A una semana del vencimiento del plazo para la presentación de candidaturas, el peronismo bonaerense se sumerge aceleradamente en un proceso inexorable: el que desembocará con la Casa Rosada definiendo todas las postulaciones, a lo largo y ancho de las categorías electorales.
Será, en rigor, la crónica de una embestida y un final anunciados. Pero en las semanas previas el ultrakirchnerismo había diluido presiones y había "dejado hacer", lo suficiente como para alimentar en la dirigencia del PJ moderadas expectativas que ahora comienzan a estallar.
Con el Gobernador como destinatario directo, en las últimas horas se produjo la señal indubitable de que "todo" será definido en la Casa Rosada, a partir de un esquema que privilegiará las candidaturas de los sectores o figuras que podrían clasificarse como ultra K —un encuadre en el que no suelen encajar los referentes peronistas históricos o meramente alineados en el PJ, salvo excepciones como los intendentes Julio Pereyra (Florencio Varela) y Hugo Curto (Tres de Febrero).
La ministra bonaerense Cristina Álvarez Rodríguez, ubicada en primer lugar en la corta lista de "preferidos" que Daniel Scioli elaboró para completar su fórmula para la reelección, fue vetada por la Casa Rosada. Pero además, desde allí se inició una dura ofensiva final para imponer para esa candidatura al titular del ex Comfer y "símbolo" de la ley de medios, Gabriel Mariotto.
Embestida
Difícilmente exista otro nombre que más claramente denote la intención de la Rosada de someter a Scioli a un riguroso control político, que el de Mariotto.
Ni que coloque tan duramente al Gobernador en situación de derrota en la larguísima pulseada que viene librando por la definición de su compañero de fórmula. Por eso, Scioli, que había descartado absolutamente a ese funcionario nacional de su lista de posibles candidatos a ese cargo, resiste la embestida.
Fuertes trascendidos señalan que la propia Presidenta habría comunicado ya personalmente a Mariotto que es "su" candidato para la vicegobernación bonaerense.
Si así fuera, la marcha atrás sería virtualmente imposible. Pero Scioli —con el senador José Pampuro y, eventualmente, los ministros nacionales Domínguez y Randazzo como propuestas principales— se prepara para definir el asunto el martes en un mano a mano con Cristina Kirchner.
Y aunque son los menos, algunos dirigentes creen que la pulseada podría terminar con ambos "bendiciendo" a un "tapado", alguien que no figure en las listas actuales de unos ni otros.
Tensión en ascenso
Lo cierto es que la tensión entre la Casa Rosada y la Gobernación ha vuelto a alcanzar un nivel inusitado; un clima que comienza a extenderse a la dirigencia peronista territorial.
Como lo había advertido el ultrakirchnerismo hace meses, para luego abrir una etapa aparentemente conciliatoria que se esfuma por estas horas, las listas de legisladores provinciales que intentan elaborar los referentes peronistas de cada una de las ocho regiones electorales serán menos que borradores. Su integración se definirá en despachos de Balcarce 50.
Y la presentación del kirchnerista Frente Social ha venido a corroborar definitivamente que los intendentes que busquen la reelección deberán lidiar con adversarios del propio palo —enganchados, como ellos, a las boletas de Cristina y Scioli— en todos los casos en que la Casa Rosada lo considere beneficioso para sumar votos para la competencia presidencial.
Turbulencias en la oposición
Aunque con menor intensidad, las tensiones, con todo, no son patrimonio exclusivo del oficialismo bonaerense.
El armado radical-denarvaísta ya atraviesa turbulencias que se irán acentuando hasta el vencimiento del plazo para presentar candidaturas. Aunque hay consenso en numerosos municipios para las candidaturas a intendentes, en otros se avecinan pulseadas que será arduo definir a partir de la estrategia que definieron
Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez: que no haya internas ni colectoras en ningún distrito.
El duhaldismo, en tanto, que está cobijando a buena parte de la dirigencia que se alineaba hasta ahora con Felipe Solá, se propone una cosecha en las eventuales fugas que pueda producir en el peronismo oficialista la rígida estrategia de la Casa Rosada.
Los observadores no creen, sin embargo, que vayan a producirse saltos de trascendencia, mientras el intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, que ya supo hacerles promesas de "pase" a De Narváez y Sergio Massa y le ha jurado fidelidad a Scioli en más de una oportunidad, amaga con concretar esta vez una movida que lo ubique en el peronismo disidente.
Marisa Álvarez
NA