“Capitanich tiene una compulsión por los anuncios que después no se terminan cumpliendo, pero poco importa”. La respuesta la ofrece, Rolando Núñez, al frente del Centro Mandela, organismo de investigación y derechos humanos de la provincia del Chaco. Núñez conoce como pocos la gestión del ex esposo de Sandra Mendoza y analiza, con información concreta, el sistema de salud, educación, la política de seguridad y económica de su provincia. Veamos:
Mientras que en la legislatura chaqueña, en estas horas, se aprobará el pedido de licencia del gobernador, Juan Carlos Bacileff Ivanoff, el polémico vicegobernador, se prepara para hacerse cargo de la provincia. La relación entre ambos fue cambiante, con altibajos y una sugestiva independencia de Bacileff Ivanoff pero, a diferencia de Julio César Cobos durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el proyecto político del vice de Capitanich está atado a su suerte.
Durante los seis años de gobierno, el número de obras públicas realizadas en El Chaco, financiadas por el gobierno nacional, creció exponencialmente. A veces, en forma desordenada lo que provocó denuncias de corrupción por parte de la oposición política. De hecho, el propio gobernador admitió que se escapaban 500 millones de pesos por hechos de corrupción en su provincia pero nadie fue preso ni precisó mayores detalles. En los últimos años, Capitanich inauguró decenas de hospitales y escuelas lo que no implicó una mejora en un sistema de salud “que funciona mal” según Núñez y en una educación de “baja calidad”. Dueño de los peores indicadores sociales, en relación con la indigencia, pobreza y desnutrición infantil, junto con Formosa, Capitanich apeló al dibujo estadístico.
La dudosa confiabilidad de las estadísticas sociales, en el Chaco, también se trasladaron a la política de seguridad. Los delitos denunciados por la policía representan la tercera parte de los que informa el poder judicial. Por ejemplo, explica Núñez, durante el 2012 se registraron 66 mil delitos en la provincia pero para la policía, solo ocurrieron 25 mil. La situación en las cárceles no ha mejorado a pesar de la llegada del progresismo al norte argentino. A comienzos de año se difundió un video de la alcaldía de Resistencia en que se mostraban torturas a los reclusos. A pesar de los anuncios, no pasó nada. El cuestionado sistema de requisas y conteo de presos, permaneció imperturbable.
El Chaco es una provincia atrasada institucionalmente, el concejo de la magistratura es manejado discrecionalmente mientras que la policía no tiene control político. Por esa razón, se ha vuelto habitual la represión a movimientos sociales o grupos que protestan por mejor calidad educativa y de salud. Los crímenes relacionados con el gatillo fácil se difunden, semana a semana, entre los medios independientes al poder de turno que no abundan. El control a la prensa es asfixiante y la preservación de derechos individuales ha disminuido desde que Jorge Capitanich gobierno la provincia como propia.
El Chaco ha sido gobernado bajo la emergencia económica desde el comienzo de la gestión de Capitanich. El plantel de empleados públicos aumentó considerablemente. Según Núñez, en los últimos seis años, 20 mil personas se sumaron a la planta permanente del estado chaqueño.
Liberal económicamente, peronista en su manejo político, Capitanich es presentado como la nueva esperanza del “modelo” para perpetuarse en el poder. El Coqui, un gestor carismático para el aparato comunicacional oficial o “el más corrupto de todos” para su compañera de la infancia, Elisa Carrió, sueña con sentarse en el sillón de Rivadavia en el 2015 o cuando las circunstancias lo ameriten.
Mientras tanto, regresó a la Casa Rosada, once años después de su olvidado paso, en el mismo cargo, durante los primeros días de Eduardo Duhalde como Presidente. No es poco para el más kirchnerista de todos, al menos por la forma de concebir al poder, el peronismo y la gestión.
Luis Gasulla
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