gimnasia de Quilmes, y luego de su gestión fue procesado por estafas en una suma cercana al cuarto de millón de dólares.
Por otra parte, el socio de la familia Béliz en este negocio que intentaron pergeñar además fue investigado por la Gendarmería Nacional a mediados de los `90 por presunto "exportador no declarado" de armas a la zona caliente de la Triple Frontera (en buen romance, tráfico de armas, pero el informe confidencial de Gendarmería utiliza subterfugios idiomáticos como si sus escribas redactasen La Divina Comedia y no una info sobre corrupción en la administración pública).
En la trilogía de nombres acuñados por “Los Meritello” aparece otro personaje del Ejército, el Teniente Coronel Gustavino, quien también interpuso influencias para lograr la clausura del polígono de los gendarmes.
En síntesis: El gobierno le ruega a la Gendarmería que se aboque a combatir el delito más aberrante de los últimos tiempos pero por gestión de su ex Ministro de Justicia los soldados de esa fuerza de seguridad tienen clausurado un polígono para prácticas de tiro por obra y gracia de uno de los personajes mas grotescos y cínicos que entregó la política nacional en los últimos tiempos: Gustavo Béliz.
El informe dice hacia el final que se confía en que el Ministro Aníbal Fernández destrabe las ataduras burocráticas armadas por Béliz y permita la apertura y uso del polígono El Centinela S.A.
Habrá que ver si en realidad existe un pacto secreto de no agresión entre el Presidente Kirchner y el ex Ministro Gustavo Béliz. Si no lo hubiera, dicen los entendidos en contrataciones del Estado, el ex Ministro de Justicia podría ser denunciado por mal desempeño de sus funciones y su prosapia de zapatitos blancos terminaría manchada por el negro alquitrán de la corrupción que Béliz siempre le endilgó a otros y esta vez se la endilgan a su persona y a su sociedad familiar.
no creo que sinila este involucrado, yo hice el colegio con el.