Carlos Menem siempre tenía una muletilla al ser criticado, cuando particularmente se dudaba de su capacidad de aguante. Poniéndose muy serio ante los flashes, sostenía que estaba hecho de “quebracho y algarrobo”, árboles argentos de contextura muy resistente.

    Curiosamente, durante su doble mandato apareció un extraño grupo que obedecía también a la denominación de Quebracho. Según un interesante informe generado por el sitio Urgente 24 “el Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho nació el 31 de agosto de 1996, a partir de un acuerdo entre varias organizaciones populares. Una de esas organizaciones es el Movimiento Popular de Unidad – Quebracho, que estaba en actividad desde mediados de 1993”.

    Como en este país muchas veces nada es lo que parece ser a simple vista, conviene prestar demasiada atención a la fecha de su alumbramiento. A mediados de ese 1996, al año de la reelección de Menem, el pretendido milagro de la convertibilidad engañosa estaba haciendo agua. El tequilazo hizo plop el sueño cavallista, terminó devorando a su propio mentor de reluciente pelada y ojos claros. La renuncia del súper ministro Cavallo, en guerra de egos con el presidente de tonada riojana, sólo fue un muestrario de la superficie del iceberg. La desocupación brincaba incontrolable superando el techo del 10%, mientras que subía la mortalidad infantil, los sueldos iniciaban la cuesta abajo en la rodada, y las primeras débiles protestas se hacían sentir particularmente en la clase media. Esa misma que, junto con los otros espectros sociales, había entregado su honra el 14 de mayo del año anterior, consagrando el espurio voto cuota. La oposición radical había sido domesticada luego de la transa del Pacto de Olivos de 1994, mientras que el Frente País Solidario se volatilizó a poco de su derrota.

    Entonces, en el horizonte menemista no había ningún peligro de temer. Por eso, que mejor idea que fabricar un enemigo para mantener inquieta a la veleidosa opinión pública, y activos a los servicios de seguridad e inteligencia. Pero debería ser cuidadosamente selectivo, ya que no se podía apelar a la derecha vernácula, pues se había asociado al desguace nacional desde 1989. Eliminada la guerrilla por los caníbales del Proceso, que mejor idea que resucitarla un cachito en forma de rebrote subversivo o de gimnasia prerrevolucionaria. Y así, descorrido el telón, surgió de la lámpara del Alí Babá riojano la mencionada Quebracho.

    De esta forma se sucedieron atentados en sucursales bancarias mediante bombitas lanza panfletos, pintadas reivindicando la revolución, misteriosos enmascarados provocaban bolonqui aquí y allá, mientras el prestidigitador Carlos Vladimiro Corach repetía ante los medios su letanía:“Vamos a investigar hasta las últimas consecuencias”.

    De más estar decir que esto era otro de los clichés menemistas, emparentado con ése de las casualidades permanentes.


Funcionales todo servicio

   "La derecha está decidida a sacarlo a Kirchner y se impuso un plazo: marzo del año que viene", sostuvo Raúl Alfonsín el martes 31 de agosto en un comunicado que envió por correo electrónico a todas las redacciones. Al mismo tiempo, aseguró que el plan golpista tendría "fuertes apoyos de grupos especulativos y algunos inversionistas extranjeros". Sin precisar de donde sacó esto ni dando nombres, aclaró que apuntaba a la "la derecha neoliberal. Tanto Lilita Carrió, con sus constantes manifestaciones de que todos son malos y de que todos se tienen que ir, como los piqueteros que acosan al Gobierno con sus protestas, muchas veces ilegales, son funcionales a las tácticas de la derecha que quiere sacarlo al Presidente". A principios de julio, cuando el ex presidente fugado del sillón se encontraba en España, se había ido de boca también. En esa oportunidad aludió que el kirchnerismo debía “actuar en defensa de la sociedad ante la violencia” que según él ejercían en las calles las organizaciones de desocupados. 

    Precisamente este Viejo Vizcacha de la política vernácula, daba sugerencias omitiendo su responsabilidad, y la de su partido, en hechos oscuros como La Tablada y el robo aún impune de las manos del cadáver de Juan Domingo Perón.

    Conociendo el paño, también dejó de lado lo puntualizado más arriba, como referido lo en este sitio, acerca del direccionamiento de Quebracho por parte de las usinas de inteligencia estatales o paraestatales. A ojo de buen cubero, los sucesos acontecidos el martes pasado en Plaza de Mayo obedecen a una lógica ya vista anteriormente. Cuestionado seriamente el gobierno a causa de los desaciertos en seguridad, contra las cuerdas por la convocatoria de Blumberg, señalado a causa de los papelones de los casetes voladores, las encuestas rentadas y a las puertas del papelón mayúsculo de la causa AMIA, sólo le quedaba una carta por jugar: el consabido retorno de la subversión izquierdista. Desterrado por impresentable el alucinado complot ultraderechista del 25 de mayo en la cena del Regimiento de Patricios, la visita del titular del FMI Rodrigo Rato le vino como anillo al dedo para revitalizar esta añeja hipótesis menemista. Que mejor que una treintena de sacados con palos y capuchas, maniobrando como una formación guerrillera trucha en las caras de la Brigada de Infantería y de las organizaciones de desocupados, para armar desmanes que desataran una represión general a fin de desalojar la Plaza de Mayo.

    Como una puesta en escena, los sacados comenzarían una provocación a toda orquesta justo en la puerta del Ministerio de Economía, siendo replicados por varios policías de civil armados de palos. Mientras que dentro de la Casa Rosada, el primer mandatario Néstor Kirchner cedía nuevamente a las presiones del organismo financiero internacional, vendiéndose esto luego totalmente al revés.

    Es muy interesante constatar este proceso de autovictimización de la administración gobernante. Pues por un lado, siente el coletazo de la derecha vernácula, mientras que en el otro extremo declara estar amenazada por la izquierda subversiva. A este paso, todos aquellos que protesten o se quejen con justa razón, serán molidos a palos y detenidos tachados de pertenecer a uno u otro signo político. O lo que es mejor, dada la paranoia imperante, de día les pondrán la capita de fachos, y por la noche se la sacarán para reemplazarla por la de zurdos.

    “Es cierto que ayer no fue el grupo de piqueteros que responde al detenido Raúl Castells el generador de los principales desórdenes, sino los integrantes de Quebracho, profesionales de la violencia antes que rebeldes idealistas. Un sector alguna vez sospechado de tener oscuras relaciones con servicios de inteligencia estatales.

    Sería de suma trascendencia que las propias autoridades dijeran todo lo que saben sobre este grupo, su financiamiento y su verdadera finalidad”, puntualiza acertadamente Fernando Laborda en La Nación del 1° de septiembre.

    “En el Gobierno remarcaron que los organismos de seguridad tenían información de que había militantes de Quebracho y que por ende podían producirse incidentes. Por este motivo en la segunda valla había mucha policía hasta el nivel de saturación”, señala Atilio Bleta en la edición de Clarín del mismo día.

    Esto último es muy interesante, pues trae a la memoria un chiste impagable del genial humorista Gila. Este veterano republicano de la guerra civil española, contaba como se llamaba al bando contrario por teléfono para avisarle que les enviaban un espía: “Hombre, mira que les mandamos a un espía. Por favor, trátenlo bien”.

    Por detrás de la hilaridad de esto, a veces un requisito indispensable para analizar una realidad cruel, resulta ya cansino constatar cómo desde el oficialismo se sigue tratando de idiotas al grueso de la población. Pues a la corta o a la larga, esa constante de extraer Traffics, o fachos, o zurdos de la galera puede volverse en contra de los cerebros generadores y al pastor mentiroso no le va a creer nadie.

 Fernando Paolella